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El camino en pos de Cristo frente al extravío carismático

 

 

Rudolf Ebertshäuser

 

 

1. Introducción

 

El tema que vamos a tratar en este trabajo es – lamentablemente – de gran actualidad en nuestros días, y es un tema muy necesario. Como creyentes que queremos seguir fielmente a nuestro Se or y Salvador, hoy nos vemos enfrentados a dos desarrollos que caracterizan a la cristiandad evangélica y la están arrastrando con cada vez más fuerza:

– por una parte, un cristianismo que se está dejando llevar por la corriente creciente del modernismo, la autorrealización, el egoísmo y la superficialidad. Un cristianismo que ha dejado de respetar la Palabra de Dios como norma y criterio definitivo y concluyente. Un cristianismo que ha sustituido el seguir a Cristo (lo cual siempre conlleva tomar su cruz) por la danza alrededor de las necesidades humanas. Este desarrollo de un cristianismo diferente marcado por la mundanalidad y el egoísmo, cuyo centro ya no es Dios, sino el hombre, está avanzando y entrando ampliamente en casi todos los círculos evangélicos, incluso en los más conservadores y fieles a la Biblia, sobre todo en los jóvenes y los de mediana edad. Este desarrollo se expresa hoy, por ejemplo, en el movimiento de “Willow Creek”.

– por otra parte, nos hallamos hoy ante una influencia cada vez mayor de los movimientos pentecostal y carismático en las más diversas corrientes de la iglesia creyente (para mayor brevedad en lo sucesivo me referiré a ambos movimientos con la expresión de “movimiento carismático”). Este movimiento pretende ser un avivamiento obrado por el Espíritu Santo en los últimos tiempos, y hacer posible la restauración de la iglesia en su gloria y poder apostólico, por medio del restablecimiento de los dones espirituales o “carismas” propios de la primera iglesia. Cada vez más creyentes, y sobre todo los más jóvenes, se dejan arrastrar por esta corriente fascinante y se abren al “bautismo del Espíritu” propagado por los carismáticos, con las doctrinas ligadas a éste.

En el presente estamos viviendo como estas dos corrientes se están uniendo y fortaleciendo mutuamente. Unido a esto, vemos como grupos que antiguamente se basaban en la Biblia, ahora conscientemente se están abriendo a las doctrinas y prácticas carismáticas, por lo menos en su aspecto supuestamente “moderado”.
Adoptar una posición clara ante estos desarrollos es el desafío de todos los creyentes fieles a la Biblia, que aman a su Se or. Necesitamos una evaluación espiritual basada en la Palabra de Dios; un juicio claro sobre las corrientes de estos últimos tiempos, y un camino fundado en la Biblia para enfrentarnos a ellas y poder seguir a Cristo con fidelidad en nuestros días.

Este trabajo quiere ofrecer una orientación fundamental bíblica para poder evaluar al movimiento carismático. A la luz de la Palabra, quiere indicar el camino para seguir fieles a Cristo. Ambas cosas se podrán exponer sólo de manera muy deficiente y general en el marco de este trabajo reducido. Pido la comprensión del lector por no poder ser más extenso aquí.

Quizás sería conveniente mencionar aquí brevemente que yo mismo durante 5 a os (de 1985 a 1990) he sido un partidario convencido del movimiento carismático, antes de que el Se or en Su gracia me abriera los ojos para ver la seducción a la cual yo mismo me había abierto. Yo mismo había recibido el “bautismo del Espíritu” en una iglesia pentecostal#, hablado en lenguas y experimentado el obrar del espíritu del movimiento carismático que se manifestaba en profecías falsas, en caídas, expulsión de demonios y cosas semejantes. Durante esos a os tuve contacto con multitud de corrientes dentro de este movimiento: con grupos pentecostales de santidad y grupos carismáticos “moderados” , con carismáticos católicos y también con carismáticos extremos.

Por la gran misericordia y gracia de Dios al fin pude comprender que se trataba de doctrinas y prácticas falsas en este movimiento. Él me guió al camino bíblico en el cual seguir a Cristo con fidelidad. Desde entonces sigo por este camino, a pesar de mis muchos fracasos y debilidades.

De modo que este tema que quiero tratar está muy relacionado con lo que yo mismo he vivido y puedo testificar personalmente – aunque hay que recalcar que en estas cosas no valen como criterio las experiencias personales y los testimonios, sino la Palabra de la Escritura. Solamente la Palabra de Dios puede ser la norma y el criterio decisivo de nuestro juicio.

2. Siguiendo fieles a Cristo ante el peligro de la seducción según 2 Corintios 11:2-4

Quiero poner en el centro de nuestra consideración un texto bíblico que según mi entender es una clave para la comprensión de la seducción de los últimos tiempos, y muy especialmente del movimiento carismático: La afirmación de la Biblia en 2 Corintios 11:2-4. Este pasaje arroja luz sobre la naturaleza y la esencia de este movimiento tan deslumbrante y difícil de definir, y lo hace desde el infalible punto de vista de Dios:

“1 Ojalá toleraseis un poco mi locura; empero toleradme. 2 Pues que os celo con celo de Dios; porque os he desposado a un marido, para presentaros como una virgen pura a Cristo. 3 Mas temo que como la serpiente enga ó a Eva con su astucia, sean corrompidos así vuestros sentidos en alguna manera, de la simplicidad que es en Cristo . 4 Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis.”

En este pasaje hallamos expresados los dos polos opuestos de nuestro tema: el camino en pos de Cristo en fidelidad, frente al enga o de Satanás que quiere desviarnos de este camino. Consideremos más de cerca las afirmaciones de este pasaje.

a) Simplicidad y fidelidad a Cristo – los distintivos de la esposa de Cristo (v.2-3)

En el versículo 1 hallamos indicios de la situación de la iglesia de Corinto, a la cual Pablo se está dirigiendo por medio de estas palabras de advertencia. Los corintios parece que ya no tomaban muy en serio a Pablo y su doctrina; había oposición contra su sincera y sencilla predicación de la Palabra de Dios. Los corintios, que no eran espiritualmente maduros, sino carnales, se habían abierto a doctrinas diferentes, por la influencia de seductores. Estaban en peligro de dejar de seguir a Cristo. Guiado por el amor de Dios, Pablo lucha aquí por los creyentes que le han sido confiados, para llevarles de nuevo a la actitud interior correcta hacia su Se or.

De ahí que Pablo les recuerde de nuevo lo que había ocurrido cuando se convirtieron de las tinieblas de la idolatría a Jesucristo como su Se or y Salvador. Por medio del nuevo nacimiento Dios había hecho de ellos vírgenes puras, habiendo estado antes llenos de impureza y fornicación espiritual. Según el designio eterno de Dios habrían de ser la posesión eterna de Su amado Hijo, “la esposa del Cordero”, como dice el Apocalipsis (Apoc 21:9). Ellos, que antes habían tenido una relación fornicaria con Satanás, ahora eran desposados a un marido, que tenía pleno derecho a ellos, siendo su Creador y Salvador. Debían pertenecerle a Él exclusiva y castamente, sin miradas de reojo a otros u otras cosas. Eso es lo que deseaba el celoso amor de Dios, y el siervo Pablo era el instrumento humano para conseguirlo.

Aquí tenemos un cuadro conmovedor de nuestro camino sobre la tierra como creyentes; figura que deberíamos considerar más profundamente. En el momento en que, guiados por la gracia de Dios, pudimos recibir al Se or Jesús como Salvador y Se or, fuimos incluidos en la iglesia que es la esposa que el Se or Jesús ha comprado por su sangre. Ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, sino a Cristo (1 Cor 6:19); somos un espíritu con Él; somos llamados a vivir para aquel que murió y resucitó por nosotros (2 Cor 5:15), y no más para nosotros mismos. Él nos ha amado y se ha entregado por nosotros (Ef 5:25) y nosotros debemos estar apegados a Él y de todo corazón corresponder a ese amor, tal y como lo hace una esposa prometida con su esposo.

Bien entendido: somos una esposa prometida, aún no somos la esposa en el pleno sentido de la palabra. En la historia de la búsqueda de una esposa para Isaac (Gn 24) vemos a modo de ejemplo para nosotros, que en el Antiguo Testamento un matrimonio ya tenía validez jurídica, y era ya indisoluble, después de contraído el compromiso por medio del intercambio de dones y la conclusión del contrato de compromiso. El momento de la unión real con el esposo, la boda propiamente dicha, sin embargo, a menudo ocurría algún tiempo después. En el caso de Rebeca, hasta llegar a su esposo tuvo que hacer un largo y peligroso viaje, atravesando países extranjeros. De la misma manera, nosotros los creyentes por la gracia de Dios, ya pertenecemos legal e indisolublemente a Jesucristo, somos la esposa del Cordero, pero aún estamos de viaje hasta llegar a Él, vivimos aún en este mundo que tenemos que atravesar siguiéndole a Él, hasta que nos reunamos un día con Él. Para nosotros Él es aún invisible, porque está ensalzado a la diestra del Padre en gloria. Le amamos sin haberle visto (1 Pe 1:8); aún andamos por fe, y no por vista (2 Cor 5:7). Aún tenemos por delante la boda del Cordero como gloriosa esperanza.

Por esta senda de travesía por este mundo hay una cualidad en la esposa prometida que el esposo estima de manera muy especial: es la pureza y castidad de los creyentes. Esta palabra que a muchos les sonará extra a, significa que no debemos conceder a nadie ni a nada un lugar en nuestro corazón fuera de nuestro esposo celestial. Significa abstenerse conscientemente de distracción y amancillamiento, de toda apetencia de cosas que pudieran disputarle al Se or Jesús el primer puesto en nuestra vida. Significa una entrega completa al Se or, un amor exclusivo hacia Él – que sea Él nuestro gozo, el centro de nuestra vida y nuestro pensamiento; que toda nuestra vida esté rendida a Él. Este es el “primer amor” hacia Cristo mencionado en Apoc 2:4, que la iglesia de Éfeso había dejado – y no tenemos que confesar nosotros que también lo hemos dejado?!

Esta actitud se expresa en el versículo 3 con una palabra que también nos suena extra a: “simplicidad que es en Cristo”. Qué significa “simplicidad”? Denota que sólo Una cosa ocupa nuestra mente, es decir, nuestro Se or Jesús y cómo agradarle y poder servirle. Simplicidad significa sinceridad, amor puro, entrega sin reservas ni reticencias; denota una vida en Cristo y Su Palabra, sin distraerse con pensamientos mundanos, enga o místico o amor al mundo. Lo contrario es el corazón dividido (Stg 4:8), el corazón fornicario que está ligado al mundo y sus encantos (también de índole intelectuales), (Stg 4:4).

La simplicidad y castidad del amor puro hacia Cristo está en nosotros, cuando el Se or Jesús es nuestro todo, cuando hemos hallado en Él nuestro pleno contentamiento y podemos decir: ” A quién tengo yo en los cielos? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.” (Sal 73:25). Aquí la mayoría de nosotros (yo mismo incluido) tenemos que humillarnos y confesar: “Se or Jesús, yo no poseo esa simplicidad y amor! Hace tiempo que le he perdido – o quizás nunca lo tuve!” Pero, no obstante, este es el criterio divino, el objetivo divino para la actitud de nuestro corazón, y podemos arrepentirnos y pedirle al Se or: “Obra Tú en mi ese amor y entrega, esa simplicidad y castidad. Déjame seguirla y desearla y escoger de nuevo la senda de fidelidad en pos de Ti.” Qué gran misericordia es, que la Palabra del Se or a Éfeso nos abre y manda tomar precisamente este camino: “Recuerda por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras;”, (Apoc 2:5). El Se or puede otorgarnos nuevamente esta pureza y fidelidad.

El sincero amor y la entrega a nuestro Se or y Salvador son la condición indispensable para una vida que sigue a Jesucristo con fidelidad. La simplicidad y sinceridad frente a nuestro Se or necesariamente van unidas a la sincera obediencia a Su Palabra que encontramos manifestada en las Sagradas Escrituras. De ahí que el mismo Se or Jesús diga con sobriedad: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Jn 8:31); y: “Si me amáis, guardad mis mandamientos;” (Jn 14:15).

Fidelidad a Cristo significa fidelidad a su Palabra. Nuestra vida con el Se or consiste sobre todo en esforzarnos para poner en práctica esta Palabra, a pesar de nuestra imperfección, consiste en acatarla aún allí donde nos duela y donde tengamos que mortificar nuestra carne. El amor a Él nos lo pone fácil sacrificar ventajas terrenales y satisfacciones egoístas y aspirar a que Él sea visto en nuestra vida y consiga su objetivo con nosotros.

Seguir fielmente las pisadas de Cristo consiste también en la simplicidad e integridad de la fe, por la que vivimos. “Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí” (Gál 2:20). Vivimos en una sencilla y simple confianza en el Se or y Su Palabra, en Su gracia y Sus promesas. No nos apoyamos en métodos humanos y seguridades; tampoco aspiramos a emociones placenteras y experiencias extraordinarias, sino que recorremos nuestra senda terrenal fiel y sin rodeos, con la mirada puesta en nuestro buen Pastor y Se or.

Estamos haciendo esto? Estamos siguiendo este camino sencillo en pos de Cristo, el camino de la virgen casta que está prometida a Cristo? Queridos, no se halla aquí nuestro fracaso, nuestra deficiencia, nuestra miseria espiritual? Arrepintámonos en esto y busquemos al Se or pidiendo una renovación de nuestra mente, para que nuestro corazón y nuestra vida estén orientados hacia Él, para poder vivir para Su gloria y complacencia.

b) El enga o de la serpiente (vv. 3-4)

En el versículo 3 de nuestro texto, Dios nos muestra que el amor ingenuo y puro de la esposa, la iglesia, hacia su esposo se ve amenazado no solamente por la vieja naturaleza de los creyentes, egoísta e inconstante, sino que está expuesto además a otras tentaciones totalmente diferentes y más peligrosas. Satanás, el adversario astuto de Dios, tan lleno de maldad, no puede ver este amor y simplicidad de los redimidos hacia su Salvador. Su afán es enaltecerse a sí mismo para recibir adoración y honra. De ahí que, con toda clase de artima as, intente todo para sacar a los redimidos de su cándida entrega a Cristo, de ahí que intente seducirlos y corromper su actitud para hacerles desleales a su Se or.

El objetivo del enemigo es hacer que amen y estimen otra cosa y no a Cristo solamente. Como en el ejemplo de Eva, quiere hacerles ver algo deseable en lo cual poner su corazón, para que abandonen así la obediencia y entrega total a Jesucristo. Lo deseable no consiste solamente en deleites sensuales y mundanos o ventajas materiales; los cebos de Satanás son también supuestos “conocimientos espirituales” y “revelaciones”, filosofía y mística, además de “experiencias espirituales” fascinantes, con lo cual intenta atraer a los creyentes para que caigan en su trampa.

De modo que podemos ver dos trampas a la vera del camino que queremos seguir fieles en pos de Cristo. Trampas concebidas con arreglo al carácter y las debilidades de los creyentes:

– Las almas más débiles, que no han sido profundamente liberadas del mundo, son cebadas por el enemigo con el amor al mundo y la autorrealización carnal. Las enreda en las cosas de este mundo, las seduce a gozar de las cosas de aquí, a buscar una carrera, al amor al dinero, a la lascivia e impureza, a abrirse a la suciedad y seducción del mundo por medio de la televisión y otros medios de comunicación, a la música popular y al rock etc. Las seduce a no hacer caso de la Palabra de Dios y seguir sus propios caminos en incredulidad y desobediencia. Con ello las ha enredado en un grave pecado y efectivamente ha corrompido su vida espiritual. Cuán seriamente nos dice la Palabra de Dios: Adúlteros y adúlteras, no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” (Stg 4:4).

– A los creyentes más decididos, en los que aún se hallan un egocentrismo inquebrantado y altivez, el enemigo los seduce por medio de una religiosidad exagerada cuya mezcla es muy sutil: con “conocimientos” y “revelaciones” supuestamente superiores y tentadores que se salen de la Palabra de Dios; con una santificación legalista que se busca alcanzar por medio de obras y ejercicios penitenciales, ayunos y oraciones de larga duración. Ligado a esto va una negación de la salvación solamente por gracia mediante la fe, encubierta bajo una aparente piedad. La mística y la falsa profecía, el ascetismo y las falsas aspiraciones de santificación han sido siempre los más terribles lazos de Satanás para la vida de los creyentes (comp. Col 2:4-10; 16-23). Desempe aron un importante papel en la decadencia de la iglesia primitiva apostólica y su transformación en la iglesia católica babilónica, y se hallan también en la seducción de los últimos tiempos por medio del movimiento pentecostal. Mirándolo bien, este enga o no es otra cosa sino fornicación espiritual. Los creyentes son desviados a poderes y revelaciones satánicas, de modo que entran en comunión con demonios (comp. 1 Cor 10:20) escuchando doctrinas de demonios (comp. 1 Tim 4:1).

3. El enga o carismático a la luz de 2 Corintios 11:3-4

En el versículo 4 hallamos una afirmación clave con la que el Espíritu de Dios nos revela las características esenciales de la estrategia del enga o de Satanás en la iglesia de Dios. El apóstol Pablo muestra que los Corintios carnales se habían abierto a una astuta falsificación del cristianismo, al recibir a ciertos falsos maestros judíos, que les querían apartar de la fe ense ada por los apóstoles. Qué había ocurrido?

Ciertos creyentes carnales habían formado grupitos y partidos en Corinto. Bajo la influencia de falsos apóstoles muy elocuentes, habían entrado en oposición a Pablo y su doctrina. Estos hombres enga adores fascinaban por su carisma y elocuencia, aparentaban tener una piedad y autoridad superiores, de modo que Pablo a su lado parecía raquítico y despreciable. Con sus falsas doctrinas habían ejercido influencia sobre gran parte de la iglesia y la habían embelesado al menos por algún tiempo.

Guiado por el Espíritu Santo, el apóstol Pablo arranca la máscara de la cara de estos hombres y nos muestra el juicio de Dios sobre esta “espiritualidad exagerada”: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, trasfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz” (vv. 13-14).

Pero los corintios tenían dificultades en comprender este enga o, y a muchos creyentes de hoy en día les pasa lo mismo. De ahí que el Espíritu Santo revele los objetivos y métodos que Satanás emplea para su obra de enga o en medio de la iglesia de Dios. Estas afirmaciones de la Biblia tienen un valor fundamental y son de gran importancia precisamente para nosotros, los creyentes que vivimos en los últimos tiempos. Queremos aplicarlas ahora conscientemente al movimiento carismático y ver qué luz nos dan.

a) Los rasgos característicos del movimiento carismático:
otro Jesús – otro espíritu – otro evangelio

Qué hizo Satanás para apartar a los creyentes de Corinto de seguir fielmente a Cristo? En el versículo 4 hallamos tres elementos típicos de la seducción satánica: otro Jesús – otro espíritu – otro evangelio. Estos elementos también los hallamos hoy en todas partes donde actúa el enga o del adversario.

Otro espíritu

Quiero comenzar con el método que con más claridad responde a la falsa pretensión del movimiento carismático: Satanás reparte otro espíritu, que los creyentes no habían recibido cuando creyeron.

Qué espíritu habían recibido los corintios cuando creyeron? El Espíritu Santo de Dios, que se recibe por la fe en Jesucristo (Gál 3:14). Cuando nacieron de nuevo por el Espíritu, fueron bautizados por el Espíritu en el cuerpo de Cristo (1 Cor 12:13). Bien entendido: Según la ense anza bíblica, habían recibido al Espíritu de Dios como persona, no solamente un poco de fuerza impersonal (comp. Jn 7:39; Jn 14:16 17). Esto significa que el Espíritu moraba en ellos con toda su plenitud (comp. también Ef 1:19), aunque la experimentaran de manera muy diferente, según su conducta y estado espiritual. Así lo ense a la Biblia!

La ense anza fundamental del movimiento pentecostal-carismático, en cambio, es que el creyente con el nuevo nacimiento no ha recibido el Espíritu Santo, o al menos no en su plenitud. Por lo cual, según ellos, necesita un “bautismo del Espíritu” especial, posterior al nuevo nacimiento, necesita “recibir el Espíritu” para poder vivir una vida espiritual con poder. Esta ense anza es una mentira. Le hace a Dios mentiroso, que en Su Palabra garantiza a los creyentes, que han recibido al Espíritu Santo con el nuevo nacimiento, más aún, sin Él no pueden ser hijos de Dios (Ro 8:9).

En qué se basa esta falsa doctrina del movimiento pentecostal? Dejando de lado el claro testimonio general de la Biblia en su conjunto, se basa en una tergiversación arbitraria y mala interpretación de algunos pasajes bíblicos aislados, sin tener en cuenta las dispensaciones dentro de la historia de la salvación. También niega la profunda e importante verdad de que recibimos toda la plenitud de Dios en el momento en que recibimos a Cristo por la fe (Col 2:10), y que estamos bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales (Ef 1:3). La verdad bíblica no admite una “segunda bendición”; las falsas doctrinas pentecostales lo que hacen en definitiva es decir que la salvación en Cristo no ha sido completa.

Entonces qué espíritu reciben los partidarios del movimiento carismático, cuando en base de esta falsa doctrina mentirosa buscan el “bautismo del Espíritu”? 2 Cor 11:4 nos da la respuesta: Reciben otro espíritu, lo cual significa claramente que se trata de un espíritu demoníaco, anticristiano que procede del mismo Satanás. No pueden recibir otra vez al Espíritu Santo, si ya eran creyentes. Además, Dios no da Su Espíritu a aquellos que niegan Su Palabra y le hacen a Él mentiroso.

Aquí está el núcleo espiritual, la cuestión básica que decide sobre nuestro resistir o caer en la lucha contra la seducción. Todo depende de que reconozcamos que el movimiento pentecostal-carismático, incluidas todas sus ense anzas y prácticas, es la obra de un espíritu enga ador demoníaco. Mientras no reconozcamos la base espiritual de este movimiento, y condenemos sólo ciertas afirmaciones doctrinales y prácticas escandalosas, nos veremos impotentes ante este sutil enga o satánico y seremos arrastrados por el.

Hasta que no reconozcamos, en virtud de la Biblia, que no es el Espíritu Santo el que está obrando aquí, sino el espíritu de error de los últimos tiempos (1 Jn 4:6), no quedará clara la brillante pero confusa imagen de este movimiento. Hasta entonces no podremos interpretar de manera bíblica las manifestaciones tan difíciles de explicar aparentemente. Pero no hay otra posibilidad: los creyentes deben probar este espíritu con la Biblia, y no en base de emociones o experiencias. Probar los espíritus es un mandato expreso: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas son salidos en el mundo” (1 Jn 4:1).

Para ver estos hechos, tenemos que darnos cuenta que el Espíritu de Dios jamás obrará en contradicción con la Palabra de Dios inspirada por Él mismo. Un espíritu que hace morada en un creyente, por causa de una falsa doctrina, jamás puede ser el Espíritu Santo de Dios. Un espíritu que obra estados de inconsciencia, contorsiones repugnantes, rugidos y comportamientos propios de animales, la pérdida del autocontrol y desnudeces impúdicas, jamás puede ser el Espíritu de Dios. No puede tratarse del Espíritu de verdad, inspirador de la Palabra de la Escritura, cuando este espíritu constantemente está profiriendo profecías falsas, que contradicen a lo que dice la Biblia, obrando también milagros falsos. En lo que respecta al lugar de la mujer en la iglesia, la forma de actuar de este espíritu es totalmente contrario a lo que está escrito en la Biblia, porque “unge” para el ministerio a falsas “predicadoras”, “profetisas”, “maestras” y “mujeres apóstoles”; No, esto no puede ser el Espíritu de verdad que ha inspirado la Palabra de la Escritura.

Este falso espíritu obra de una forma que, efectivamente, puede atraer y embelesar a creyentes poco firmes. De sus seguidores e instrumentos a veces emana algo fascinante, una alegría y fuerza eufórica. Los seduce con la promesa enga adora de obtener revelaciones supremas “directamente del trono de Dios”, conocimientos superiores y experiencias místico-extáticas con Dios. Promete una vida de constante victoria y éxito, de poder y salud, de bienestar y prosperidad. Pretende ofrecer a los que lo están buscando, una profunda “intimidad con Dios”, en la que Dios constantemente les habla de forma personal; una vida llena de milagros y contestaciones extraordinarias a las oraciones. Pero la otra cara de este vuelo de altura antibíblico, en muchos casos, es la aparición de depresiones y temores, de inestabilidad espiritual y la pérdida de la seguridad de la salvación.

Otro Jesús

Pasemos ahora a otra afirmación clave de la Biblia que nos ayudará a comprender el movimiento carismático. Satanás hace que se predique aquí a otro Jesús y que se manifieste como si fuera aquel que es predicado en la Biblia. A menudo hay creyentes que dicen que no pueden creer que un espíritu falso pueda producir tanto entusiasmo por Jesús, tanto amor y celo por Jesús. De ahí deducen que los carismáticos tienen que tener el Espíritu verdadero.

Pero, aunque sea casi inconcebible, lo cierto es que el “Jesús” proclamado y “adorado” tan potentemente en el Movimiento Pentecostal y Carismático, es otro Jesús, y no el Se or Jesucristo como nos le revela la Escritura. Esto es un hecho alarmante y difícil de creer sobre todo para personas con poca experiencia. Pero a veces lo pregonan abiertamente los mismos predicadores carismáticos, al decir de manera directa o indirecta: “Mirad, el Jesús que yo experimento es diferente al Jesús de los pietistas y creyentes ‘pesimistas’. Rebosa de colores y fantasía. Tiene humor. Te acepta tal y como eres. Quiere que te vaya bien y que tengas éxito. Te fortalece y te regala una vida fenomenal y excitante!”

Este “Jesús” proclama en visiones y mensajes pronunciados en primera persona (“Yo”) las falsas ense anzas de este movimiento, ya sea el supuesto derramamiento del Espíritu al final de los tiempos, o la prosperidad, o el éxito. A veces también hay mensajes lúgubres de amenaza, que de la misma manera contradicen a las Escrituras. Este “otro Jesús” se entremete también entre el creyente genuino, que cree en el verdadero Se or Jesús, y su Se or verdadero; le enga a y confunde y le seduce a adorarle en los rituales de alabanza en las reuniones carismáticas.

El Jesús que en este movimiento se hace a sí mismo el objeto de la adoración y honra, por medio de falsas revelaciones del espíritu, visiones y mensajes mentirosos, es una falsificación satánica. Lamentablemente nos falta aquí el lugar para dar pruebas exhaustivas de estas declaraciones; solamente quiero reproducir aquí una visión relatada por Merlin Carothers, un carismático americano prominente, en su libro “Ich suchte stets das Abenteuer” [Siempre busqué la aventura]

“De pronto vi en el Espíritu a Jesús arrodillado ante mí. Tomando mi pie y apoyando su cabeza sobre mi rodilla, me dijo: Yo no quiero usarte a ti, sino que quiero que tú me uses a mí” (pág.47 de la primera edición alemana).

Cualquier creyente serio comprenderá que este “Jesús” que se le ha aparecido a Carothers, jamás puede ser el Hijo de Dios ensalzado y glorificado, el Se or de gloria que Juan al verle cayó a sus pies como muerto (comp. Apoc 1:9-20). Este “Jesús” es una falsificación espiritista, una imitación blasfema, una seducción sutil!

Otro evangelio

Es lógico que en el movimiento pentecostal-carismático se predique otro evangelio por cuanto está obrando este espíritu falso. Especialmente en círculos moderados se puede decir que también se oye el evangelio bíblico. Pero en todas partes donde el espíritu falso influye en la predicación del evangelio, el mal fruto es un evangelio falsificado diferente.

La falsificación tiene consecuencias diferentes en las iglesias pentecostales de santidad clásicas que en los grupos carismáticos. El evangelio diferente de los pentecostales clásicos falsifica el evangelio bíblico de tal modo que lo mezcla con obras propias de santidad oscureciendo el sacrificio propiciatorio perfecto de Jesucristo y negando que Su salvación es completa. Ya no es la salvación solamente por gracia por medio de la fe. En estos grupos a menudo se predica que la salvación se puede perder otra vez; La salvación allí depende de obras de penitencia propias o de experiencias subjetivas.

En los grupos carismáticos, en cambio, este otro Evangelio tiene un acento antibíblico más visible. La perdición irremisible del pecador y su condena eterna sin Jesucristo muy a menudo ya casi ni se alude, y mucho menos se predica con claridad. El “Jesús” de los carismáticos a menudo se predica ya solamente como ayudador y fuente de poder, como aquel que soluciona nuestros problemas, al cual podemos acudir para recibir sanidad, éxito y satisfacción para nuestra vida en este mundo y para nuestras necesidades religiosas. La conversión bíblica a menudo es sustituida por el hecho de levantar la mano el interesado. A continuación, algún responsable le impone las manos para “la obtención del Espíritu Santo”; el fruto de esto son personas aparentemente convertidas, pero que nunca han experimentado el nuevo nacimiento, porque no han oído la palabra de la cruz de la Biblia.

Esto no significa que los seguidores de este movimiento sean todos unos servidores de Satanás e inconversos. No, muchos de ellos son subjetivamente sinceros hijos de Dios, que han sido desviados por el enemigo y puestos bajo la dirección de un espíritu falso que les quita de su clara orientación hacia el Se or, metiéndoles en impureza espiritual y comunión con demonios. Tienen al Espíritu Santo, pero en su vida está muy apagado y entristecido, porque siguen a un espíritu de error.

Precisamente 2 Cor 11,4 demuestra con toda claridad que es posible que creyentes reciban otro espíritu; esto ya fue el caso en la iglesia de Corinto. Según mi comprensión de la Biblia, estos creyentes seducidos no se perderán por haberse enredado en el lazo de Satanás, pero se perderán mucho galardón y tendrán que ver como muchas cosas de su vida entonces se quemarán y tendrán que ser desechadas por el Se or ante el tribunal de Cristo. Con los líderes de este movimiento, por lo contrario, tenemos que tener cuidado. Ellos mismos con toda libertad se califican de “maestros”, “apóstoles” o “profetas”, y según el testimonio de las Escrituras, todos los falsos maestros, apóstoles y profetas son instrumentos de Satanás que no han nacido de nuevo y cuyo fin será la perdición.

b) La calificación bíblica del movimiento carismático

A algunos creyentes les parecerá demasiado duro el juicio de que el movimiento carismático es obra de un espíritu demoníaco. Eso se debe a menudo a que ya no somos tan conscientes del carácter de estos últimos tiempos en que vivimos, ni del serio peligro que esto representa para la iglesia. Nos hemos acostumbrado a juzgar nuestro tiempo y los acontecimientos en la iglesia con criterios humanos, en lugar de acatar los claros criterios de la Biblia sin restricciones.

Cuando estudiamos lo que la Biblia dice sobre los últimos tiempos en los cuales vivimos, sin duda salta a la vista el lugar predominante que ocupa la advertencia a los creyentes contra la seducción satánica. Si la Biblia es la verdad, entonces hoy tenemos que contar con semejante seducción entre nosotros y prepararnos para enfrentarnos a ella!

Cuando los discípulos preguntaron al Se or por las se ales de los tiempos antes de su venida como Mesías, lo primero que sale de la boca de nuestro Se or es: “Mirad, que nadie os enga e; Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y enga aran a muchos” (Mr 13:5-6). Esta seducción, que mirándolo bien es la del Anticristo, no caracteriza tan sólo la situación del remanente judío en el período del Anticristo, sino igualmente los últimos tiempos de la iglesia, que preceden a dicho período, antes del retorno del Se or y su arrebatamiento.

De la misma manera nos advierte el apóstol Juan de la venida de falsos profetas (1 Jn 4:1) y el apóstol Pedro de falsos maestros (2 P 2; comp. la Epístola de Judas) en la iglesia. El apóstol Pablo anuncia el surgimiento de enga adores en su discurso de despedida ante los ancianos de Éfeso (Hch 20:29-30) y nos avisa en muchos lugares que la seducción influiría en la iglesia (entre otros pasajes 2 Cor 11:2-4; Ro 16:17-18; Fil 3:17-19; Col 2; 1 Tim 4:1-3; 6:3-10; 2 Tim 2,16-3:9; 2 Tim 4:1-5; Tit 1:10-16).

Si nos basamos en la Biblia, es de esperar que en la iglesia de los últimos tiempos habrá un movimiento enga ador que estará caracterizado por la aparición de falsa profecía y falsos milagros. Mt 7:22-23 caracteriza así a este movimiento de falsos profetas:

“Muchos me dirán en aquel día: Se or, Se or, no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad.”

Dónde hallamos en el último tiempo un movimiento que en el nombre de Jesús difunde profecías, echa fuera demonios y “hace grandes milagros”? Que cada observador sobrio responda por sí mismo a esta pregunta.

A la luz de las Sagradas Escrituras, el surgimiento del movimiento pentecostal a principios del Siglo XX es un juicio de Dios en la iglesia de los últimos tiempos. El espíritu que se derramó entonces, es un espíritu de error anticristiano; su aparición marca el fin de los movimientos de avivamiento de los siglos XVIII y XIX, y el comienzo de la creciente decadencia espiritual, o mejor dicho, de la apostasía de la fe del Siglo XX. Para los conocedores de las Escrituras esto no es ni chocante ni inverosímil, pues saben que “el juicio comienza de la casa de Dios” (1 P 4:17). Ya en el Antiguo Testamento Dios derramó un espíritu enga ador sobre su pueblo infiel; Las consecuencias se asemejan estremecedoramente a las que vemos en el enga o pentecostal y la “bendición de Toronto”: embriaguez espiritual y excesos blasfemos:

“Deteneos y maravillaos; ofuscaos y cegad; embriagaos, y no de vino; titubead, y no de sidra. Porque Jehová extendió sobre vosotros espíritu de sue o, y cerró vuestros ojos: cubrió vuestros profetas, y vuestros principales videntes. Y os será toda visión como palabras de libro sellado” (Is 29:9-11; comp. también Is 28:7-13; 2 Cr 18:18-22; Is 19:14).

No es casualidad que precisamente también esta segunda columna substancial del movimiento carismático, es decir, la doctrina de que al final de los tiempos supuestamente se derramará el Espíritu sobre la iglesia y sobre toda la humanidad, con el consecuente avivamiento de masas y la conversión mundial a Cristo, esté en total oposición a lo que ense a la Escritura. Contrastando con las miles de profecías falsas que desde hace más de 100 a os están anunciando la venida de un avivamiento mundial de masas y el derramamiento del Espíritu, la palabra profética verdadera dice que los últimos tiempos serán un tiempo de masiva apostasía de la fe (1 Tim 4:1; 2 Tes 2:3), un tiempo de enga o y de impiedad (Mt 24:4-5 y 11-12) donde la mal madurará hasta el juicio como en los tiempos de Noé y de Sodoma (Mt 24:37; Lc 17:28-34).

La doctrina del derramamiento del Espíritu sobre la iglesia al final de los tiempos está basada en una nueva interpretación enga osa de la profecía que hallamos en Joel. El lector atento de este pasaje, sin embargo, verá por el contexto que este derramamiento se refiere al pueblo de Israel en los últimos tiempos. El espíritu que ha producido esta doctrina mentirosa y que fue derramado como consecuencia de expectativas enga osas, excitadas por ideas faltas de sobriedad, es un espíritu de mentira. Tampoco es casualidad que donde primero surgió esta forma extrema de seducción de los últimos tiempos fuera en los movimientos de santidad extremos. Pues con su falsa doctrina del “corazón puro”, contradicen a lo que Dios nos dice en la Biblia. Según ellos existe la santificación completa, es decir, que el creyente puede llegar a un estado de perfección sin pecado. Con ello hacen a Dios mentiroso según el juicio de la Biblia porque: “Si dijéremos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.” (1 Jn 1:10).

Así que no debe asombrarnos que esta operación de error, impedida considerablemente durante 60 a os por la resistencia de creyentes fieles a la Biblia, entonces en el “movimiento carismático” se extendiera justamente hacia las grandes iglesias apóstatas y leudadas por la teología liberal. Y el que ahora, en la “Tercera Ola” se contaminen también círculos evangélicos que antes eran relativamente conservadores, manifiesta la infidelidad creciente y el “aguachinamiento” de la fe y doctrina bíblica de allí, y no es ni mucho menos una prueba del supuesto origen divino de este “movimiento del Espíritu”.

En Alemania “La Declaración de Berlín” redactada por creyentes firmes en la Biblia fue durante décadas como un dique protector contra la seducción de los últimos tiempos. Pero ahora este dique también se ha roto y la avalancha del enga o por falsos espíritus se mete ya libremente hasta las iglesias evangélicas más conservadoras. Antes de que esto ocurriera, los bautistas, metodistas y otras iglesias libres ya toleraron e incluso fomentaron esta levadura carismática entre ellos.

Muy a menudo se intenta presentar a los carismáticos “buenos” y “moderados”, como aptos para entrar en alianza con ellos sin correr ningún peligro, mientras que, los que sostienen esta postura, todavía se distancian con cuidado de los grupos “extremos”. Es verdad que existen notables diferencias en doctrina y práctica dentro del movimiento pentecostal y carismático. En los grupos moderados no hallamos muchos de los excesos; incluso quizá se distancian de algunas ense anzas extremas. Pero esto no significa que no sean peligrosos o que se pudiese tener comunión con ellos. El espíritu enga ador del movimiento carismático es el mismo en todas partes. Esto lo confirmarían la mayor parte de los carismáticos. Y los círculos aparentemente “inofensivos” y “moderados” son a menudo los que más contribuyen a la seducción de los creyentes, más que los grupos extremos. En todas partes donde está el espíritu falso, hay seducción y amancillamiento.

c) El futuro profético del movimiento carismático

Queda aún una cosa que decir sobre este movimiento. Se trata de su perspectiva para el futuro según las Escrituras. El gran éxito de los carismáticos podrá confundir a uno que otro creyente, que no tenga presente conscientemente la palabra profética acerca de los últimos tiempos. Precisamente este crecimiento de masas es una característica de que este movimiento no viene de Dios, más aún, que es contra Dios. No debe asombrarnos que este movimiento de falsas profecías y falsos milagros esté tan concurrido y creciendo enormemente, porque vivimos en unos días en que el espíritu del anticristo está preparando a las naciones más y más para las falsas profecías y se ales milagrosas.

Vivimos en una época en la que está madurando y formándose la gran ramera, Babilonia (Apocalipsis 17 y 18), con una velocidad vertiginosa. Según el lenguaje simbólico de la Biblia, Babilonia, la gran ramera, representa a la cristiandad nominal apóstata de Cristo, especialmente la iglesia católica, que es la fuerza líder de una iglesia mundial unificada y seudocristiana, que se está divisando ya con rapidez. De ahí que todos los creyentes serios y fundados en la Biblia hayan reconocido al así llamado “ecumenismo” como algo peligroso y anticristiano, apartándose de él; porque sus objetivos durante décadas han sido y son la unión mundial de todos los cristianos nominales.
Pero en nuestros días estamos viviendo cómo estos esfuerzos para crear una cristianismo unificado bajo la supremacía de la iglesia de Roma, están aumentando enormemente y tomando formas concretas ya palpables. Las iglesias protestantes han abandonado universalmente los fundamentos de la Reforma, y han apostatado de la fe bíblica verdadera. Pero ahora se agudizan los esfuerzos para la unión con Roma, que hará posible la revocación de la Reforma y el poderío mundial de Babilonia, la gran ramera. Cada vez más voces evangélicas aprueban una colaboración con la iglesia católica, por ejemplo para actividades evangelísticas.

En este desarrollo alarmante, ahora el movimiento carismático con su enorme crecimiento, está asumiendo un papel clave. En un 50% se compone de católicos leales a la iglesia de Roma. Varios cientos de miles de católicos, (entre ellos también obispos y cardinales, e incluso el predicador del Papa), pertenecen al movimiento católico-carismático de renovación que está bajo el protectorado del Papa.

Los carismáticos católicos que admiten todas las doctrinas falsas de la iglesia católica, incluidas la “eucaristía” y la veneración de María y los santos, son reconocidos como verdaderos hermanos en la fe por los carismáticos de toque evangélico, porque también han recibido el falso “bautismo del Espíritu” y practican los mismos falsos “carismas” que ellos. De esta manera de pronto se transforman en “hermanos en Cristo” incluso jesuitas, que son los enemigos declarados de los verdaderos creyentes. Con ellos colaboran líderes carismáticos en un círculo ejecutivo confidencial.

Aquí tenemos una prueba convincente de la verdadera naturaleza del espíritu de error que reina en este movimiento. Durante la Reforma y también después, el Espíritu Santo verdadero sacó innumerables creyentes de la seducción anticristiana de la iglesia de Roma, dándoles a menudo la fuerza para sellar con su sangre su fe bíblica en la salvación que es únicamente por Jesucristo. Y ahora el Espíritu de Dios estaría impulsando a los creyentes para que colaboren con esta iglesia enga adora precisamente? Cómo se concibe que cientos de miles de personas supuestamente bautizadas con el Espíritu de Dios sigan adorando a María y a los santos como “mediadores” y sigan participando del abominable sacrificio idólatra de la “eucaristía”? Impensable que el Espíritu de Dios pudiera guiar a los creyentes al ecumenismo y a la gran ramera. Eso Jamás!

El “Concilio Ecuménico Mundial de Iglesias”, hace a os que ya aprobó y apoyó explícitamente al movimiento carismático, porque ve en él un importante vínculo para la unificación de creyentes evangélicos y católicos, con la ayuda de la experiencia común y dejando de lado las cuestiones doctrinales que los separan. Organizaciones carismáticas clave como “Juventud con una misión” hace muchos a os que trabajan estrechamente y confiadamente con la iglesia católica, animando a todos sus seguidores católicos a que permanezcan fieles a su iglesia.

Se oyen cada vez más llamamientos carismáticos que abogan por recuperar la “unidad del cuerpo de Cristo” por medio de la inclusión de la iglesia de Roma, que abogan por “sanar las heridas de la separación”. De ahí que durante el último gran congreso carismático jugara un papel clave el predicador católico-carismático del Papa, Cantamalessa.

Así vemos que el significado de la seducción carismática en los últimos tiempos consiste en que ella provee requisitos importantes para la entrada de los creyentes protestantes y también evangélicos conservadores en el ecumenismo, y con ello en la gran ramera. La persona que está bajo la niebla y el deslumbramiento de este falso espíritu ya no posee la fuerza espiritual o la sobriedad para resistir a la corriente del ecumenismo y de Babilonia, la gran ramera.

La mística subjetiva y la búsqueda de experiencias son como una potente ola que está llevándose los fundamentos escriturales de la fe de aquellos que se abren a ella. También hace confundirse completamente las diferencias entre luz y tinieblas, entre la iglesia bíblica y la ramera anticristiana. Las falsas profecías y las se ales milagrosas del movimiento carismático que minan la sola autoridad de la Sagrada Escritura, poniendo a su lado otras fuentes de revelación como equivalentes, lo que hacen, a fin de cuentas, es servir a la preparación del anticristo, el cual llevará esas falsas profecías y se ales milagrosas a su culminación espantosa (2 Ts 2:9 12; Apoc 13).

4. El camino del remanente fiel en medio de los enga os de los últimos tiempos

Así que, si consideramos nuestros días sobriamente a la luz de la Biblia, tenemos que decir que efectivamente, vivimos en tiempos peligrosos (2 Ti 3:1). Pero esto no debe desanimarnos ni hacernos retroceder. Al considerar lo que dice la Palabra de Dios sobre los postreros días, vemos que Dios ha anunciado ya con anterioridad estos desarrollos angustiosos.

Es necesario e inevitable que vengan seducciones causadas por falsos profetas; y que se extienda la apostasía de la fe, que se haga cada vez mayor la atracción del ecumenismo, arrastrando a muchos. Pero la Palabra de Dios, una y otra vez nos aclara que, a pesar de todo, Dios se guardará un remanente fiel, que Él, en su gracia, proveerá para que sea posible seguir el camino de la fidelidad y permanecer en él hasta que el Se or vuelva y arrebate a su iglesia, para que esté con Él.

Precisamente en las Epístolas a Timoteo hallamos muchas y valiosas palabras de aliento e instrucciones de Dios para creyentes fieles que quieran servir a su Se or en medio de la decadencia y seducción. Estas epístolas las deberíamos estudiar muy a menudo y tomárnoslas muy a pecho. Allí hallamos también las siguientes palabras de ánimo: “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo eres llamado…” (1 Tim 6:11-12).

Estos serios acontecimientos deberían despertarnos, animarnos a buscar más a nuestro Se or, ce irnos más a Él y seguirle más fielmente. Con Él, en su comunión íntima, hallamos fortaleza y gracia para vencer y guardarnos de los errores de los últimos tiempos.

Las conversiones superficiales, sin un reconocimiento genuino de la propia corrupción y perdición, son el caldo de cultivo de la apostasía de la fe una vez dada (Jud 3). También surge de una falta de temor de Dios y entrega a Cristo, de ese centrarnos egoístamente en nosotros mismos y negar la Palabra de Dios como autoridad terminante para nuestra vida espiritual. Una vez reconocido esto, debemos esforzarnos conscientemente a que en nuestra vida espiritual se eche un fundamento claro y duradero.

Como creyentes o iglesias locales que somos qué podemos hacer para seguir fielmente a Cristo y fortalecernos mutuamente en ello? Me gustaría recalcar tres puntos en respuesta a esto:

a) Guardar y fomentar la sana doctrina y la fe sana

– Esto comienza con tener mucho cuidado en no abreviar el evangelio bíblico, la palabra de la cruz, y predicarlo con toda claridad: La corrupción y perdición absoluta del pecador que está bajo la ira justa de Dios, la salvación solamente por gracia, por la fe en la obra perfecta de Jesucristo en su sacrificio propiciatorio, al cual es necesario aceptar de corazón como Se or y Salvador. Un reconocimiento claro y vivo de la propia corrupción, de la gracia de Dios y de la obra de redención perfecta de Jesucristo es una base muy importante para el camino de la fidelidad, y es una protección contra la seducción.

– Una de las condiciones fundamentales para el camino de la fidelidad es el verdadero temor de Dios y la piedad, es decir, la verdadera reverencia de Dios, la actitud correcta de nuestro corazón hacia nuestro Se or Jesucristo y el Padre celestial. Esto es precisamente lo que está enfatizado en las epístolas proféticas que hablan de los últimos tiempos (1./2. Timoteo, Tito, 2 Pedro). “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová” (Prv 1:7).

Si permitimos que los creyentes adopten una actitud negligente, irreverente, o falta de distancia hacia su Se or y Redentor, entonces no habrá que esperar mucho tiempo hasta que dejen de seguir fielmente a Cristo. El verdadero amor y la auténtica entrega hacia el Se or, siempre van ligados a una reverencia obrada por el Espíritu. Precisamente aquí es donde hoy el enemigo intenta meter baza, para corromper las convicciones de los creyentes – y no sólo en el movimiento carismático, sino en todas partes. Para ello utiliza, entre otras cosas, a predicadores irreverentes y bromistas, pegatinas blasfemas para los coches, al igual que “tebeos bíblicos” o representaciones de pantomima, que reniegan del Se or de gloria y le deshonran. De todo esto deberíamos apartarnos.

– Con el temor de Dios va unida la reverencia ante la Palabra de Dios inspirada, y la obediencia sincera hacia esta Palabra. La Biblia es, palabra por palabra, la revelación de Dios inspirada por Él, perfecta y libre de errores. Allí donde se deje de creer esto, como ocurre en multitud de círculos evangélicos, y sólo se diga que la Biblia “contiene” la Palabra de Dios, ya está programada la apostasía de la fe y de la fidelidad. Esto también ocurrirá donde los creyentes con sus palabras aún testifiquen de la inspiración de las Escrituras, pero en su vida a sabiendas no obedezcan a ciertas instrucciones y doctrinas de las Escrituras. Esto es hoy en día algo muy extendido, por ejemplo en cuanto a la posición de la mujer o en la cuestión del divorcio, pero también en el tema del estilo de vida personal.

Pasar por alto la Escritura y poner en su lugar la propia voluntad, abre la puerta a las seducciones de los últimos tiempos. No en vano la Segunda Epístola a los Tesalonicenses enfatiza en este serio contexto: “…por cuanto no recibieron el amor de la verdad… por esto Dios les envía un poder enga oso, para que crean la mentira” (2 Tes 2:10-11). Esto también es aplicable a creyentes desobedientes y es una explicación bíblica para comprender, porqué tantos hijos de Dios caen en la trampa de las doctrinas enga osas del movimiento carismático.

– Finalmente, hay que enfatizar la importancia de la sana doctrina. Sin ella no puede haber una piedad realmente sana. La doctrina basada en la Biblia, que tiene en cuenta las diferentes dispensaciones (es decir, la distinción entre Israel, la Iglesia y el Milenio, entre otras cosas) es un precioso tesoro tanto para una persona individual como para una iglesia. Puede guardar de falsas doctrinas, de falta de equilibrio y errores. Es la base de una buena y profunda relación de fe hacia Cristo y del crecimiento espiritual.

Por eso debemos tener un alto concepto de la sana doctrina y dar gracias al Se or de que nos la ha encomendado. Deberíamos estudiar diligentemente la Palabra de Dios y apropiarnos personalmente esa doctrina. Pero si la tenemos sólo como cosa aprendida y adoptada de otras personas, entonces no nos podrá ayudar mucho en casos de peligro. Especialmente los creyentes más jóvenes deberían crecer en la sana doctrina y estudiar diligentemente la Biblia, porque ese fundamento en la Palabra es un muro protector contra la seducción de los últimos tiempos, y es de un valor incalculable. Pero la mejor doctrina es inútil, si no va unida con una piedad práctica que ense e como seguir a Cristo.

– En la práctica de nuestra vida de fe deberíamos poner mucha atención para que nuestra base sea la Palabra de Dios, y no nuestros sentimientos y pensamientos subjetivos. Deberíamos obrar contra toda tendencia encaminada a enfatizar las experiencias vividas, e impedir el relativismo y la mística. “Porque por fe andamos, no por vista” (2 Cor 5:7).

Deberíamos ense ar y practicar conscientemente que seguir a Cristo conlleva siempre tomar la cruz, según la Biblia. Deberíamos luchar contra todas las aspiraciones que buscan la autorealización y el egoísmo. La doctrina de Romanos 6 y Gálatas 2:20 debería ser predicada y vivida en nuestras iglesias: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí”. Si el hombre y sus “necesidades” ocupan hoy en día el centro de la vida personal y de las iglesias, nosotros deberíamos tener cuidado de que en nuestras iglesias sea Cristo y Su Palabra los que permanezcan en el centro.

b) La lucha en favor de la fe una vez dada y la confrontación espiritual con las seducciones de los últimos tiempos

No obstante, sería erróneo concluir que cuidar la sana doctrina y la vida espiritual sería un fundamento suficiente como para poder seguir a Cristo fielmente en estos últimos tiempos. Por supuesto que es lo principal, pero hay que a adir a ello la lucha concreta contra los enga os de los últimos tiempos, la lucha ofensiva en pro de la sana doctrina y la fe sana, examinando conscientemente las tendencias que inducen al error, a las que se ve expuesto todo creyente. Esto es lo que Dios nos manda en las palabras de Judas 3: “me ha sido necesario escribiros amonestándoos que contendáis eficazmente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.”

– Esto significa que debemos ense ar con toda claridad en las iglesias, porqué el Movimiento Carismático es un enga o obrado por un espíritu falso. En estas cuestiones debemos confrontar la sana doctrina de la Escritura con las falsas doctrinas de éste, esto concierne tema como el derramamiento del Espíritu al final de los tiempos, el bautismo del Espíritu, el sanar enfermos, se ales y milagros, el cese de las se ales y los dones de revelación (1 Corintios 13:8-13), la verdadera y la falsa adoración, etc.

– Además de esto, significa que en medio de la apostasía enfaticemos las posiciones bíblicas y refutemos las falsas, aunque concierna puntos esenciales. Precisamente allí donde el enemigo ataca especialmente las bases bíblicas tenemos que lanzarnos a la ofensiva y ense ar la verdad de las Escrituras, explicándosela a los hermanos. Esto comienza con las verdades fundamentales de la Reforma, como la justificación solamente por la fe, por el sacrificio de Jesucristo, refutando la doctrina anticristiana los sacramentos y de la salvación según la iglesia católico-romana. En este ámbito actualmente se están confundiendo y oscureciendo todas las verdades. Es importante el juicio bíblico sobre el Ecumenismo y Babilonia, la gran Ramera, contrastando con ella el camino del remanente fiel en los últimos tiempos.

– Pero también es de importancia decisiva adoptar una posición clara en las cuestiones de la vida espiritual práctica, tan combatidas. En esto tenemos que hablar con los grupos que están especialmente en el blanco del enemigo que los trata de seducir. Porque se ha mostrado que en las iglesias son muy a menudo los jóvenes los que responden particularmente a los errores carismáticos y se abren al camino de la mundanalidad y autorealización.

Sobre todo los creyentes carnales, más bien emocionales y egocéntricos son por regla general los más susceptibles a la seducción. En estos casos es especialmente importante serles ejemplo en cuanto a la forma bíblica de seguir a Cristo. También hay que ense arles y animarles, avisándoles además con toda claridad de los peligros y de las influencias equivocadas (por ejemplo, por ciertas revistas juveniles, o de mujeres, libros, campamentos etc.). Entre otras cosas hay que adoptar una posición clara contra el psicológicamente falso evangelio de la autorealización que está infiltrándose cada vez más en la literatura de consejería.

– También tenemos que mencionar el peligro de las canciones carismáticas. Sobre todo para los hermanos más jóvenes son muy atractivas por sus melodías rock o populares tan sugestivas y pegadizas. Pero de estas canciones mana una influencia y manipulación proveniente de un espíritu falso. De ahí que mi seria advertencia sea que no se toleren estas canciones ni en la iglesia ni en la vida personal. Muchas veces han probado ser la “droga inicial” por la que creyentes se han ido enrredando en más graves errores carismáticos. Estas canciones ya han arrastrado a grupos de jóvenes e iglesias enteras al camino de la seducción. Ya es difícil encontrar un himnario que esté libre de tales canciones.

– También el lugar de la mujer en la iglesia pertenece a las cuestiones importantes, que el enemigo intenta atacar. Su intención es apartar con sus seducciones al creyente de la obediencia sencilla a la Palabra de Dios. Alejarse de lo que dice la Biblia en cuanto al lugar de la mujer en la iglesia tiene graves consecuencias para el desarrollo espiritual de una iglesia.

La mujer debe callar en la iglesia y cubrirse la cabeza (1 Cor 14:34-40; 1 Cor 11,1-16), y esto es en el fondo un testimonio importante ordenado por Dios, para mostrar que la iglesia (representada por las mujeres) se subordina a Cristo (representado por los hombres) aceptándole como cabeza. Cuando las iglesias fieles a la Biblia abandonan este testimonio simbólico de su subordinación bajo su cabeza, se abren las puertas para otros desvíos da inos de la Palabra de Dios. Es significativo que el Movimiento Carismático, al igual que todos los demás movimientos enga adores, tienen a mujeres como líderes, predicadoras y profetisas.

– Finalmente tenemos que ocuparnos de la tendencia cada vez más corriente de intentar lograr un gran crecimiento numérico de la iglesia con métodos y conceptos carnales y humanos; No es casualidad que el movimiento evangélico para el crecimiento de la iglesia (C.P. Wagner; C.A. Schwarz) haya resultado ser un puente importante hacia el Movimiento Carismático. Deberíamos combatir de manera ofensiva a todo lo que trastorna los principios bíblicos para la iglesia y a la mezcla ecuménico-carismática dentro del movimiento de “Willow-Creek”.

– En esto deberíamos ser conscientes de que aquí se trata de una seria lucha espiritual contra poderes enga osos de las tinieblas (comp. Ef 6:10-20; 2 Cor 10:3-5), en la cual desempe a un papel importante nuestra constancia en la oración. Para ello deberíamos ponernos la armadura espiritual y usar especialmente la espada del Espíritu, no golpeando el aire, sino con un blanco concreto. El mandato del Se or para nosotros es aquí: “Mirad, velad y orad” (Mr 13:33).

a) La separación bíblica y la protección de las iglesias locales contra la levadura de la seducción en los últimos tiempos

Según la ense anza de las Escrituras esto debe ir acompa ado y complementado por una separación decidida y práctica que se sujete a las normas de la Biblia. Se trata de una separación del mal en general, de toda doctrina falsa e influencia por parte de un espíritu de error. Cuando se descuida esta separación, la consecuencia es que tarde o temprano, iglesias fieles a la Biblia serán víctima de la seducción.

Las Escrituras nos ense an que la falsa doctrina es, al igual que el pecado, una levadura de la cual los verdaderos creyentes deben cuidarse y separarse. El Se or Jesús calificó de levadura a la doctrina de los fariseos (Mt 16:12), y Pablo advierte, en conexión con las falsas doctrinas de los falsos maestros judaistas: “Un poco de levadura leuda toda la masa.” (Gál 5:9).

Esto significa: Si presenciamos cómo la falsa doctrina invade una iglesia y no le hacemos frente decididamente, nos hacemos culpables delante de Dios y nos hacemos responsables del da o que sufra la iglesia y de que se desvíe espiritualmente. Debemos tener cuidado de quitar la falsa doctrina de la iglesia (si fuera necesario, quitando las personas que la divulgan). Es precisamente por esto por lo que el Se or reprende a las iglesias en Pérgamo y Tiatira (Apoc 2:14-16; 2:20).

Un combate semejante, que bajo ciertas circunstancias, incluso puede traer consigo la disciplina en la iglesia o la separación, es doloroso y no es fácil de llevar a cabo; pero es necesario por amor al Se or y por las ovejas de la manada.

“Y os ruego hermanos, que miréis los que causan disensiones y escándalos contra la doctrina que vosotros habéis aprendido; y apartaos de ellos. Porque los tales no sirven al Se or nuestro Jesucristo, sino a sus vientres; y con suaves palabras y bendiciones enga an los corazones de los simples. Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos; así que me gozo de vosotros; mas quiero que seáis sabios en el bien, y simples en el mal.”
(Romanos 16:17-19; comp. 1 Tim 6:3-5).

“Rehusa hombre hereje, después de una y otra amonestación; Estando cierto que el tal es trastornado, y peca, siendo condenado de su propio juicio.” (Tito 3:10-11).

Esto significa en la práctica: que los cristianos y las iglesias fieles a la Biblia no pueden tener ninguna colaboración ni unión eclesiástica con círculos que se han juntado con el Movimiento Carismático o que tienen ese espíritu de error. También es erróneo y peligroso colaborar o unirse a iglesias en las que se tolera esta levadura, porque al consentirla, están ya infectadas.

En todo el mundo ha habido creyentes fieles que se han apartado claramente de este movimiento. En Alemania esto se manifestó en la “Declaración de Berlín” de 1909 que se aló las líneas bíblicas que siguen válidas hasta hoy. No puede haber una unidad y una colaboración antibíblica con los representantes de falsas doctrinas. Por amor a nuestro Se or y por la fidelidad a Su verdad no puede haber tal unión. Por eso son erróneos, antibíblicos y, en definitiva, enga osos, todos los lemas tan agradables al oído como, por ejemplo: “La unidad del cuerpo de Cristo”, “Colaboración por amor al Evangelio” o “Ecumenismo evangélico”. Frente al enga o, que está preparando la venida del Anticristo y la corrupción tan sólo puede haber una cosa: la separación radical, clara y consecuente.

Al fin y al cabo, tenemos que entender más profundamente que en el combate con falsas doctrinas y falsos espíritus, la base esencial para la supervivencia espiritual del remanente fiel, es una separación bíblica (no exageradamente sectaria). Porque nos encontramos en medio de las seducciones de los últimos tiempos. Esto es lo que nos ense a el importante pasaje de 2 Corintios 6:17-7:1

“No os juntéis en yugo con los infieles: porque qué compa ía tiene la justicia con la injusticia? y qué comunión la luz con las tinieblas? Y qué concordia Cristo con Belial? o qué parte el fiel con el infiel? Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Se or, y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Se or Todopoderoso. Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios.”

5. Estímulo para seguir a Cristo fielmente en nuestros días

El camino del remanente fiel de la iglesia de los últimos tiempos está iluminado por la promesa consoladora dada por el Se or ensalzado en la carta profética a Filadelfia:

“Y escribe al ángel de la iglesia en FILADELFIA: Estas cosas dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras: he aquí, he dado una puerta abierta delante de ti, la cual ninguno puede cerrar; porque tienes un poco de potencia, y has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo doy de la sinagoga de Satanás, los que se dicen ser Judíos, y no lo son, mas mienten; he aquí, yo los constre iré a que vengan y adoren delante de tus pies, y sepan que yo te he amado. Porque has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la tentación que ha de venir en todo el mundo, para probar a los que moran en la tierra. He aquí, yo vengo presto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalem, la cual desciende del cielo de con mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

Esta palabra nos anima a seguir fielmente a Cristo – o quizá a emprender ese camino por primera vez. El Se or Jesucristo glorificado, a quien es dada toda potestad en el cielo y en la tierra, y que está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo – Él mismo promete una puerta abierta, que nadie puede cerrar, a todos los que confían fielmente en Él. No es fácil en nuestros días el seguir fieles a Cristo, son pocos los que escogen este camino, y el viento nos es contrario. Pero podemos confiar en que el Se or nos va a guiar y llevarnos hacia Su meta, hacia la gloria, si nos ce imos a Él y guardamos Su Palabra y no negamos Su nombre.

De modo que podemos levantar nuestras cabezas y confiar, a pesar de las seducciones que van en aumento y a pesar de la apostasía de la fe: Por amor a la gracia y honra del Se or, Él se reservará un remanente fiel y preservará el testimonio fiel de Su verdad hasta el arrebatamiento. Tenemos un futuro, si nos asimos totalmente a Él – pero sin Él seríamos arrastrados por la avalancha del enga o que está preparando la venida del Anticristo.

Y la fidelidad, el negarse a sí mismo, la obediencia y el tomar la cruz tiene una recompensa – no aquí en la tierra, aunque la paz, el gozo, la fuerza y la bendición divina ya son el fruto de una conducta bajo el temor de Dios. Nuestra recompensa está en los cielos, ante el tribunal de Cristo, cuando dará a los suyos galardón o reproche, con arreglo a si han sido fieles o no.

Si el ser fieles nos acarrea contrariedades, sufrimientos, sacrificios y luchas interiores, podemos aprender a creer con el apóstol Pablo: “Porque lo que al presente es momentáneo y leve de nuestra tribulación, nos obra un sobremanera alto y eterno peso de gloria; No mirando nosotros a las cosas que se ven, sino a las que no se ven: porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas” (2 Cor 4:17-18).

De manera muy especial me gustaría apelar a los jóvenes entre mis lectores creyentes. Dónde hay entre la generación de los jóvenes, creyentes dispuestos a responder a la llamada del Se or a seguirle por el camino estrecho de fidelidad a Él? Creyentes que dejen que su maravilloso Se or y Salvador les renueve el amor sencillo hacia Él y la entrega incondicional. Dónde hay creyentes dispuestos a ir por el antiguo camino bíblico tomando su cruz, en contra de la atracción del espíritu dominante de la época? Creyentes que conscientemente rehusen vivir una vida de autorealización y de disfrutes mundanos, para dedicarse completamente al servicio del Se or. Creyentes dispuestos a obedecer completamente y sin reservas a la Palabra de Dios, aún donde otros los califiquen por ello de “estrechos de miras” y “legalistas”.

Dónde hay jóvenes hermanos dispuestos a combatir por la fe una vez dada y dedicarse al servicio en la sana doctrina, sirviendo al Se or de todo corazón? Que quieran estudiar y vivir la Palabra de Dios, para estar a disposición de su Se or, si les quiere utilizar en el ministerio de la Palabra. Creyentes que den testimonio de las antiguas verdades bíblicas a una nueva generación que sabe cada vez menos de ellas. Creyentes dispuestos a servir como misioneros o ancianos en una iglesia o como ense adores de la Biblia, tal y como Dios les guíe, sin estudios teológicos o examen aprobado de una escuela bíblica, sin puesto de trabajo seguro ni una carrera asegurada.

Dónde hay jóvenes hermanas dispuestas a emprender el camino bíblico que Dios tiene previsto para la mujer, contrario a toda la seducción feminista que busca el desarrollo propio. Hermanas que sirvan con alegría al Se or – también sometiéndose bajo el hombre, cubriéndose voluntaria y gustosamente la cabeza, guardando silencio en las reuniones de la iglesia, renunciando a los puestos de ense anza y liderazgo en la iglesia, sirviendo abnegadamente en la familia, la iglesia o en la misión, tal y como Dios disponga y no nosotros mismos.

Dios busca hoy todavía a creyentes, ya sean jóvenes o mayores, que confíen en Su Palabra y le obedezcan a Él. Los que escojan el camino de la fidelidad, confiando en Él, experimentarán que Dios se pone a su lado, les bendice y utiliza. Como Esdras, experimentarán la fidelidad de Dios y cómo Dios cuida de ellos estando cerca de los suyos.

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Se or siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Se or no es vano.” (1 Cor 15:58)

Quiero terminar con las palabras de 2 Tes 2:13-17:

Mas nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros,
hermanos amados del Se or,
de que Dios os haya escogido desde el principio para salud,
por la santificación del Espíritu y fe de la verdad:
A lo cual os llamó por nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Se or Jesucristo.
Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido,
sea por palabra, o por carta nuestra.
Y el mismo Se or nuestro Jesucristo, y Dios y Padre nuestro,
el cual nos amó, y nos dio consolación eterna,
y buena esperanza por gracia, consuele vuestros corazones,
y os confirme en toda buena palabra y obra.

(Esta obra se basa en una ponencia dada durante la conferencia de las iglesias de los hermanos libres de Dillenburg (Alemania) en Octubre de 1999)

Bibliografía:

Wolfgang Bühne: Explosión Carismática (Editorial CLIE, Terrassa)

Rudolf Ebertshäuser: Die Charismatische Bewegung im Licht der Bibel
(CLV, Christliche Literaturverbreitung, Bielefeld, Alemania)

Rudi Holzhauer: – Exorcismo enga ador

– Religiosidad oculto-mística y trastornos del alma
(Roman y Elisabet Ingold-González, Meisenbergweg 7 D-71229 Leonberg, Alemania, Tel./Fax: 0049 (0)7152 599634)

Dave Hunt: Una mujer cabalga la Bestia
(Edit. The Berean Call, 1997, P.O. Box 7019 Bend, Oregon 97798, EE.UU.)

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