Rudolf Ebertshäuser
En esto artículo queremos, en la brevedad requerida, dar un vistazo sobre la historia del movimiento Pentecostal y Carismático. Este movimiento es de hecho multiforme, y frecuentemente confuso por la amplia cantidad de sus subcorrientes y agrupaciones; por el otro lado, a estas las unen conocidos rasgos fundamentales de doctrina y una historia previa, mismos que se deberían conocer, para con esto poder emitir un juicio.
1. La formación y expansión del movimiento Pentecostal
El propio “movimiento Pentecostal”, de acuerdo con la opinión de la mayoría de los historiadores, comenzó en los Estados Unidos de América, el año 1901 y en el año 1906. Pero este movimiento entusiasta no apareció de manera espontánea e inesperada; tiene una larga historia previa, la cual, sólo podemos esbozar aquí de manera muy breve.
a) La historia previa: Enseñanzas y movimientos entusiastas, que actuaron de manera preparatoria
Hubo distintas corrientes espirituales dentro de la cristiandad que están emparentadas con el movimiento Pentecostal, o que por lo menos tuvieron una influencia indirecta en su formación. En una manera cierta, este movimiento es sólo un eslabón en una cadena de entusiastas (esto quiere decir: inspiradas por espíritus de desvío) agrupaciones dentro de la historia de la Iglesia; estos movimientos emparentados como el montanismo o el irvignianismo ya han sido mencionados (cf. Págs. 86-88).
La influencia de la mística católica
El movimiento de engaño más antiguo, que en diversas variantes preparó de manera decisiva al movimiento Pentecostal, y una y otra vez ha tenido y tiene conexiones transversales con el mismo, es la “mística cristiana”.
Este movimiento tiene su origen en influencias místicas y paganas dentro de la incipiente degradación de la Iglesia apostólica en los siglos II y III d. C.; e impregnó, durante muchos siglos, a la decadente iglesia católica en la forma de la vida monástica. A sus raíces pertenece la falsa doctrina de la “gnosis” (cf. 1 Tim 6, 20; Col 2, 4-23), y también religiones paganas misteriosas (cf. Ap 17, 5).[1]
La meta de esta “mística cristiana” era y es una observación de Dios en éxtasis (el éxtasis significa estas fuera de sí); una vivencia de “la presencia de Dios”, en cierta forma, “la unión con Dios”. La vivencias místicas obrantes de direcciones demoníacas de desvío, son prácticamente idénticas a aquellas de los místicos paganos dentro de las diversas religiones de misterio dentro del hinduismo y el budismo.
Junto con visiones en éxtasis (en las que frecuentemente aparecen un falso y siempre sangrante Cristo, o también María como “reina del cielo” con un “niño Dios” en bazos, o engañadores ángeles de luz) también vienen voces internas para el odio, estados de trance y de inconciencia, risa involuntaria, convulsiones, el abandono del alma del cuerpo, levitaciones, etc.,.
Mensajes proféticos, hablar en lenguas, y curaciones milagrosas son también atestiguados de maneras distintas por “santos” y místicos católicos.
En la “mística cristiana” operaron espíritus de engaño; Satanás se reveló como “ángel de luz” (cf. 2 Cor 11, 1-4 y 13-15) y engaño a los religiosos en búsqueda con incontables vivencias dulces y cegadoras.
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia,
prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad.” (1. Tim 4, 1-3(RVR1960))
El núcleo de la mística es el lema satánico de desvío “serán iguales a Dios”. En la mística se versa sobre la “divinización” del hombre, la cual, se ha de alcanzar por medio de el éxtasis y de los métodos de meditación.
El hombre ha de volverse igual a Dios, por medio de la supuestas “unión” y “fusión” propia con Él. Esta enseñanza diabólica se encuentra en la práctica monástica del catolicismo, así como en diversas sombras de la iglesias romana y ortodoxa.
Entre los místicos romanos más sobresalientes encontramos a los padres del desierto egipcio, Bernardo de Clairvaux, el maestro Eckehart, Ignacio de Loyola, Teresa de Ávila, Madame de Guyon, y el hermano Lorenzo.
Desviaciones doctrinales entusiastas entre los evangélicos y el “movimiento de santificación”
El veneno de desvío espiritual de la mística romana se introdujo dentro de la cristiandad evangélica. Este proceso de engaño comenzó en el tiempo de la Reforma (Thomas Müntzer, Sebastian Franck, Caspar Schwenckfeld), y tuvo una influencia impregnante y preparatoria sobre el tardío pietismo (Johann Arndt, Jakob Böhme, Valentin Weigel).
Sobre las entusiastas alas de la cristiandad reformada, sobre todo en los “camisardos” y los “inspirados”, llegó al aparición, bajo la influencia de espíritus místicos engañadores, de falsas profecías, falsos milagros y éxtasis. Incluso en ese entonces se hablaba del hablar en lenguas, de “profecías inspiradas”, de caídas a espaldas, estados de transe, y reportes de pecados de fornicación relacionados a éstos.
El pietismo mismo estuvo, en buena medida, fuertemente influenciado por la mística evangélica y también por la romana. Después del pietismo, la influencia espiritual engañosa se introdujo en los tardíos movimientos de la santificación y del despertar.
Sobre todo Juan Wesley fue fuertemente impregnado por la falsa doctrina mística, que en especial influenció su falsa doctrina de la santificación. Wesley sostuvo la engañosa doctrina de la “perfección cristiana”, según la cual, el creyente en esta misma vida, puede ser liberado de cualquier pecado conciente y de cualquier impulso pecaminoso.
Esta falsa doctrina continuó siendo difundida de diversas formas por el movimiento de la “santificación” influenciado por Wesley, divulgado de manera masiva, entre otros, por el entusiasta “predicador del despertar” Charles Finney.
Bajo le influencia de la doctrina errónea de Wesley, círculos extremos del movimiento de santificación desarrollaron una doctrina progresiva en la que según después del nuevo nacimiento se hace efectivo el alcance de una “santificación total”, del “corazón puro”. Algunos falsos maestros de la santificación llegaron a la conclusión de que después debía de seguir otro paso, a saber, el “bautismo del Espíritu”, con el que posteriormente se podrían alcanzar los dones y los poderes de sanidad apostólicos.
Pero también el así llamado “movimiento Keswick” influenció a los fundadores del movimiento Pentecostal. Ahí ya se había desarrollado una doctrina de “dos pasos”, en la que se ve al “bautismo en el Espíritu” como una “investidura de poder” y como una vivencia especial de la salvación. Junto con Dwight E. Moody y Reuben A. Torrey, Andrew Murray y Robert Pearsall Smith ejercieron algunas mujeres predicadoras una influencia negativa sobre estos círculos; por ejemplo Phoebe Palmer y Hannah Whitall Smith.
De esta manera se formó en los Estados Unidos de América, a lo largo del siglo XIX, un considerable movimiento con mucha influencia, que había sido inspirado y dirigido por espíritus de error, en el que también se difundieron “sanidades milagrosas” y prácticas místicas.
En las ardientes “reuniones de despertar” (comúnmente llamadas camp meetings) con frecuencia se presentaban obras demoníacas, desmayos, trances, saltos, temblores, gritos, y de manera aislada también el hablar en lenguas y las profecías en “el Espíritu”. Las sanidades milagrosas y el “bautismo en el Espíritu” en éxtasis eran prácticas comunes.
Estas cosas llevaron a la división de estos grupos en las iglesias de la santificación metodistas y otras denominaciones; se formaron también algunas iglesias de la santificación extremistas de mucha influencia, de las que, bastante tiempo después, surgiría el movimiento Pentecostal, por ejemplo the Fire-Baptized Holiness Church (en español “la iglesia de santidad bautizada en fuego”) y the Church of God in Christ (la Iglesia de Dios en Cristo).[2]
b) El espíritu de engaño es derramado: El inicio del movimiento Pentecostal
El primero de enero de 1901, en Topeka (USA), en una escuela bíblica del extremo predicador de la santificación Charles F. Parham, llegó un “derramamiento del Espíritu”, en el que aparecieron estados de éxtasis, habla en lenguas y profecías.
Después en 1906, en la ciudad de Los Ángeles, sucedió un “derramamiento del Espíritu” espectacular por medio del predicador afroamericano y aprendiz de Praham, William J, Seymour, mismo que es considerado por muchos como el inicio del movimiento Pentecostal. De la “Misión de la calle Azusa” de Seymour se esparció ampliamente este “movimiento del Espíritu” por medio de muchos visitantes curiosos.[3]
El recién formado “despertar” conquistó numerosos círculos en un tiempo acelerado. Ellos mismos se otorgaban la denominación de “movimiento Pentecostal”, porque interpretaban su “derramamiento del Espíritu” como un “segundo Pentecostés” en el sentido de Joel 3. Esto llevó a airadas contiendas sobre la nueva doctrina y sobre las obras del Espíritu consideradas por muchos como antibíblicas.
Las engañadoras obras del espíritu del error
El espíritu de engaño que fue derramado en 1901/1906, a partir de estas fechas, era identificado por obras que portaban claramente un carácter espiritista y demoniaco. Desde sus inicios llevó el obrar del espíritu a divisiones y a una gran confusión, así condenó agudamente Praham al “despertar de Azusa” y vio en él el obrar de demonios, sin darse cuenta de que él había sido engañado por el mismo espíritu.
El espíritu de engaño que fue transmitido por el “bautismo del Espíritu”, tenía y tiene dentro de sus mensaje y de sus obras algo que trastorna y divide. Esto nunca lo vamos a constatar en el verdadero Espíritu Santo, quien es puro, santo , y verdadero, quien obra en concordancia con la Palabra de la Escritura inspirada por Él.
El falso espíritu del movimiento Pentecostal presentó a la vista una fachada de la piedad: aparente humildad y santidad, aparente hambre por Dios y por las poderosas obras del Espíritu, aparente arrepentimiento y un profundo amor por Jesús (semejante a los místicos católicos que eran acompañados por direcciones erróneas demoníacas parecidas).
Por el otro lado este espíritu de error generaba soberbia y una actitud no enseñable, y guiaba a sus seguidores por la ilusión de estar bajo la directa inspiración de Dios, por lo que se consideraban como infalibles.
Los “bautizados por el Espíritu” escuchaban voces y veían visiones, que en parte eran confusas y amenazantes, en parte eran de ánimo y dirigían a alturas religiosas. El espíritu del error le robaba frecuentemente a los hombres la seguridad de la salvación y provocaba diversas depresiones y estados psicóticos.
Aparecieron obras sobrenaturales como el claro descubrimiento de lo escondido (también pecados escondidos), señales de luz y apariciones de ángeles, fascinantes obras de poder, sanidades, y el hablar en lenguas.
El espíritu dirigía constantemente al éxtasis, es decir, estar fuera de sí, en el que la conciencia, la voluntad y el entendimiento del hombre es apagado por periodos prolongados, y por medio de esto el hombre es sumergido directamente en el mundo espiritual.
La fuerza espiritual que se presentaba como el “Espíritu de Dios” ejercía control sobre las personas, y traía constantemente, contra su voluntad, los síntomas espiritistas ya mencionados con anterioridad en la parte superior (temblor, caídas, trances, gritos, movimientos de animales, etc.,.)
Por una parte los espíritus de los falsos profetas hacían muchas expresiones que concordaban, introducían palabras bíblicas, traían algunas fingida verdades y apariencias espirituales, despertaban la apariencia de una fascinante y profunda piedad e imagen espiritual-nuevamente comparable a los místicos católicos.
Por otro lado encontramos desde el principio falsas profecías y pronósticos que no se cumplieron, promesas del espíritu sobre altos llamados y bendiciones especiales, que continúan sin cumplirse, así como muchos dichos que se encuentran en directa contradicción con las Sagradas Escrituras.
El espíritu de error se parecía de manera diestra a algunas obras del Espíritu verdaderas, y a dones apostólicos dados por gracia; pero también se manifestaba por diversos fenómenos que sólo se podían explicar por medio de obras de espíritus falsos y demoniacos.
Esto no ha cambiado hasta el día de hoy, y lleva a que muchos creyentes inestables y sin sobriedad consideren a este espíritu como el Espíritu de Dios, abriéndose a sus daños. Por otro lado los creyentes sanos en la fe, maduros, y firmes en la Biblia, de todos los tiempos, se han alejado de este espíritu, y después de un tiempo de prueba, han reconocido su naturaleza engañosa y demoniaca.
El falso derramamiento del espíritu – Una señal de la maduración de los últimos tiempos
Al final del siglo XIX, el tiempo reglado por Dios de un gran movimiento de despertar llegó a un fin. Cerca del fin del siglo XIX distintas doctrinas erradas y sectas engañosas ganaron cada vez más y más influencia en la amplia cristiandad que decaía de la fe bíblica, entre ellas los tardíos testigos de Jehová, los adventistas y los mormones.
La primeras apariciones de un espíritu de falsa profecía engañador fueron observadas en el siglo XIX, sobre todo con los irivingnianos en Inglaterra, quienes con derecho son estimados por algunos representantes del movimiento Pentecostal como parientes espirituales precursores del movimiento, y cuyo movimiento desembocó en la secta “neoapostólica”.
El mismo Señor nos anunció que en los últimos tiempos antes del regreso de Jesucristo, habrá muchos falsos profetas, quienes con grandes señales y maravillas intentarán engañar incluso a los escogidos (Mateo 24, 4-5 y 11-12 y 24-25).
Este falso movimiento profético ha de distinguirse por profecías, expulsiones de demonios y grandes maravillas, que serán practicadas en nombre de Jesucristo por siervos de Satanás que se presentarán como verdaderos creyentes (Mateo 7, 15 y 22-23). Estas advertencias son confirmadas y profundizadas en las cartas apostólicas.
Todas estas cosas deben de cumplirse. Ellas se cumplieron de manera parcial en los siglos postapostólicos, en los que se formó la iglesia católica de la iglesia apostólica primitiva.
Pero el desarrollo completo de este engaño se debía reservar para el breve tiempo antes del regreso del Señor, porque todos los desarrollos de los últimos tiempos tienen el carácter de los dolores de parto (Mateo 24, 8) y porque estos dolores de parto deben de presentarse con mayor intensidad y frecuencia hasta llegar al momento cumbre.
Por eso no puede sorprender la poderosa y visible aparición de un engañador espíritu de profecía a inicios del siglo XX; los creyentes bíblicos fieles de ese tiempo por poco fueron sobreaturdidos y confundidos.
Es por tanto consecuente que este engañador movimiento espiritual, en el marco del predicho desarrollo de los últimos tiempos bíblicos, se deba de extender. Esto sucedió, como sus precursores mismos lo observaron, en distintas “olas”, de las cuales, el clásico movimiento Pentecostal constituía sólo la primera.
El movimiento Pentecostal se extiende sobre el mundo
La consecuencia de la falsa espiritualidad del “despertar” Pentecostal fueron numerosas divisiones convertidas en asociaciones de iglesias y comunidades. Los pentecostales se unieron en sus propias comunidades y asociaciones eclesiásticas, en las que rápidamente ocurrieron también complicadas divisiones y rivalidades.
Muchos pastores y maestros líderes de las líneas de los creyentes fieles a la Biblia, de manera clara y nítida condenaron al movimiento como impregnado por el error demoniaco y por la confusión espiritual. Así se reveló el movimiento Pentecostal al estar separado de las iglesia evangélica fiel a la Biblia.
El desarrollo en Europa fue semejante al de los Estados Unidos, a donde el falso espíritu fue acarreado por medio de los visitantes curiosos de la calle Azusa. El movimiento también ahí ganó alguna influencia, pero permaneció aislado de las demás iglesias evangélicas de forma prolongada.
En Alemania esto fue el fruto de la “Declaración de Berlín”, en la que los hermanos líderes del pietismo y de las iglesias libres advirtieron sobre el “espíritu de abajo” de este movimiento, y en la que declararon la colaboración con el movimiento como falsa y antibíblica.
El movimiento Pentecostal confesaba y confiesa al exterior la inspiración y la infalibilidad de la Biblia; anteriormente portaba rasgos parecidos a los manifestados por creyentes conservadores fieles a la Biblia-tanto en el mensaje como en su apariencia exterior.
Aún hoy, de forma aislada, hay de estos pentecostales conservadores, pero en general el desarrollo en estos círculos se dirige fuertemente hacia el método carismático mundial. En resumen, por su orientación hacia las revelaciones del espíritu del error, el movimiento pentecostal desde sus inicios no fue en realidad fiel a la Biblia; y se muestra también muy propenso en cierta forma a las doctrinas erróneas extremas.
La doctrina errada más conocida es el llamado a manera de falsificación “Evangelio completo” que muchos pentecostales escribieron sobre su estandarte. De acuerdo con esta doctrina la sanidad física de toda enfermedad es supuestamente parte de la salvación absoluta en Cristo; debido a que Cristo llevó en la cruz las enfermedades de todos los hombres, ningún cristiano debería estar enfermo.
Pero esta aparente “ampliación” del Evangelio es en realidad una pésima falsificación. En ella se mezclan la salvación eterna con un fin terrenal, , a saber, la salud física, la cual, es siempre importante en todas las religiones paganas, y que no nos es prometida a nosotros como creyentes.
Hoy el movimiento Pentecostal se abre cada vez más al movimiento ecuménico mundial; desde hace años en el nivel del liderazgo se lleva un “diálogo” con la iglesia católica, e iglesias pentecostales líderes han entrado en el consejo mundial ecuménico. Ahora con esto se manifiesta de forma externa el parentesco interno de este movimiento con Babilonia la ramera, y con el decadente nombre de la cristiandad.
En las décadas que siguieron a su fundación, la influencia de este movimiento continuamente se volvió más fuerte. Especialmente en Latinoamérica, África, algunas naciones de Ásia, y en regiones donde el espiritismo, el animismo y chamanismo están fuertemente difundidos entre la población, el pentecostalimso ganó gran respaldo.
La existente carga demoníaca precursora y la magia impregnada en las personas de estos lugares generaron una gran apertura para el espíritu de error de este movimiento.
En estas regiones esto condujo, aún más que en los Estados Unidos, a un sin número de sectas y grupos, en los que enseñanzas pentecostales y carismáticas fueron mezcladas con ritos religiosos paganos y con terribles doctrinas erradas. Estas sectas frecuentemente siguen a gurús encantadores y falsos profetas “dotados de carisma”; en ellos se mezcla el elemento oculto del pentecostalismo con las influencias ocultas de su antigua religión.
Hoy el movimiento Pentecostal es un factor de mucha influencia en la cristiandad mundial, cortejado por el ecumenismo mundial, y considerado seriamente por la iglesia romana como un interlocutor del diálogo. Él puede reclamar como propios impresionantes números de adeptos; así la “iglesia más grande del mundo”, la Yoido Iglesia del Evangelio Completo en Seúl/ Corea del Sur, fundada por Paul (David) Yongii Cho, que cuenta con cerca de 800, 000 miembros, pertenece al movimiento Pentecostal.
Pero este tamaño externo es el fruto de un adulterado y falso “Cristianismo” fundado en la doctrina del error y en el engaño, que finalmente es un paganismo camuflado con cristianismo, y por esto es tomado por los gentiles como el verdadero Evangelio con mucha disposición.
2. La conformación y expansión del movimiento carismático.
Por cerca de 50 años el movimiento Pentecostal llevó una continua existencia aislada dentro del mundo de la cristiandad; creció, pero casi no tenía influencia en las grandes iglesias, o en las iglesias evangélicas fieles a la Biblia. Sin embargo en los Estados Unidos de Norteamérica en el transcurso de los años cincuentas del siglo XX, se abrió el camino para un nuevo desarrollo.
Los inicios del movimiento Carismático
Principalmente por medio del servicio de “evangelistas de la santificación” pentecostales e independientes (entre otros William Branham, Oral Roberts, T. L. Osborn), quienes se daban a conocer con milagros y que realizaban campañas en carpas de circo, tuvieron varios miembros de grandes iglesias protestantes (presbiterianos, episcopales, metodistas, bautistas) la experiencia del “bautismo del Espíritu”[4].
También la unión fundada por Demos Shakarian “Empresarios del Evangelio completo” (Full Gospel Business Men’s Fellowship International) abordó a muchos cristianos no pentecostales y les administró el “bautismo del Espíritu”.
Otros factores de preparación fueron tanto las actividades del pentecostal David du Plessis, quien hizo publicidad de las enseñanzas del movimiento Pentecostal en las grandes iglesias, y en el consejo mundial ecuménico, como la influencia de la Agnes Sandford, quien obraba sanidades milagrosas.
En los años cincuentas varios pastores de iglesias ecuménicas liberales tuvieron la experiencia del “bautismo del Espíritu”, pero fueron excluidos o esperaron en silencio.
La apertura del “Movimiento de renovación carismático” llegó con el “bautismo del Espíritu” del Pastor anglicano Dennis Bennett, quien hizo pública su experiencia en 1960. A pesar de la fuerte resistencia, él peleó por el reconocimiento de los miembros bautizados en el espíritu dentro de su iglesia episcopal (la muy liberal iglesia de los Estados Unidos equivalente a la iglesia anglicana).
Animados por el ejemplo de Bennett, otros pastores y laicos en otras iglesias, trajeron al público su vivencia carismática, y en consecuencia emprendieron el ruego por “una renovación carismática” de su iglesia. A los pioneros de este sensacional y sensible movimiento pertenecen también el anglicano Michael Harper, el teólogo presbiteriano J. Rodman Williams, y el teólogo luterano Larry Christenson.
Ante la situación de ese entonces las direcciones de las iglesias liberales, después de algunas consultas, se decidieron a tolerar e incluso promover “el movimiento de la renovación”; pronto hubo en las grandes iglesias, redes de pastores, laicos e iglesias “renovadas”; los primeros congresos comenzaron a tener lugar. El movimiento también comenzó a ganar influencia por medio de presentaciones propias publicitarias; el libro de David Wilkerson La cruz y el puñal se volvió famoso (1963).
El movimiento carismático recibió un impulso de importancia por medio de la conformación del “movimiento carismático de renovación” en la iglesia católica en el año de 1967. En ese entonces algunos profesores y estudiantes de dos universidades católicas de los Estados Unidos recibieron el “bautismo del Espíritu” pentecostal.
A partir de ahí se expandió rápidamente un movimiento que mundialmente cuenta con cerca de cien millones de adeptos, y con esto constituye el único y más fuerte factor del movimiento carismático a nivel mundial. A esta corriente que está bajo la protección de la autoridad de los Papas, y que se goza de la buena voluntad de la iglesia romana, pertenecen cardenales y obispos, sacerdotes y monjes, profesores de teología de la crítica bíblica y jesuitas.
La situación actual del movimiento carismático
Mientras tanto la renovación carismática se estableció firmemente en la mayoría de las grandes iglesias protestantes; pero su influencia es de cualquier forma limitada, y abarca normalmente entre el 10% y el 20% de los actuales Pastores y miembros de las iglesias.
En los años sesentas y setentas la tendencia carismática se exportó a Europa y a otras regiones del mundo; en Alemania se encuentran el teólogo luterano Arnold Bittlinger y los bautistas Wilhard Becker y Siegfried Großmann entre los pioneros.
Junto a esta corriente “clásica” de la renovación carismática, la cual, se hizo de la tarea de obrar como una levadura en la iglesias establecidas, para ahí guiar a los hombres al “bautismo del Espíritu”; se formó en los años setentas una rasante y creciente corriente de iglesias carismáticas independientes que en cierta forma permanecían completamente para si mismas, y en cierta forma se agrupaban en relajadas uniones.
Fueron conocidas por ejemplo las comunidades Vineyard dirigidas por John Wimber, las comunidades Palabra de fe bajo el liderazgo de Kenneth Hagin y Kenneth Copeland, y la comunidad Calvary Chapel bajo el liderazgo de Chuck Smith.
Estas comunidades que en su mayoría aparecieron con una forma bastante global y con una gran apertura mundial, y que en parte toleraban y promovían sin problemas doctrinas erradas de peso; son hoy el elemento predominante dentro del movimiento carismático.
En ellas dominan en parte verdaderas estructuras sectarias; el poder de los supuestos guías “apostólicos” inspirados por Dios lleva una y otra vez a peores abusos espirituales. Dichas comunidades con frecuencia crecen rápidamente; pero con la misma velocidad se separan de nuevo muchos adeptos, y buscan de nuevo mas “Power (poder)” y gurús más atractivos-o fácilmente resbalan nuevamente a una vida mundana.
Un papel importante en la expansión del movimiento carismático lo jugaron también las empresas “interdenominasionales” de operación mundial como Jugend mit einer Mission (Juventud con una misión), Teen Challenge (el reto de la adolescencia) o Empresarios del Evangelio completo.
También astutos “evangelistas de la televisión” con un fuerte presupuesto millonario, y con un diluido mensaje sensacionalista, ganaron gran influencia entre los carismáticos; entre ellos Jim Bakker y Jimmy Swaggart, debido a fraudes y divorcios, alcanzaron una triste fama; pero también Oral Roberts, Paul Crouch (TBN) y Pat Robertson (CBN) no se quedaron libres de escándalos.
Un peso en aumento lo tienen las especialmente crecientes comunidades carismáticas y movimientos eclesiásticos independientes en África, Asia y Latinoamérica (las cuales, en cierta forma también son incluidas dentro del movimiento Pentecostal, ver en el texto superior). Fueron en gran parte fundadas por “apóstoles” y “profetas” locales, y tienen según el estadista carismático David Barrett más de 200 millones de adeptos; con esto constituyen la fuerza más grande de los 520 millones de cristianos carismáticos calculados.
Esto es revelador porque la masa de estos “cristianos carismáticos” pertenece a sectas que niegan las doctrinas bíblicas en puntos importantes, y sostienen graves doctrinas erradas. Algunos como los Kimbangüistas (Congo), honran a su fundador como el “libertador” y como “la encarnación del Espíritu Santo”; casi todos mezclan prácticas mágicas, animismo y chamanismo con elementos “cristianos”.
En el pasado generalmente no se tomaba en cuenta a estas sectas sincretistas (que mezclan religiones) nacientes del movimiento carismático, pero bajo la influencia del guía ecuménico y crítico de la biblia se les denomina como “cristianos carismáticos”-de forma continua ellos practican junto con su encantamiento y adoración de ídolos también los clásicos “dones del Espíritu” como el hablar en lenguas, las sanidades milagrosas, las profecías, y al igual que los pentecostales frecuentemente caen en trance y éxtasis.
Para muchos promotores de la ola del “crecimiento de la iglesia”, que pretende el crecimiento a cualquier precio, esta es la religión (“cultura”) tradicional, el modelo adaptado (“contextualizado”) de este movimiento, realmente la perspectiva del futuro para el movimiento Pentecostal y carismático.[5]
El surgimiento del movimiento carismático visto desde el punto de vista espiritual, significa una grave extensión consecuente del engaño errado de falsa profecía dentro de los últimos tiempos.
Una dirección impactante de este engaño la impuso el leudar a las clásicas grandes iglesias con la levadura de la falsa profecía.
Por otro lado las iglesias carismáticas independientes fueron un medio operante para abarcar a un gran número de personas, y llevarlas bajo la influencia del falso espíritu-tanto a miembros de la iglesia, como a no cristianos religiosos en búsqueda, que venían en parte del entorno de la nueva era, y que encontraron en el movimiento carismático una religiosidad emparentada.
Estas iglesias crecen rápidamente, pues muchos visitantes después de un tiempo se sumergen. Generalmente arrastra a personas jóvenes de otras iglesias cristianas, e intenta amarrarlos con programas atractivos. Ellas experimentan con programas no bíblicos como las “células” o el concepto de “iglesia en casa” o con los inicios de nuevas “fundaciones de iglesias”.
Con esto puede uno observar más influencia en una dirección ecuménica de mezcla de religiones, y puentes en la corriente “postcarismática” de la iglesia emergente, que es reclutada en una parte importante por líderes carismáticos.[6]
3. Los carismáticos conquistan a los evangélicos
En los años setentas y ochentas del siglo XX se desarrolló otra tendencia de manera cada vez más fuerte, y esta fue también la leuda carismática de corrientes e iglesias evangélicas que antes eran fieles a la Biblia. Durante muchas décadas hubo una clara y por derecho consecuente limitación establecida por muchas agrupaciones evangélicas en contra de las doctrinas erradas y de los falsos dones del movimiento Pentecostal.
Pero paralelo al surgimiento de la corriente carismática no dogmática, de obrar atractivo, y muy flexible en doctrina y estilo de piedad, hubo en el territorio evangélico una funesta apertura a la influencia pentecostal y carismática, tanto a nivel mundial como en las naciones germánicas.
Los evangélicos se abre a las influencias carismáticas
A más tardar en los años sesentas del siglo XX llegó a comunidades e iglesias libres, que todavía reconocían la fe bíblica, una disminución de los fundamentos espirituales.
Seguramente había muchas causas responsables de esto: un mensaje evangélico banal inclinado al humanismo, que no provocaba un claro arrepentimiento; una creciente adaptación al mundo y una negligencia en la santidad personal y de la iglesia en general, un avance escurridizo de la crítica bíblica; la mezcla de la luz con las tinieblas, confianza y desconfianza en la alianza y otras uniones, en las que no se practicaba el aislamiento bíblico.
La influencia espiritual de la cultura rock y pop, el rechazo de toda autoridad y norma divina que en ese entonces se extendía como una enorme ola, obró ciertamente en la iglesia: la ausencia de ley, la perdida del temor de Dios, el egocentrismo, fueron los frutos.
Como consecuencia creció la receptividad de muchos evangélicos hacia las enseñanzas y prácticas del movimiento Pentecostal y carismático. Un papel clave lo desempeñaron los evangélicos americanos, sobre todo Billy Graham, quien promovió la inclusión de pentecostales y carismáticos.
También la apertura a trabajadores, doctrinas y prácticas carismáticas en organizaciones evangélicas como Opertion Mobilisation y Campus Crusade for Christ obraron en esta dirección.
Por último el moderno “movimiento del crecimiento de la iglesia” (Willow Creek, Rick Warren) ejercieron aquí una influencia negativa, porque incorporaron elementos carismáticos en sus doctrinas y en sus métodos, y de manera conciente y pragmática trabajaron de manera conjunta con carismáticos.
La gran mezcla carismática evangélica
Los evangélicos en Europa de igual forma se abrieron más y más al movimiento Pentecostal y evangélico. Sus representantes jugaron un papel creciente en las uniones de alianza evangélica; también en Alemania, donde la “Declaración de Berlín” por mucho tiempo había tenido un efecto de freno, se le dio oficialmente la bienvenida a las comunidades pentecostales y carismáticas (“Declaración de Kassel” 1996).
Entre tanto algunas iglesias libres tomaron como medidas contra los creyentes que de manera fundamental rechazaban el movimiento carismático, quienes no debían continuar activos como trabajadores de estas iglesias, mientras que las correspondientes doctrinas carismáticas eran explícitamente saludadas y aceptadas.
La influencia de la música de alabanza carismática fue de especial importancia en estos tristes desarrollos. Las engañadoras y conmovedoras canciones de musica pop y rock carismáticas pronto se volvieron populares tanto en los adolescentes como en las iglesias conservadoras. Y junto con las canciones llegó una receptividad hacia las falsas doctrinas. Las doctrinas carismáticas erradas carismáticas como “el bautismo del Espíritu”, y prácticas antibíblicas como el “hablar en lenguas” y la “expulsión de demonios” son ampliamente aceptadas en iglesias evangélicas y no carismáticas.
El trabajo en conjunto amistoso con carismáticos de la región en el marco de la alianza evangélica en “reuniones de oración” o en “Pro Cristo” son una regla común; el antiguo aislamiento bíblico aferrado contra esta corriente errada está casi vencido por completo.
El gran peligro de esta gran mezcla yace en que las doctrinas carismáticas erradas esparcen la levadura mencionada en la Biblia (c. f. Gal 5, 7-10; 1. Cor 5, 6-8)-una influencia espiritual que obra confundiendo, desviando y contaminando, la cual, de manera regular se extiende cada vez más.
Por medio de esta levadura carismática, iglesias que en el pasado estaban impregnadas de una fidelidad hacia la Biblia han cambiado por completo en el transcurso de algunos años. Se lleva a la pérdida del temor de Dios; se rinden los fundamentos de la Palabra de Dios y la doctrina bíblica en favor de convicciones místicas orientadas a lo sensible, y de una decidida orientación hacia cualquier cosa posible.
El hombre se pone en el punto medio; de repente se le llama buena a la mezcla ecuménica; se les “deja ser” a las mismas terribles doctrinas erradas y las toma donde sea y cuando sea posible.
La dañina influencia del espíritu del error carismático ha traído consigo que el siguiente paso de la apostasía de la fe bíblica, el movimiento postmoderno de la “Iglesia Emergente”, se pueda expandir sin resistencia.
La decadencia del Evangelio bíblico continúa su paso, pero de manera aterrante muchos evangélicos ya están entenebrecidos, de manera que ya no se pueden dar cuenta.