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EL CAMINO BÍBLICO PARA LA MUJER CRISTIANA

 

 

Rudolf Ebertshäuser

 

 

PRIMERA PARTE

 

Introducción:
La lucha espiritual alrededor del tema „Mujer” en los tiempos actuales

 

Hoy en día existe una lucha muy grande y seria alrededor de la posición y el camino de la mujer cristiana; un enfrentamiento invisible y real. Por un lado, la Iglesia de Jesucristo tiene la voluntad de Dios revelada en cuanto al papel y la forma de vida de la mujer. La Biblia, la palabra del Dios viviente, da su clara y precisa instrucción y enseñanza, sobre el llamamiento que tiene la mujer cristiana en su andar personal con Cristo y en la Iglesia. Este principio ha sido dado por Dios y por ello es eterno e inmutable.

Por el otro lado, experimenta la Iglesia, experimentan las mujeres cristianas y también los hombres muy claramente el remolino y el efecto del espíritu de la época, el cual conduce a la mujer a otro camino supuestamente mejor alumbrado – el camino a la „emancipación” (latín „la liberación”). Las mujeres, así se nos esta insistiendo continuamente, deben liberarse de las ataduras antiguas del pasado supuestamente restrictivas, pasadas de moda y regidas por el hombre, deben abogar por su propia autorrealización, para ejercer determinadas influencias y funciones directivas en todo ámbito de la sociedad – incluso en la Iglesia de Dios.

No obstante el „espíritu de la época” – deberíamos ser conscientes de esto – es el espíritu de este tiempo, el espíritu del príncipe de este mundo, el diablo, que intenta todo lo posible, para incitar al hombre a rebelarse en contra de Dios, para inducirle a la autorrealización e independencia contra el orden de Dios y sus mandamientos. Con destreza el adversario se hace a sí mismo abogado del hombre en contra de Dios tratando de convencerle, de que las órdenes de Dios son para ellos „autoritarias” y restrictivas y que se interponen a la propia autorrealización y que solamente les esclaviza, mientras que la felicidad, la satisfacción sin barreras y el pleno desarrollo de la personalidad, según él, solo se consigue rebelándose contra Dios.

La palabra de Dios expone claramente las consecuencias de estos caminos dirigidos contra Dios en Efesios 2:1-3:

„… en que en otro tiempo anduvisteis conforme a la condición de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia: Entre los cuales todos nosotros también vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, también como los demás”.

Nosotros hemos vuelto atrás de este camino del mundo enemigo de Dios, de este camino de la autorrealización y de la libertad del hombre caído frente a los mandamientos de Dios, si es que somos verdaderos hijos de Dios. Pudimos reconocer a través de la gracia de Dios que el camino del pecado conduce a la perdición, que estamos entregados al juicio de Dios, si nos obstinamos a dirigir nuestra propia vida contra El y vivimos contra sus mandamientos y orden. A través de la fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo fuimos salvados de este mundo y de la servidumbre bajo el pecado. Así pues somos, como siervos de justicia (Romanos 6) llamados a vivir totalmente para Dios, según su voluntad, para su gloria.

Y justamente es este camino marcado por el temor a Dios y obediencia, de fe y entrega a nuestro maravilloso Señor lo que molesta a nuestro adversario. El busca a los creyentes para apartarlos del camino de la obediencia, inducirles a través de muchas influencias y trucos a un camino de desobediencia, según el mundo, y a gozar de los deseos de la vida.
Así se le quita al Señor la honra, lo cual conlleva daños muy grandes en los cristianos engañados por él; ellos serán débiles e inútiles, en lo que se refiere al testimonio y servicio para Dios. En su vida interior están paralizados y alejados de Dios.

Por ello nos hallamos nosotros como creyentes en una continua lucha espiritual, la de guardar el camino deseado por Dios de la obediencia y fidelidad, contra las influencias del enemigo, el cual nos quiere apartar del camino recto. De esta lucha habla Efesios 6:10-12:

„…Por lo demás, hermanos míos, confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires”.

En el marco de estas luchas, hay de momento un amargo alboroto, batalla seria alrededor del tema mujer, una lucha sobre el camino de la mujer creyente en estos últimos tiempos impactantes, seductivos e impíos. Muchos creyentes no son conscientes de esta lucha; tampoco se dan cuenta, de que la posición bíblica acerca de la postura y llamamiento de la mujer creyente en la Iglesia está perdiendo cada vez mas su influencia, habiendo sido, sustituida por otras enseñanzas no bíblicas. Esto esta ocurriendo incluso en círculos evangélicos conservadores y fieles a la Biblia.

Las verdades enseñadas y vividas por todos los creyentes cristianos a través de lo siglos son hoy día atrevidamente señaladas como „Anticuadas”, como „exigencias de la época y valido en el margen de aquella época”. Incluso se ha llegado a denominar estas verdades como idea de Pablo contra las mujeres, siendo sustituidas por „modernas” doctrinas feministas del espíritu de la época.

Esta lenta seducción y desvío de las verdades bíblicas alrededor del tema mujer, será caracterizada por un principio fatal: la Biblia, la palabra inspirada dada por Dios, la santa escritura, no será reconocida como suprema y única autoridad decisiva en la vida de la Iglesia y en la vida individual de cada uno de los creyentes.

El cristiano „moderno” decide por si mismo según su propio juicio, lo que el quiera aceptar para si de la Biblia y lo que no, lo que el marca como anticuado y lo que el todavía desea seguir. Declaraciones claras bíblicas son sin pudor interpretadas o rechazadas, para que así finalmente resalte lo que uno desea: una línea sobre la mujer, que corresponda al espíritu de la época y donde se le concede a la mujer un papel en la Iglesia. La sagrada escritura esta terminantemente en contra de ello.

Este desarrollo no pasa sin dejar rastro tanto en cada uno de los creyentes en particular como en la Iglesia. Nos es de alguna manera presente la influencia del espíritu de la época y las nuevas líneas „evangélicas” sobre el tema de la mujer. La pregunta es: ¿como es mi postura frente a ello? ¿Hacia que nos queremos orientar? En aquello, de lo que nos habla la palabra de Dios-¿aunque sea hoy en día impopular y obstaculice cualquier autorrealización personal? ¿O a la moderna interpretación de la Biblia donde deja un margen al propio camino y presagia a la mujer cristiana un camino donde encaja en los tiempos actuales y que es apoyado por el mundo?

Estas preguntas no son de ninguna manera solamente importante para las mujeres cristianas. Concierne también de igual manera al hombre cristiano. La palabra nos enseña, de que nosotros, como hombres, tenemos la responsabilidad delante de Dios por el andar espiritual de nuestras mujeres. Un día daremos cuenta de como hemos guiado y animado a nuestras mujeres a seguir el camino bíblico de la mujer.

Así tienen los hermanos responsables, en la Iglesia local, también la responsabilidad especial sobre si, han o no han instruido correctamente y sin mal entendidos, a los hermanos que le fueron confiados, la enseñanza bíblica sobre la mujer. También la exhortación llena de amor, de permanecer en los caminos del Señor. Y si es que es necesario, es la corrección y la exhortación una parte también de las obligaciones del pastor en una Iglesia bíblica. Este servicio espiritual es quizás hoy en día difícil, pero más necesitado que nunca (1 Tim. 5:12-13).

Este librito quiere explicar la enseñanza bíblica sobre la posición y caminar de la mujer cristiana, y con ello animar, también hoy en día, frente a tantas voces confusas a escuchar en fe y en humildad la palabra de Dios y a dirigir la vida personal conscientemente según la Biblia. Esto es hoy en día el único camino como cristiano hacia una vida plena y bendecida. Quiera el Señor engrandecer su palabra en nosotros, transformar y alumbrar la postura de nuestro corazón.

Queremos examinar como primero el orden de la creación de Dios para el hombre y para la mujer. Tal como se nos muestra en los primeros capítulos de Génesis y como se nos enseña en la revelación del nuevo testamento. Después queremos intentar indagar el significado profundo de los diferentes deberes del hombre y la mujer y con ello contemplar la enseñanza de la carta a los Efesios, ya que la relación del hombre y la mujer debe ser interpretada a través de la relación de Cristo y la Iglesia.

Una segunda parte se ocupara de profundizar el orden de Dios en la Iglesia a lo que se refiere a las mujeres, en especial el de guardar silencio (1.Corintios 14) y el mandamiento sobre el cubrimiento del cabello (1.Corintios 11). Intentaremos de iluminar su sentido y significado espiritual y a responder a las preguntas concretas sobre el desarrollo práctico en la vida de la Iglesia.

 

1. La posición de la mujer en el orden de la creación de Dios

a. la intención original de la creación de Dios para con el hombre y la mujer (Génesis 1 y 2)

La primera revelación sobre los pensamientos de Dios hacia la relación del hombre y la mujer lo hallamos ya en las primeras paginas de la Biblia, en Génesis, el libro del principio. Ahí encontramos revelada una verdad fundamental, donde se desmiente la opinión del mundo frente al tema de la mujer: o sea que el todopoderoso, eterno Dios, creo al hombre según su plan y voluntad, siendo consciente de que los creo hombre y mujer.

„Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra. Y crió Dios al hombre á su imagen, á imagen de Dios lo crió; varón y hembra los crió. Y los bendijo Dios; y díjoles Dios: Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”. (Génesis 1:26-28)

Por la propia revelación de Dios en la escritura sabemos quien es El, y esto deberíamos de tenerlo presente. Dios, el supremo, es el origen de todo ser „¡Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Y desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios!” (Salmo 90:2), El formó los cielos y la tierra, y El decidió crear, según su voluntad y decisión soberana, al hombre en la tierra. „Todo lo que quiso Jehová, ha hecho En los cielos y en la tierra, en las mares y en todos los abismos. (Salmo 135:6)

El, el único Dios sabio, que posee conocimiento perfecto, sabiduría y comprensión, ha creado al ser humano como hombre y mujer, estableciendo para ellos unas cualidades, capacidades y áreas de trabajo especiales. Su plan de construcción y el orden de su creación es sabio, bueno y perfecto. Dios mismo en su ser es sabio, bueno y perfecto. Leemos en Génesis 1:31: Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

¡Cuán muchas son tus obras, oh Jehová!
Hiciste todas ellas con sabiduría:
La tierra está llena de tus beneficios. (Salmo 104:2)

Porque el nombre de Jehová invocaré:
Engrandeced á nuestro Dios.
El es la Roca, cuya obra es perfecta,
Porque todos sus caminos son rectitud:
Dios de verdad, y ninguna iniquidad en él:
Es justo y recto. (Deuteronomio 32, 3-4)

En Génesis 1:26-27 leemos, que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Un honor, que el no concedió al resto de su creación. El hombre y la mujer recibieron por igual. Esto nos muestra cual es el destino y la misión del hombre, o sea el de reconocer al Dios eterno y tener comunión con El, amarle y adorarle, servirle en el cumplimiento de su decisión sobre la tierra y llevar una vida para la gloria de Dios. Esta fue la misión de Dios para el hombre, poniéndolo sobre toda su creación. Todos nosotros hemos fallado esta misión y por ello hemos pecado frente al Dios creador, trayendo su juicio sobre nosotros. Por esta causa necesitamos todos nosotros de la salvación por medio de Jesucristo, para tener nuevamente comunión con Dios y vivir según su voluntad y misión.

En Génesis 1 vemos claramente revelado los motivos de la creación y la misión de Dios para el hombre, desde el principio fueron puestos los dos al mismo nivel en su relación con Dios y sus bendiciones. Los dos fueron creados a la imagen de Dios; los dos tenían la misma parte en la bendición de la fertilidad como también en la misión de gobernar en la tierra. En Génesis 2 se nos informa sobre la realización de esos motivos. Aquí vemos, que Dios desde el principio diferenció y trato distintamente las relaciones y deberes del hombre y la mujer sobre la tierra.

Dios creo primero al hombre, „Adán” (significa, el que fue hecho con polvo de la tierra, el „terrenal” – en hebreo significa „Hombre”): Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente. (Génesis 2:7) Recién mas tarde creo Dios a la mujer, o sea de una costilla de Adán. Así que según las intenciones sabias de Dios el hombre fue creado antes que la mujer, y la mujer fue formada del hombre.

En 1.Tim 2:13 se acentúa y se enseña este orden, mostrando con ello cual fue la intención de Dios („Porque Adán fue formado el primero, después Eva“). Ya desde el principio e incluso antes de la caída al pecado, fue la de poner al hombre como cabeza y autoridad sobre la mujer. También se enseña como orden divino en 1 corintio 11:8-9 la sumisión de la mujer al hombre a través de las señales de la obra de Dios en la creación. „Porque el varón no es de la mujer, sino la mujer del varón. Porque tampoco el varón fue criado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón”. Dios ha puesto una escala clara de la autoridad: „Mas quiero que sepáis, que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo”. (1corintio 11:3)

La posición del hombre como cabeza (esto significa jefe, autoridad) sobre la mujer se manifiesta en que Dios la creo por su causa, como ayuda idónea; dado también que fue formada de él, para corresponder a su medida. Finalmente el hombre dio el nombre a la mujer. La creación nos hace entender el vinculo y la unidad del hombre y la mujer, como la palabra divina inspirada nos muestra en Adán „Por tanto, dejará el hombre á su padre y á su madre, y allegarse ha á su mujer, y serán una sola carne”. (Génesis 2:24)

Dios puso al hombre como cabeza sobre la mujer, por supuesto no como un tirano sin escrúpulos, más bien como un guía amoroso, protector y proveedor. Hombre y mujer deben de formar una unidad, unidos en amor en una unión indisoluble, donde la mujer complementa al hombre. En este amor profundo indestructible es el hombre el guía, el protector y proveedor. La mujer es la que le apoya, ayuda y rodea con cariño.

Autoridad no es nunca en el orden de Dios algo maligno, esclavizante o destructivo, sino guía amorosa, protección para lo débil y cuidados que proporcionan seguridad. La armonía perfecta del hombre y la mujer se quebró recién en la caída del hombre. Esto no fue lo que Dios tenía planeado.

Solo podemos entender correctamente el orden de Dios en su creación y la diferencia del hombre y la mujer, si tomamos en cuenta, de que Dios preparo al ser humano finalmente para la unidad del matrimonio, pero también para el crecimiento de la familia. Ya leemos en el primer deber de la creación de Dios, que el hombre y la mujer crezcan y se multipliquen. Esto significa tener hijos. Los hijos necesitan cuidados y seguridad emocional; la familia como organismo necesita un margen protector, necesita armonía y estabilidad. Por ello no es casualidad, que Dios ya desde el principio anunció a través de Adán, que el hombre y la mujer dependerían el uno del otro, esto significa, una unión inseparable.

Dios ha equipado al hombre y a la mujer sabiamente para que puedan ejercer en el campo correspondiente de actividades, según la misión divina para su vida sobre la tierra. El hombre esta capacitado por su constitución física, pero también psíquica, para el trabajo duro donde se necesita fuerza física y solidez para el mantenimiento de la familia. Según Génesis 3:17-19 es éste su deber primordial. El posee en cierta medida, unas capacidades que va a necesitar para su señorío. Esta protegido de sentimientos inestables y en situaciones difíciles de una orientación sobria, capacidad intelectual lógica y abstracta, disponibilidad. También si es necesario, firmeza frente a los conflictos.

La mujer por lo contrario posee muchos sentimientos enriquecedores y detallados, como también una gran percepción intuitiva. Esta fuertemente orientada a relaciones personales y posee una fuerte sensibilidad y capacidad de adaptación. Tiene la habilidad y la necesidad hacia los cuidados maternos. Y esta en especial de una forma ideal equipada psíquicamente y corporalmente para el cuidado de los hijos en la familia. Según en Génesis 3:16 es éste su deber primordial.

Según la palabra de Dios es el hogar su lugar de trabajo, en el círculo de la familia, y en el cuidado cariñoso hacia las personas. Con ello cumple ella un importante deber vital para el esposo y los hijos. El hombre necesita, en su frecuente vida dura y agotadora, el complemento de la mujer, la que le ofrece amor y seguridad, cariño, respaldo y animo. La mujer por lo contrario necesita de la protección y guía del hombre. Para de esta forma poder compartir a otros el amor y cuidado sin tener preocupaciones, cargas y un amor enfriado.

b. La consecuencia de la caída del pecado para el hombre y la mujer (Génesis 3)

En el tercer capitulo de Génesis vemos el porque nosotros vivimos tan poco este orden perfecto de la creación en la realidad de este mundo. Aquí se nos muestra, como la serpiente, el diablo, guía al primer hombre al pecado y con ello a la independencia de Dios (compare Génesis 3:1-19) la separación de Dios por medio de la desobediencia produjo la muerte espiritual del hombre y contribuyo a que todo su ser, frente a su estado original, fuese manipulado y tapado por el pecado. Incluso hasta en lo mas profundo de su ser.

Esto tuvo, como ya hemos leído en ese capitulo, consecuencias graves para la relación del hombre y la mujer. Los dos fueron pues separados de Dios, se elevaron así mismo como „dioses”, se convirtieron en seres egoístas y desconsiderados. El señorío del yo y la servidumbre del hombre bajo su naturaleza caída son los que ahora deciden en la relación del hombre y la mujer, también aunque aun siga vigente el orden de Dios acerca del matrimonio.

El juicio de Dios añadió como consecuencia sobre el pecado de Adán y Eva pena y miseria. Esto repercutió en cada una de las áreas de la vida: el hombre trabaja para el pan de la familia bajo fatiga, durezas, dificultades y condiciones agotadoras; la mujer sufre fatiga y dolor en el embarazo y en el parto. Otra consecuencia fue la ruptura de la armonía del amor, que fue perjudicada y enturbiada: la mujer se dejo desviar por su propia cuenta, comiendo del fruto del árbol y con ello abandonando la posición del sometimiento; por ello recalca Dios la posición de autoridad del hombre sobre ella: el hombre debe enseñorear sobre ella. (Génesis 3:16)

En la práctica de la vida, la caída al pecado trajo mucha miseria y necesidad en relación al hombre y la mujer. Las ansias pecaminosas hacia la satisfacción egoísta en la relación sexual como el instinto de poder, ha tergiversado y rebajado el orden divino de la creación. La pureza del pacto matrimonial entre el hombre y la mujer, según la voluntad de Dios, fue destruido por las relaciones prematrimoniales; la armonía del matrimonio por el querer gobernar mutuamente, la falta de cariño y el no poder perdonarse, la fidelidad del matrimonio por medio de relaciones adulteras con otros, el matrimonio disoluble por medio del divorcio y el abandono del cónyuge.

Desconsideración y codicia, violencia y astucia, reproches y desacuerdos, autorrealización egoísta y el abuso de la debilidad del otro. Todo esto ha ejercido su influencia destructiva en la humanidad pecaminosa, como también lo atestigua el informe de la sagrada escritura. Si no hubiera puesto Dios en su misericordia un manto de protección y bendición para el matrimonio decretado por El, no habría hoy en día matrimonios, en este mundo pecaminoso, que más o menos funcionase. También quedan descartados los matrimonios felices, que viven sin Dios, lejos de la medida de Dios y del mandamiento para el hombre y la mujer. El hombre ha corrompido su camino y necesita urgentemente el perdón y el renuevo radical de su corazón. Esto se ve claramente manifestado en la relación del hombre y la mujer.

c. El matrimonio cristiano y la enseñanza de la escritura para la mujer cristiana

Dios ha abierto para nosotros pecadores equivocados, en su gran misericordia y gracia, un camino hacia el perdón de nuestros pecados y hacia una nueva vida. Esto es a través de la fe en Jesucristo, el hijo de Dios, que murió en la cruz intercediendo por nosotros. Allí cargo el Señor Jesús, el cordero de Dios, también toda culpa del hombre en relación a su relación entre ellos como hombre y mujer.

En cristo todas las cosas hechas nuevas

Todo hombre pecador, que crea en El y lo recibe como señor y salvador, será purificado de todos sus pecados por la sangre de Cristo y rescatado de la muerte y el juicio. Gracias al sacrificio perfecto de Jesucristo recibe él el perdón de los pecados, la justicia frente a Dios y la vida eterna. De un hombre caído, rebelde y muerto espiritualmente, pasa a ser un hijo indultado y amado por Dios, nacido de nuevo a través del espíritu de Dios que ahora vive en él y le guía. En Cristo, fue hecho criatura nueva, gracias a la nueva comunión recibida por el Señor resucitado y exaltado, „De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5:17)

Estos cambios fundamentales en la vida de un creyente nacido de nuevo, repercuten en todas las facetas de su vida. El espíritu de Dios habita en él. Su antigua forma de andar será transformada en su caminar cono Dios. Se produce un arrepentimiento, esto significa transformación de convicciones y volverse de corazón de los caminos erróneos. El espíritu de Dios consigue lo que nunca consiguió la naturaleza pecaminosa del hombre, un hijo de Dios hará voluntariamente la buena perfecta voluntad de Dios. (Compare Romanos 12:1-2)

Cuando nos convertimos en hijos de Dios, reconocemos entonces de repente al eterno, todopoderoso Dios, tal como El es en verdad. Con ojos espirituales abiertos vemos su amor y bondad perfecta, su sabiduría y su gloria ensalzada, su poder y autoridad. Reconocemos pues, lo que antes habíamos estado negando: que El es perfecto, que todos sus caminos, órdenes y mandamientos son tan buenos como imprescindibles y saludable para nosotros, cumpliendo a partir de ahora en adelante, lo mejor que podamos, de todo corazón su palabra y voluntad. Sea lo que sea lo que este Dios maravilloso y sabio haya predestinado y preparado para nosotros – es con certeza lo mejor, si, ¡el único camino correcto para nosotros!

Cada mujer debería de escudriñar diligente en la palabra de Dios, la cual le habla sobre su camino y andar, con el fin de disfrutar realmente de sus indicaciones. Ella debería a la luz de la palabra de Dios examinar y cambiar todo aquello que la palabra de Dios le muestra como pecado, referente a su antigua postura como mujer y de su actitud frente a los hombres, el matrimonio y la familia (lo mismo cuenta naturalmente para el hombre cristiano). La postura antigua de su corazón y forma de vivir será transformada por medio de la obra de la palabra, buscando hacer ahora la voluntad del Señor y lo que le agrada. Queremos examinar ahora en el NT unas declaraciones muy importantes sobre la vida de la mujer en Cristo.

La igualdad de la mujer frente a Dios en Cristo

El NT muestra claramente que Dios no hace diferencia entre el hombre y la mujer. Los dos fueron comprados por la misma valiosa sangre de Cristo. Los dos tienen la misma participación en la salvación, en la vida eterna y a las bendiciones en Cristo. „No hay Judío, ni Griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. (Gálatas 3:28) el hombre y la mujer tienen el mismo acceso a Dios; no se diferencia en nada su posición en Cristo.
c) la diferente misión y área de actividades de la mujer cristiana

El NT da a las mujeres la misma misión divina para la vida aquí en la tierra, como ya hemos visto revelado en el relato sobre la creación en el Antiguo Testamento: su área de trabajo, si es que esta casada, esta en primer lugar en la familia, en el cuidado alrededor de su esposo e hijos. „Las viejas, asimismo, se distingan en un porte santo; no calumniadoras, no dadas á mucho vino, maestras de honestidad: Que enseñen á las mujeres jóvenes á ser prudentes, á que amen á sus esposo, á que amen á sus hijos, A ser templadas, castas, que tengan cuidado de la casa, buenas, sujetas á sus esposo: porque la palabra de Dios no sea blasfemada”. (Tito 2:3-5)

Aquí vemos claramente, que el orden de la creación de Dios en el Antiguo Testamento no fue abolido en Cristo, sino más bien lo contrario, llevado a su completo desarrollo y de una forma suprema hecho realidad. Todo esto no hubiera sido posible sin Cristo.

La mujer en Cristo es así llamada a ser ayuda idónea para su esposo y a ejercer el amor en la familia, a cuidar del esposo y de los hijos, abasteciendo en los asuntos del hogar para la honra de Dios. El hogar es el centro principal de su servicio dado por Dios, por lo menos hasta que los hijos se independicen. Este lugar de servicio tiene dignidad e importancia delante de Dios. No es de ninguna manera insignificante y limitado, como el mundo despreciativamente hoy en día lo cree. El es el lugar de bendición y plenitud espiritual (no carnal). Para las esposas jóvenes: es igual lo que el mundo diga. La importante declaración en Proverbios 31 muestra los tesoros de Dios para el servicio de una mujer virtuosa y temerosa de Dios.

Un hogar diseñado por una mujer espiritual puede convertirse en un lugar de bendición para muchos. Es la fuente de refuerzos espirituales, de calor y seguridad para el hombre y sobre todo también para los hijos; es también el lugar de refrescamiento para otros creyentes, siendo en su visitas edificados, consolados y animados; el hogar es un testimonio evangélico importante en un mundo lleno de matrimonios destrozados y hogares fríos, donde los dos trabajan a tiempo completo. Aquí se puede implantar la semilla del evangelio a alguno de los hijos de los incrédulos; aquí pueden hallar algunas de estas mujeres al Señor.

En especial quiero animar a nuestras madres a aprender a apreciar y a valorar y tomar en serio la misión que Dios les ha dado en el cuidado y educación de sus hijos; esto exige a veces el esfuerzo total de una mujer. Sobre todo exige entrega, obsequiando amor-Ágape, no esperando nada de los otros, sino que por la voluntad de Dios da y bendice, llevando cargas y tomando el trabajo voluntariamente sobre si (compare 1 Corintio 13:4-7).

Justamente hoy en día, es muy importante que las mujeres cristianas vean la educación de los hijos como un servicio espiritual muy significativo, el cual es muy valioso delante de Dios. A través de la rutina diaria en contacto estrecho con los hijos, puede una madre creyente colaborar a favor de que la semilla de la palabra de Dios se implante en sus hijos y finalmente también a que brote. Tener una madre temerosa de Dios y cariñosa, estimula con seguridad a los hijos a buscar al Señor y también de seguirle fielmente. ¡Cuantos siervos espirituales de Dios pueden testificar, de que los impulsos más decisivos para sus vidas espirituales se lo deben a sus madres!

También la rutina diaria como cocinar, poner la mesa, cambiar los pañales y limpiar, son servicios para el Señor, son espirituales, ocupaciones santificadas, si es que la madre lo hace conscientemente para el Señor. Justamente es la rutina diaria, no siempre fácil de las madres cristianas y amas de casa, la que ofrece muchas posibilidades para testificar para el Señor y alcanzar a otras personas para el evangelio.

Que importante es aquí, el aceptar conscientemente este servicio del Señor y dejarse regalar por El la gracia y la fuerza necesaria – ¡cada día de nuevo! Que importante es cerrar el corazón a la seducción de este mundo, que insinúa a la mujer, a que se desprenda de los hijos lo más pronto posible y que vuelvan otra vez al mundo laboral. Es muy importante para los hijos, también para los jóvenes, la presencia de la madre en el hogar, aquí se les ofrece tanta seguridad y bendición, que seria un error serio el abandonar el hogar sin tener motivos.

Para las mujeres ancianas, donde las obligaciones familiares se han reducido, se les abre al mismo tiempo una lista completa de servicios agradables a Dios en el área de la diaconia. Como ayuda espiritual e instruyendo a las mujeres más jóvenes, y también en el testimonio evangélico (Como se muestra en 1Timoteo 5:9-10)

La misión de Dios para solteras o las mujeres solteras que viven solas

Aunque el camino normal de Dios para la mujer sea el matrimonio y la familia, existen casos en la vida donde una mujer puede quedar sola, la palabra de Dios nos muestra que esta situación no es en ninguna manera un golpe del destino o que se tenga que interpretar como si fuera mala suerte. La mujer soltera puede hallar fuerza y gracia para este camino en la comunión con Cristo, aunque seguramente también sufriendo tentaciones y desafíos.

Cuando Dios prevé la soltería en el plan de vida de una mujer, entonces también ofrece Él la gracia, donde ella halla plenitud y paz espiritual en la soltería (aunque esto rara veces sucede sin lucha). Con seguridad no es esto un camino muy fácil, pero a través de la fuerza del espíritu Santo pueden llevar las cristianas solteras una vida fructífera y bendecida, donde Cristo con su riqueza satisface su necesidad. Una vida semejante entregada al Señor ofrece multitudes de posibilidades para un servicio sin obstáculos para El, como vemos en 1 Corintios 7:34-35.

La palabra de Dios enseña muchas tareas diferentes para la mujer soltera, muy parecidas a la de la mujer casada, sobre todo en el ámbito de ayuda, cuidados y en lo educacional. Alguno de estos puntos lo encontramos en la descripción de las viudas en 1Timoteo 5:3-10. La palabra de Dios ve la soltería como una ventaja, porque la mujer puede servir con toda su fuerza a Dios y sin obstáculos, ya sea en la diaconia o en la misión.

El caminar de la mujer como testimonio para Cristo

Tito 2:4-5 nombra cuatro cualidades, donde la mujer cristiana puede dar en sus alrededores un buen testimonio para Cristo:

**ellas deben ser prudentes (o virtuosas, castas, sensatas). Aquí se trata sobre todo, el vivir concientemente la palabra de Dios en la rutina diaria, autodominio en vez de ser caprichosa y emocionalmente inestable, con una actitud diaria disciplinada según el espíritu de Dios y los mandamientos de la palabra. Prudencia es una efectiva posición espiritual del espíritu de Dios, que se contrasta con el dejarse llevar y controlar por los sentimientos y agresiones, miedos y preocupaciones.

**ellas deben ser castas (o puras, santas), esto significa éticamente puras en pensamientos, palabras y hechos. Como hija de Dios puede reconocer la mujer cristiana, que la voluntad de Dios es para ella salvación (1Timoteo 4:3). Ella abandonara, siempre y cuando este soltera, todo comportamiento carnal frente a los hombres. Romperá todo pecado y relaciones impúdicas de su vida anterior. Ella podrá reconocer por medio de la Biblia, que la relación mas impórtate en su vida es pues la relación de amor hacia su Señor y salvador Jesucristo, que esta comprometida como virgen pura (2 Corintios 11:2). Su voluntad debe de someterse totalmente a su nueva vida.

A ello pertenece pudor, decencia y reserva frente al sexo contrario (compare efesios 5:3-4; 1Timoteo 2:9; 1 de pedro 3:2; Tito 2:5). Ella evitara consecuentemente las falsas confianzas y cercanías, „saludos con besos” y comentarios de doble sentido, de un comportamiento seductivo sin pudor, por ejemplo como el vestuario indecoroso.

Ella no usara ni ropa ajustada, que resalte la figura ni ropa donde se muestra algo de desnudez, como por ejemplo vestidos cortos, rodillas descubiertas o faldas con rajas muy altas, piezas de vestir transparente o como todo aquello que la moda del mundo pecador inventa, para seducir a los hombres. Ella evitara vestir ropa de hombres, pues es una atrocidad a su Dios (compare Deuteronomio 22:5). Ella deseara en vez de esto más bien atestiguar el ser mujer con ropa casta y femenina según el plan de Dios. En nuestra cultura es mejor el uso de las faldas y vestidos largos. Ella evitara todo aquello, que haga atraer la atención hacia ella. Con su comportamiento y vestidura demuestra su deseo de honrar al Señor, El cual la compro con el precio de su sangre.

La mujer soltera que desea un marido (y esto es en el orden de la creación algo normal) debería entregar esta pregunta tan importante, como todas las otras preguntas en su vida, totalmente en las manos de su padre celestial, su Señor y salvador. Dios tiene un plan y una voluntad perfecta para cada hija suya. Si el plan de Dios ha predestinado una pareja a la mujer, entonces también se preocupara El de que ella lo encuentre. Todo impulso humano y maquinación es aquí solamente perjudicial y deshonra al Señor. ¡Bendita es la mujer que confía y espera en Él!

**ellas deben de ser hogareñas, esto significa que ellas se ocupan con conocimiento y fidelidad de los asuntos del hogar y de la familia. Esta cualidad de la mujer, hoy en día despreciada y rechazada por el mundo, es en estos tiempos actuales un testimonio muy importante para Dios. El ser humano conoce cada vez menos los cuidados cariñosos para la familia y el hogar acogedor. Nosotros mismos hemos experimentado como una de las compañeras de nuestra hija se dio cuenta con asombro y nostalgia, que nuestros hijos cada mediodía reciben un plato caliente sobre la mesa preparado por la madre, cuando ella con frecuencia por el mediodía tiene que comprar algo de comer, ya que la madre „por supuesto” trabaja.

**finalmente sean las mujeres bondadosas, esto significa tener una actitud de buen corazón, que desea lo bueno para su alrededor, pero también mostrar una bondad practica a través de las buenas obras hacia su prójimo. Esto puede abarcar la ayuda al vecindario, cuidados a niños abandonados, con la gente anciana o enferma que están a su alrededor. Puede ser una conversación franca con alguna persona en necesidad o ayuda material a los pobres. En principio existe también hoy en día, en nuestra sociedad de bienestar, muchas posibilidades para la mujer cristiana, de honrar a su Señor y servirle a través de las buenas obras.

Cuando una mujer posee estas cualidades, será un testimonio poderoso de la gracia de Dios en un mundo corrompido y andará un camino que es bendecido y agradable a Dios.

La sumisión de la mujer al hombre

En su relación hacia el hombre acentúa la palabra muy claramente la sumisión de la mujer bajo su esposo como una postura fundamentalmente importante en su caminar. Sumisión no significa inferioridad, sino más bien el reconocimiento consciente del orden de vida de Dios. Ella se refugia conscientemente bajo la posición de guía del esposo que Dios le dio. El mandamiento bíblico de la sumisión de la mujer no significa que el hombre sea mejor o que sea mayor o más importante que la mujer frente a Dios, tampoco, que el sea más sabio o capacitado que la mujer. Dios ha dado al hombre la misión de ejercer su autoridad en la familia; la mujer cristiana tiene que reconocer que esto es todavía una orden de Dios actual.

Con ello puede la mujer cristiana mirar a aquel, que vivió el servicio y la sumisión de una forma perfecta, atestiguando sus valores mayores delante de Dios: a nuestro Señor Jesucristo, el cual se sujeto completamente en todo al padre, haciéndose siervo de todos. En Cristo no es el servicio y la sumisión algo desacreditado, o una carga destructiva, sino más bien, en lo profundo un privilegio. Con ello puede honrar a Dios y al mismo tiempo puede experimentar, que la sumisión voluntaria al hombre le ofrece seguridad, protección y autoridad espiritual en su servicio para el Señor.

Aunque, en vista de la influencia cada vez más fuerte del espíritu de la época entre los creyentes, debe la mujer hoy en día nadar con ímpetu contra la corriente, si es que todavía vive y se toma en serio las declaraciones bíblicas sobre la sumisión. A ello pertenece negarse así mismo, como cualquier verdadero seguidor de Cristo. El camino bíblico de la mujer es seguir el camino de la cruz, y se supone, que la mujer cristiana considera crucificada su carne y propia vida, entregándola conscientemente a la muerte. (Compare Mateo 26:24-26; Gal. 5:22; Rom. 6:1-13). La bendición y el fruto de este caminar bíblico son todavía hoy en día los mismos: caminos de obediencia conllevan fuerza espiritual y una paz muy grande, una comunión profunda con Cristo y huellas de bendición en la vida de otros.

La actitud interior del corazón de la mujer cristiana

Dios va más allá con todo esto. A Él lo que le importa es la entrega interior y el amor integro a El mismo de la mujer redimida. No solamente una obediencia externa frente a sus mandamientos, sino mas bien un corazón integro delante de El. Esto lo vemos claramente en (1 Pedro 3:3-6)

„El adorno de las cuales no sea exterior con encrespamiento del cabello, y atavío de oro, ni en compostura de ropas; Sino el hombre del corazón que está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu agradable y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios. Porque así también se ataviaban en el tiempo antiguo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, siendo sujetas á sus esposo: Como Sara obedecía á Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras sois hechas hijas, haciendo bien, y no sois espantadas de ningún pavor”.

Como siguiente vamos a hablar sobre la naturaleza débil de la mujer. Su necesidad, de adornarse y estar ocupada de una forma falsa en la apariencia. Aquí señala la palabra de Dios, que a Dios no le agrada los adornos externos, si no más bien el adorno interno de un corazón puro entregado a Dios, que confía en silencio en El, y se resigna bajo su dirección y mano poderosa, en vez de rebelarse y tomar el mando en sus manos. En una actitud semejante no se halla solamente algo valioso delante de Dios, si no también una nobleza espiritual.

Hoy en día también busca Dios todavía mujeres, que de todo corazón desean agradar a su Dios, que persiguen el corazón integro y una entrega total a su Señor en vez de buscar la autorrealización y el reconocimiento del mundo. Que anhelan vivir para Dios en silencio y apaciblemente, negándose también hoy en día así mismas y diciendo sí al camino de la sumisión al hombre. No por una supuesta „ley”, no siguiendo descontentamente una simple tradición, si no consciente y voluntariamente, por amor a su redentor y para la gloria de Dios.

d. El gran misterio Hombre y mujer – Cristo y la Iglesia

Como ultimo punto en esta primera parte, queremos tratar las declaraciones de la palabra de Dios sobre el profundo sentido espiritual del matrimonio, del orden de Dios en el Nuevo Testamento, como vemos en Efesios 5:22-33:

“Las casadas estén sujetas á sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo. Así que, como la Iglesia está sujeta á Cristo, así también las casadas lo estén á sus maridos en todo. Maridos, amad á vuestras mujeres, así como Cristo amó á la Iglesia, y se entregó á sí mismo por ella, Para santificarla limpiándola en el lavacro del agua por la palabra, Para presentársela gloriosa para sí, una Iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar á sus mujeres como á sus mismos cuerpos. El que ama á su mujer, á sí mismo se ama. Porque ninguno aborreció jamás á su propia carne, antes la sustenta y regala, como también Cristo á la Iglesia; Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se allegará á su mujer, y serán dos en una carne. Este misterio grande es: mas yo digo esto con respecto á Cristo y á la Iglesia. Cada uno empero de vosotros de por sí, ame también á su mujer como á sí mismo; y la mujer reverencie á su marido”.

Lamentablemente no podemos tratar este enriquecedor Versículo con profundidad; para ello seria necesario un librito propio. En el margen de nuestro tema queremos limitarnos a algunas declaraciones importantes.

La carta a los Efesios contiene una vista profunda sobre la voluntad de Dios, en especial a lo que se refiere al misterio de la Iglesia. Hayamos aquí revelada una profunda verdad espiritual, que nos puede ser de mucha ayuda, para poder entender y seguir mejor el orden de Dios sobre el hombre y la mujer, ya sea en la familia como en la Iglesia.

Nuevamente tenemos en el principio, el mandamiento a la mujer cristiana, de que este sujeta a su marido (encontramos este mandamiento cinco veces en el NT) pero aquí se añade un suplemento importante “como al Señor” esto significa que si obedece a su marido, entonces también esta obedeciendo al Señor, pues él fue puesto a ella por cabeza. Aquí tenemos el motivo espiritual: Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo (…) ”Así que, como la Iglesia está sujeta á Cristo, así también las casadas lo estén á sus maridos en todo”.

Vemos, que en la voluntad de Dios existe una relación directa entre la sumisión de la mujer bajo su cabeza, el hombre, y la sumisión de la Iglesia a su Cabeza, el Señor Jesucristo. Las dos relaciones equivalen entre ellas. El hombre es la equivalencia de Cristo, y la mujer la equivalencia de la Iglesia. Así como la Iglesia debe de sujetarse en todo a Cristo, así también la mujer a su esposo.

Esta relación la vemos mas clara a partir del versículo 30:“Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se allegará á su mujer, y serán dos en una carne. Este misterio grande es: mas yo digo esto con respecto á Cristo y á la Iglesia”. Esto significa: cuando Dios creo al hombre y a la mujer, formo el ya ahí simbólicamente la relación entre Cristo y la Iglesia en la relación del hombre y la mujer.

Dios no quería que su hijo estuviera solo; el quería hacer una compañera, una ayudante, la Iglesia. Para ello tuvo Cristo que sufrir la muerte, cuya imagen simboliza el profundo sueño de Adán. La Iglesia fue formada por Cristo; su costado traspasado es de donde ella fue sacada. Ella debía ser de su carne y hueso, así como en Cristo somos hijos de Dios, también seremos un día igual que Él. El se ha unido inseparablemente a ella; ella es su cuerpo. Así simboliza Dios el orden del matrimonio en la relación de Cristo y su Iglesia. Esto es verdaderamente un gran misterio. Si lo meditamos y abrimos nuestros corazones, entonces reconoceremos, lo bonito y maravilloso que puede ser el camino de la sumisión para la mujer espiritual prudente.

El hombre esta llamado a través de la relación con su mujer a representar y disfrutar el amor tierno y la dirección mansa de Cristo frente a la Iglesia. La mujer esta llamada a través de la relación con su marido, a representar y disfrutar la entrega y la obediente sumisión de la Iglesia a Cristo. Los dos, hombre y mujer, pueden en su forma de andar glorificar a Cristo y su señorío, engrandeciendo a su Señor, aceptando el papel que El les ha dado. La mujer cristiana, que se sujeta a su marido, honra de esta manera a su Señor y salvador engrandeciendo su autoridad. Ella da un testimonio robusto y maravilloso del poder de la salvación en Cristo delante de los principados y potestades celestiales, a los cuales Dios les quiere dar a conocer su sabiduría magnificente a través de la Iglesia, donde El hizo de las criaturas desobedientes, hijos que le obedecen voluntariamente, viviendo y honrado a Dios (compare Efesios 3:10).

Dios ha dado a la mujer cristiana el papel del silencio y sumisión, para honrarle en la Iglesia de Cristo y glorificar su autoridad, así como El por la misma causa le confió al hombre el papel de la cabeza. Los dos deben de vivir para la gloria de Dios y de Cristo – ¡que camino más maravilloso! ¡Que valioso llamamiento, para aquellos que fueron salvados de la suciedad del pecado y del abismo de la rebelión contra Dios! La bendición de la convivencia del hombre cristiano como cabeza con la mujer cristiana como ayuda idónea, se convierte en una imagen viva de la voluntad de Dios en Cristo para la Iglesia.

Este fundamento de Dios debería de hacernos reflexionar y también abrir el corazón de todos los hombres y mujeres creyentes. De esta forma recibirán poder para testificar contentos del amor de Dios, de la sabiduría y del poder de la salvación a este mundo impío, envés de fallar a este llamamiento por motivos egoístas, deshonrando al Señor con un espíritu destructivo en la vida conyugal.

e. Fin de la primera parte

Para terminar deseo animar a todas las mujeres y muchachas creyentes, a que examinen la palabra de Dios. Que tengan un corazón dispuesto a escuchar lo que el Señor les quiere decir. Aquí solo podemos señalar algunas alusiones al respecto. Dios os ha concedido una misión valiosa de como podéis glorificarle y servirle en este mundo que esta en contra de Dios.

En vista a la presión que viene de parte del mundo y los cristianos que se han acomodado a el, necesita la mujer llenarse de valor y negación asimisma para poder representar y disfrutar de esta misión. En ello se halla una gran bendición, no solamente para vuestra vida personal, sino también para vuestros esposos, hijos y en la Iglesia donde Dios os ha puesto.

SEGUNDA PARTE

El servicio y testimonio de la mujer en la Iglesia local

1. El llamamiento y deberes de la mujer creyente en la Iglesia de Dios

a) la posición de la mujer delante de Dios en Cristo

Como primero queremos tener presente las verdades fundamentales que ya hemos considerado en la primera parte: el hombre es rescatado, por medio de la Gracia de Dios, del abismo de las tinieblas y de su rebelión contra Dios. A partir de ese momento es hecho criatura nueva en Cristo. Pasa a ser de enemigo de Dios y muerto al pecado, a ser un hijo de Dios y un heredero de la vida eterna.

Cada hijo de Dios ha recibido por medio de Cristo una naturaleza espiritual y ha sido puesto a una posición maravillosa delante de Dios, en la posición de hijo. El hombre y la mujer tienen el mismo derecho a estas maravillosas bendiciones espirituales. La posición delante de Dios, a lo que se refiere a la diferencia humana, ha sido en Cristo eliminada. Lo vemos claramente en Gálatas 3:26-28:

“…Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis vestidos. No hay judío, ni griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.

El hijo de Dios ha dado a través de la expiación perfecta la misma salvación a aquellos que son en cristo, ya sea hombre o mujer. A todos ellos se les ha dado entrada al santuario celestial por medio de la sangre de Jesucristo (compare Hebreo 10:19-22; Hebreo 4:16); todos ellos, como piedras vivas en el templo espiritual de Dios, han recibido el llamamiento al sacerdocio santo delante de Dios (compare 1 de Pedro 2:4-5) y pueden adorarle en espíritu y en verdad. Todos ellos son miembros del cuerpo de Cristo (compare 1 de Corintios 12:13).

b) el llamamiento y el servicio de la mujer en la Iglesia

La Biblia enseña claramente esta verdad importante sobre la igualdad del hombre y la mujer frente a Dios. Así de claro enseña también, que el hombre y la mujer ocupan puestos diferentes y sirven a Dios de diferente manera en sus vidas espirituales aquí en la tierra y en la vida de la Iglesia. La bondad de Dios y el orden de su creación no han sido revocada en la Iglesia. Mientras que la Iglesia sea el testimonio de Dios en la tierra se debería hacer realidad de estos hechos a través de la fuerza del espíritu.

Aunque en Cristo ya no se diferencia al hombre y la mujer, referente a su posición delante de Dios, si que Dios acentúa en su palabra, que el hombre es la cabeza en el matrimonio cristiano y la mujer debe de sujetarse a él. El orden de Dios sigue siendo valido en la vida nueva que hemos recibido de El, e igualmente el orden espiritual de la Iglesia. Dios ha dado al hombre el liderazgo en los asuntos espirituales; los hombres son según los mandamientos de Dios los que deben de ejercer el mando, la enseñanza y la predicación en la Iglesia. El hombre es la cabeza de la mujer (1 Corintios 11:3) – esta declaración no se relaciona solamente a la relación personal en el matrimonio, si no también en la posición en la Iglesia, como mostraran los versículos bíblicos que vamos a observar.

Muchas mujeres cristianas (naturalmente también hombres) están hoy en día tan influidos por sus Iglesias que ven y juzgan la posición de la mujer de forma pragmática-humanista, o sea de seguir una forma tradicional (esto se hizo siempre así) o dejándose influir por el espíritu de la época (el cual dice que es imposible hoy en día exigir que las mujeres guarden silencio y usen el velo, aquello fue una vez en la edad Media. Hoy vivimos de forma diferente).

Contra ello debemos una vez más de acentuar: en la vida de la Iglesia local no están estos asuntos dejadas a las propias decisiones humanas como en la vida personal de una pareja cristiana. Dios ha dado en su palabra órdenes eternas y enseñanzas, las cuales son validas todavía hoy en día, para regular la vida de una Iglesia bíblica verdadera y diseñada conforme a los principios divinos. Si la Iglesia local desea la bendición plena y desea experimentar la protección de Dios, entonces no deben de desviar las enseñanzas bíblicas escritas en las cartas de Pablo acerca del orden de la Iglesia.

También los deberes y el servicio de la mujer cristiana en la Iglesia de Dios están ordenadas a través de las declaraciones doctrinales apostólicas y no se deben dejar a las propias decisiones humanas. Observemos como siguiente las declaraciones principales en 1 Timoteo 2:11-15 – unas declaraciones que fueron escritas bajo la inspiración divina, para nuestro conocimiento: “Y si no fuere tan presto, para que sepas cómo te conviene conversar en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad” (1 Timoteo 3:15)

“Las mujeres asimismo, honestas, no detractoras, templadas, fieles en todo. Los diáconos sean maridos de una mujer, que gobiernen bien sus hijos y sus casas. Porque los que bien ministraren, ganan para sí buen grado, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús. Esto te escribo con esperanza que iré presto á ti: Y si no fuere tan presto, para que sepas cómo te conviene conversar en la casa de Dios, que es la Iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad”.

Pablo enseñaba como autoridad enviada (= Apóstol) por Jesucristo el orden de Dios en todas las Iglesias, sus mandamientos. Estos mandamientos fueron dados por la cabeza de la Iglesia para la vida de la Iglesia (compare 1 Corintios 14:37). Aquí confirma él una vez más el resultado de las declaraciones en el NT sobre el servicio en la Iglesia: todo servicio de liderazgo, de enseñanza y proclamación de la palabra de Dios en la Iglesia es cosa del varón pues así es la explicita voluntad de Dios.

Ya vemos este principio divino en el comportamiento del Señor Jesucristo en Israel: en comparación a muchos judíos de aquella época, tomo El en serio a las mujeres, hablándolas de la salvación y llamándolas a seguirle. Pero fue al varón finalmente a quien El nombro como apóstol y proclamador del evangelio. Los mismos principios hallamos en el antiguo pacto. Los varones eran los únicos que podían ser reyes, tener cargos superiores y ser ancianos. También el servicio del sacerdocio, donde el sacerdote intercedía abiertamente por todo el pueblo. Cuando Débora tuvo que dirigir a Israel, fue ello una señal de juicio sobre la debilidad espiritual y el fracaso de los varones de aquella época. Ello fue una excepción clara, como también las casos aislados de las profetizas de las que oímos en el antiguo pacto. En Isaías 3:12 vemos que atraía perjuicios fatales, que era juicio de Dios, cuando las mujeres del antiguo testamento dominaban el pueblo de Dios.

El NT muestra, que el derecho al servicio de apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro era exclusivamente para el varón, los cuales debían de servir con todo su corazón. Hoy en día sucede lo mismo con los tres servicios que todavía existen, el de evangelista, pastor y maestro (compare Efesios 4:11-12). Igualmente es el varón el que tiene el derecho en el servicio como anciano y responsable. A ellos se les ha confiado la Iglesia (compare 1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9). Este principio, sobre el señorío del varón ordenado por Dios, lo vemos confirmado en 1 Timoteo 2 donde se ve claramente que esta prohibido para la mujer creyente el ejercer autoridad y de enseñar sobre el hombre en la Iglesia. Estas declaraciones concretas demuestran que ya también en aquellos tiempos hubo mujeres que pasaron por alto las órdenes de Dios. Ellas querían enseñar, predicar e influir en la Iglesia. Dios mando a Pablo a que se opusiese claramente y determinadamente a ello.

Es muy importante, que en estos pasajes como en los otros pasajes, veamos los motivos del Espíritu de Dios. Dios justifica su mandamiento no con las limitadas peculiaridades culturales de aquellos tiempos. El lo justifica por medio del orden de su creación, El puso a Adán como cabeza sobre Eva. También vemos, que Pablo fundamenta la sumisión de la mujer en la Iglesia bajo la dirección del Espíritu Santo con el orden de la creación y el orden ilimitado divino; así que aquí ya no se trata de una peculiaridad limitada cultural. ¡En este punto recaen muchos intérpretes modernos, retorciendo la palabra y seduciendo peligrosamente!

¿Que significa concretamente hoy en día este mandamiento en 1 Timoteo 2? En relación a la dirección de la Iglesia significa que seria una violación contra el orden de Dios, si en alguna de las áreas de la vida de la Iglesia tanto en un círculo de casa o en círculo de oración o en una acción evangelistica, fuera la mujer la que tuviera la dirección espiritual o una posición de autoridad. En todas las áreas de la vida de una Iglesia debe el varón, que haya sido llamado a ello, tener la responsabilidad y la dirección espiritual. La mujer no puede de ninguna manera ejercer autoridad en un grupo donde también se hallen presentes los varones. Esto no significa que las mujeres no puedan llevar responsabilidades en un círculo de mujeres o en un grupo de niños; solamente debe de estar bajo la vigilancia del pastor de la Iglesia y no debe ser dirigido de una forma „autónoma”.

A lo que se refiere a la enseñanza, no puede una mujer enseñar en la Iglesia, esto quiere decir que no puede interpretar la escritura públicamente. Ella no debe ni puede anunciar la palabra de Dios en la Iglesia y tampoco en los círculos de casa; este es el deber de los hermanos. El deber bíblico para las mujeres maduras espiritualmente, es el de enseñar a las mujeres mas jóvenes en las cosas prácticas de la vida (compare Tito 2:4). Ya que la mujer y el hombre forman una unidad es también lógico que la mujer enseñe a los niños, pues la prohibición de enseñar no afecta a este deber. Finalmente nos muestra 1 Corintio 11, que las hermanas pueden hablar en un marco adecuado ya sea por ejemplo en un círculo de casa o en un circulo de oración, esto quiere decir, hablar para edificación, exhortación y consuelo (compare 1 Corintio 14:3) pero el servicio y la enseñanza de la palabra es el deber único del varón– incluso la palabra de Dios prohíbe que las mujeres hagan preguntas en las reuniones de la Iglesia (1 Corintios 14:35)

Debemos de mencionar, de un aumento serio de desvíos de las órdenes divinas en las obras de la Iglesia y en el campo misionero. Las mujeres se presentan públicamente como evangelistas (esto quiere decir anunciadoras del evangelio) también delante de los varones; las mujeres están enseñando en las Iglesias o dirigen traducciones bíblicas (lo cual es una responsabilidad mas grande que el servicio de enseñanza). Las mujeres están en las comisiones directivas de las obras misioneras como si fuera algo normal y suplantan a los hombres de una forma creciente en el campo misionero. Cada vez más existen „libros de enseñanza” escritos por mujeres, como también interpretación de la escritura las cuales pretenden ser „fiel a la palabra”.

Todo ello es a menudo justificado como „necesidad”, por la falta de varones que estén dispuestos a servir. Una situación así no debe de ser motivo para quebrar el orden de Dios; ¡debería ser un motivo hacia la humillación y la oración seria! A mí me parece que las circunstancias están a menudo invertidas: el Señor retira sus bendiciones allí donde se menosprecia su orden. Ahí donde las mujeres se ponen en primer plano, permite Dios que el hombre pierda importancia y más y más guarden silencio. Que nadie se deje cegar por las presuntas „bendiciones” y „confirmaciones divinas” de semejantes actos de desobediencia. El suceso de Uzza, el cual creyó que tenia que aferrarse al arca de Dios (2 Samuel 6:1-9) es una enseñanza seria para aquellos que creen, que en un caso de necesidad, pueden pasar por alto las ordenes de Dios.

Sin embargo la palabra de Dios tiene en 1 Timoteo 2:11-15 mucho más que decirnos sobre la mujer creyente. Ante todo le importa a Dios la postura del corazón de la mujer creyente. Y aquí leemos en el versículo 11: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción”. ¿Que significa esto? Observemos como primero la palabra „en silencio”. En griego significa como primero“silencio“, pero también“reserva, retiro“. La palabra “aprender” esta estrechamente emparentado con el concepto „discípulo” que también puede significar „aprendiz”.

Así que aquí nos dice la palabra de Dios, que la postura de corazón de la mujer en su discipulado y su aprendizaje espiritual debe de estar caracterizado por su discreción (compare 1 Pedro 3:4), sujetándose totalmente en todo ámbito. Esto significa respetar y estimar de corazón la autoridad de Cristo y la autoridad dada por Cristo al varón en la Iglesia, no por obligación, no sobrepasando los límites de su discreción para empezar a ejercer cualquier influencia sobre la Iglesia.

Este silencio, discreción espiritual de la postura de la mujer no significa pasividad, retirada espiritual o desinterés en el reino de Dios. En el AT vemos algunos personajes religiosos que fueron ejemplos. Las mujeres son como ya hemos visto coherederas de la gracia de la vida (1 Pedro 3:7) y por ello están llamadas de igual manera como el hombre, a tomar parte intensivamente y afanadamente en la palabra de Dios y en el reino de Dios, en su herencia espiritual en Cristo – pero solamente de esa manera que les es permitido.

Veamos la ilustración en el AT de las hijas de Salphaad. Un hombre del linaje de Manases, que no tenia hijo, en cambio cinco hijas. Para ellas era importante de recibir una parte de la tierra prometida para el clan de su padre, y por esta causa se presentaron delante de Moisés (Números 27:1-11). Este presento el asunto de ellas delante del Señor, a lo cual El decidió: “Bien dicen las hijas de Salphaad: has de darles posesión de heredad entre los hermanos de su padre; y traspasarás la heredad de su padre á ellas” (Versículo 7).

Un ejemplo parecido es la de Axa, la hija de Caleb, que fue entregada a Othoniel, el conquistador de Chîriath – sepher, como esposa, la cual le pidió a su padre:”Dame una bendición: que pues me has dado tierra de secadal [esto quiere decir tierra seca y clima caliente]; me des también fuentes de aguas. Entonces Caleb le dio las fuentes de arriba y las fuentes de abajo”. (Josué 15:19; compare Jueces 1:12-15).

Aquí vemos, en sentido figurado, el deseo hacia la herencia espiritual en Cristo, una energía espiritual, donde no insiste provocativamente el ocupar el lugar del varón, sino en el deseo de tomar parte en la vida espiritual y servicio, deseando recibir bendiciones espirituales para poder servir al Señor. También algunos otros ejemplos nos pueden servir de aliento, como Abigail, la esposa de David (1 Samuel 25), o Jael (Jueces 4:17-22).

A Dios no le gusta, cuando las mujeres creyentes confunden su lugar de silencio con pereza espiritual o falta de interés. Ateniéndose a las reglas externas, pero estando interiormente vacías y sin frutos, e incluso conformándose o resignándose al mundo. Aquí tienen los varones y los pastores de la Iglesia la gran responsabilidad de alentar a las mujeres a reconocer su lugar en la Iglesia y a ocuparlo con celo.
En el sentido de este equilibrio espiritual encontramos en 1 Timoteo 2:14-15 una advertencia y una promesa: las mujeres que salen de su discreción y de la sumisión, para tomar la posición del varón, se exponen a la misma seducción de Satanás como hizo antiguamente Eva. Por ello llego Eva al pecado, por que se dejo seducir por la serpiente actuando independientemente de su Cabeza, de Adán. Tomo el lugar de Adán, en vez de sumirse a él. La mujer será guardada de este pecado peligroso, si conscientemente acepta y cumple espiritualmente su campo de acción en la familia y en la educación de los hijos que Dios le ha asignado, en ves de ambicionar un papel de dirección en la Iglesia (compare 1 Timoteo 5:11-15)

c) el campo de servicio de la mujer en la Iglesia

No debemos de mal interpretar este campo de actividades que la palabra de Dios muestra para la mujer, como si las mujeres no tuvieran un espacio de actividades y servicio para el Señor o como si al Señor le importase más el servicio de los varones. ¡Esto no es en absoluto el caso! El servicio espiritual de la mujer es indispensable para una Iglesia bíblica sana, y con seguridad no esta menos valuada delante de los ojos del Señor como el del varón.

Dentro de los límites mandadas por la escritura, encuentra una mujer temerosa de Dios un campo extenso de diversas posibilidades para servir al Señor en la Iglesia, según la medida de sus dones de gracia. En los saludos espirituales de Pablo al final de la carta a los Romanos podemos ver que Dios reconoce y valora, conforme a la Escritura, este servicio de la mujer (compare Romanos 16:1-16). Queremos señalar algunos campos de servicio para la mujer creyente, aunque nos es imposible mencionar todos:

1. La educación de los Hijos: Uno de los deberes más valiosos e importantes de la mujer casada es el de instruir e influir a los propios hijos para el Señor, un servicio, que a menudo es subestimado pero que ha llevado frutos enriquecedores en el reino de Dios. Cuanta parte y recompensa se le asignara algún día a las madres de Whitefield o Spurgeon, esto se vera recién en el día de Jesucristo – pero recibirán con seguridad una parte considerable. La familia es la célula más importante de la Iglesia. ¡Un trabajo de desarrollo en secreto fortalece a la familia y es de edificación total en la Iglesia!

2. un hogar hospitalario y temeroso de Dios: Las mujeres creyentes pueden guiar hacia el Señor a niños de la vecindad y a mujeres de los círculos conocidos, por medio de su sinceridad y el amor hacia el otro. Un hogar abierto es también un servicio al Señor y esto es lo que Las mujeres deberían de tener presente, invitando a otras mujeres para hablar con ellas, o ser un testimonio para los compañeros de colegio de sus hijos. De esta manera han contribuido muchas mujeres para la edificación de la Iglesia local.

3. Buenas abras como testimonio para el evangelio entre incrédulos: La ayuda practica, el amor demostrado y la cordialidad en la vida cotidiana ha abierto muchos corazones al evangelio. En nuestra sociedad hallamos muchos campos abiertos para la mujer cristiana, como las visitas al hospital, visitar a ancianos, ayuda a personas en necesidad, buena disposición en la vecindad, etc.

4. Evangelización personal y participación en actividades evangelisticas de la Iglesia: La evangelización personal es uno de los caminos más efectivos para alcanzar a los perdidos. Aquí se halla un campo de servicio muy importante para la mujer – en especial entre otras mujeres, con las cuales surge a menudo contactos espontáneos por medio de la vecindad, niños o en la compra. Otro camino es por ejemplo invitando a actos evangelisticos como también a coros evangelisticos en hospitales, en el hogar del anciano y en la evangelización entre niños.

5. Misericordia, ayuda y consuelo para creyentes: El consuelo personal para creyentes, consejo y ayuda, aliento espiritual para oprimidos, asistencia a hermanos ancianos – ¡cuanta cosa buena puede aquí hacer efecto! Todo ello es para la edificación de la Iglesia, aunque se haga discretamente.

6. Diaconia practica:  La vida de la Iglesia esta fomentada por medio de las ayudas prácticas, que a menudo suceden en oculto, pero que el Señor ve. A ello pertenece el servicio de la limpieza o la decoración, el cocinar y la ayuda en los actos organizados por la Iglesia, con casetes de grabación, quizás también ayudando en la oficina. También puede ser importante en cosas prácticas como „la ayuda en la familia” en casos de enfermedades o en la necesidad de otros (compare Tabita, Hechos 9:36). En las primeras Iglesias hubo, para este tipo de servicios, „sirvientas” („Diaconisas”) (Febe, Romanos 16:1). Aunque no sabemos realmente en que fueron designadas. De todas formas es la diaconia hoy en día un servicio importante para las hermanas.

7. Oración e intercesión:  Esto es un campo muy extenso y muy significativo para la mujer creyente. Ella tiene parte en el llamamiento del sacerdocio de la Iglesia en la adoración personal. A través de la intercesión puede luchar juntamente para el evangelio (compare Filipenses 4:3), puede abogar por la Iglesia, por los hermanos que están sirviendo, por los misioneros y obras, por países lejanos y por las necesidades de los creyentes en el mundo.

8. Trabajo entre niños en la Iglesia:  También este servicio de la mujer puede traer frutos enriquecedores. Que maravilloso derecho el poder implantar la semilla en los corazones tan jóvenes y enseñarles a amar al Señor Jesús.

9. Ser de apoyo para la obra del Señor:  La mujer creyente puede de muchas maneras apoyar a la obra de Dios, en especial en el campo misionero. Ya sea por medio de ofrendas, o poniendo a disposición su capacidad de ayuda, con ello permiten que los siervos de Dios puedan ocuparse del trabajo principal. Esta ayuda es necesaria en el campo misionero, pero también se puede realizar desde la Iglesia donde uno pertenece. (Compare Lucas 8:3)

Las mujeres pueden obrar en todas estas áreas para el Señor y de esta manera servirle para su gloria. Alguna de estas áreas son solamente para las mujeres casadas; por otro lado, las mujeres solteras tienen a menudo mas tiempo para estar activas en ciertas áreas especificas. Aportan una contribución indispensable para el Señor en la obra de una Iglesia. Cada mujer tiene abierta esta posibilidad maravillosa, sea joven o anciana, casada o soltera, de consagrar su servicio a Cristo y algún día escuchara este testimonio sobre ella, que Dios dio sobre una hermana del siglo Primero: “saludad á Trifena y á Trifosa, las cuales trabajan en el Señor”. Romanos 16:12.

2. El orden divino para el comportamiento de la mujer en la Iglesia

a) Los fundamentos espirituales sobre el orden de guardar silencio y el uso del velo

Aquí llegamos al mandamiento que Dios ha ordenado para las mujeres: el de guardar silencio en las reuniones y el del uso del velo. Ellas deberían, a través de este orden, de mostrar de una forma ejemplar su sumisión al varón y también a Cristo.

En la palabra de Dios vemos escritos estos dos mandamientos de una forma clara y explícita. El espíritu de Dios guió a Pablo a escribir estas palabras justamente después de haberle dado el mandamiento de guardar silencio: “Si alguno a su parecer, es profeta, o espiritual, reconozca lo que os escribo, porque son mandamientos del Señor” 1 Corintios 14:37. Los dos mandamientos no fueron justificados como costumbre de aquella época, si no que fueron justificados con el orden y la revelación santa de Dios (compare 1 Corintios 14:34; 1 Corintios 11:8-9).

Estos dos decretos divinos fueron guardados por casi todas las mujeres creyentes y también en el marco de las Iglesias del siglo 18. Prescindiendo de los falsos profetas y corrientes erróneas. Pero en el siglo 20, frente el inmenso movimiento en este mundo impío de la „igualdad de los derechos de la mujer”, son estas órdenes socavadas y atacadas abiertamente. Estas órdenes de Dios ya casi no se encuentran en las denominaciones evangélicas.

Lo peor de todo es que cada vez más existen cristianos creyentes que se denominan evangélicos o fiel a la palabra, que están disolviendo estos mandamientos divinos. Ellos dicen que estas ordenes son anticuadas y que fueron exigencia de aquella época y validas en aquella época. Otros van más allá y difaman al apóstol Pablo como „una enemistad desviada de Pablo contra las mujeres”. O sostienen que los pasajes correspondientes fueron posteriormente añadidos en la palabra, cuando en realidad se haya en todas las escrituras de las cartas conocidas del NT. Algún que otro maestro falso dan vuelta a la palabra de tal forma, hasta que consiguen supuestamente que declare lo contrario de lo que esta escrito. El juicio de Dios esta sobre todo esto, pues el vela por su palabra.

Este rechazo abierto sobre la inspirada declaración de la palabra sobre el tema de la mujer va mamo a mano con la rápida realización no bíblica „de la igualdad de los derechos de la mujer” también en las Iglesias evangélicas libres: las mujeres son elegidas como si fuera algo normal, actúan como pastoras y dirigentes, anuncian públicamente el evangelio y representan a las organizaciones cristianas. Aquí tienen su papel sectas como adventistas, movimientos pentecostales con sus falsas profetas, apóstolas, pastoras y dirigentes. También el movimiento pietista ha llegado a este punto donde defiende también explícitamente la participación de la mujer en la dirección de la Iglesia y en el servicio de la predicación. Lo mismo esta sucediendo en las Iglesias libres.

¿Que es lo que esta pasando? ¿Cómo se puede explicar la oposición masiva frente a mandamientos tan claros de la palabra? ¿Que esta ocurriendo espiritualmente? Vamos a intentar de responder a estas preguntas antes de llegar a la interpretación de los versículos correspondientes. Nosotros los creyentes, que queremos mantenernos todavía fieles, tenemos que tener claro, de lo que se trata finalmente esta lucha espiritual sobre el tema de la mujer. Por ello es necesario, que intentemos reconocer el sentido profundo sobre el mandamiento del guardar silencio de la mujer en la Iglesia y el de ponerse el velo. Desde mi punto de vista es decisivo que observemos una vez mas la revelación de Dios en Efesios 5:22-33. Según mis convicciones se haya aquí la llave para el entendimiento espiritual de este decreto que estamos tratando.

La palabra nos enseña en Efesios 5:32, que según el plan de Dios hay un misterio en el orden divino de la creación en la relación del hombre y la mujer. Pablo nos revela un poco de este misterio, donde el muestra, que la relación de Adán y Eva es como un reflejo de la relación de Cristo y su Iglesia. Eva fue creada de Adán. Adán tuvo que caer en un sueño profundo para que su costado fuese abierto. Así de esta manera pudo formar Dios a Eva, que era “de su carne y de su hueso”. Los pensamientos de Dios eran de simbolizar con ello la relación de Cristo y su Iglesia, la cual surgió por medio de la muerte de Cristo y que ahora es su cuerpo.

Dios quiso simbolizar la sumisión de la mujer al hombre en relación a la sumisión de la Iglesia a Cristo, como se atestigua en Efesios 5:22-23:

“Las casadas estén sujetas á sus propios maridos, como al Señor. Porque el marido es Cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; y él es el que da la salud al cuerpo”.

A la luz de estos versículos podemos deducir que esta orden para la mujer, del guardar silencio y el uso del velo, es un testimonio simbólico de la postura de la Iglesia frente a Cristo. Esta opinión no es compartida por algunos creyentes e intérpretes. La palabra no obliga, pero en su totalidad encaja con la prescripción para la mujer. La intención de esta interpretación no es la de obligar a alguien, si no para que cada mujer y hombre creyente lo examine delante de Dios.

Estoy convencido de todo corazón que esta interpretación es correcta, y si es correcta entonces se deduce de ello que: la mujer a través de la sumisión y el uso del velo y también la Iglesia que lo practica, dan un testimonio personal delante de Dios, de los ángeles y de las personas. La Iglesia se somete a Cristo y respeta su autoridad. Ella quiere en silencio escuchar su palabra y reconocer Su señorío sobre la Iglesia.

Cuando las mujeres creyentes rompen con la orden divina de Dios sobre el silencio y rechazan el mandato claro de Dios sobre el velo, entonces dan testimonio sin quererlo de que no reconocen la autoridad de Cristo, su palabra y Su señorío. Esto también cuenta para las Iglesias que lo permiten o incluso que lo favorece.

En primera línea toca a aquellas mujeres que tienen enseñanza y conocimiento bíblico sobre el tema. Muchas mujeres creyentes no guardan este orden divino, porque nunca fueron enseñadas sobre ello o recibieron una enseñanza falsa. El señor tendrá con seguridad consideración de ello en su juicio, aunque El ha dado en su palabra enseñanzas claras a todos los creyentes.

Delante del Señor estoy personalmente convencido, que en estas preguntas no se trata de puntos subordinados a parte, donde uno puede tener diferente opinión sin ser perjudicado. Más bien se trata aquí de unas preguntas muy importantes, que también conmueve la supervivencia espiritual de las Iglesias fieles a la palabra en medio de la seducción hacia la apostasía de estos últimos tiempos. Temo, que una Iglesia, que conscientemente y voluntariamente pone a un lado y quiebra el mandamiento claro de la palabra, no podrá esperar escuchar de parte del Señor este testimonio: “…has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre” Apocalipsis 3:8. Una Iglesia que conduce con negligencia o conscientemente a sus mujeres a romper el silencio y a no ponerse el velo en las reuniones, no puede contar, según mi opinión personal, con la plena bendición de la presencia del Señor en medio de ellos. Es de temer, que finalmente no cuenten con suficiente fuerzas de defensa contra la seducción de los últimos tiempos.

No quiero con ello juzgar y condenar a estas Iglesias, que de otros conocimientos han escogido un camino más generoso para las mujeres, pero por lo demás quieren ser fieles en lo esencial a la palabra. Es solo cosa de Dios el de juzgar sobre ella. Yo deseo únicamente dirigir como hermano unas palabras de advertencia y exhortación a esto hermanos, a que examinen seriamente delante del Señor lo que aquí se ha escrito. El “tema sobre la mujer” es quizás mas importante de lo que creemos, un desvió de la palabra en este punto puede ser mas significado de lo que pensamos.

Atraeremos sobre nosotros el juicio de Dios y correremos el peligro de caer en el error de los últimos tiempos si es que, disolvemos conscientemente y desobedecemos en todas las enseñanzas inspiradas de la palabra de Dios (1 Pedro 4:17; 2 Timoteo 2:9-12). Por ello es tan importante esta pregunta. Los hombres creyentes, así como la mujer misma, deben de preocuparse sobre el testimonio de la mujer en la Iglesia. Con este trasfondo espiritual queremos observar los indiscutibles pasajes bíblicos.

b) El silencio de la mujer en las reuniones de la Iglesia

En primer lugar vamos a analizar el texto en 1 Corintio 14:26,38

“¿Qué hay pues, hermanos? Cuando os juntáis, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación: hágase todo para edificación. Si hablare alguno en lengua extraña, sea esto por dos, ó á lo más tres, y por turno; mas uno interprete. Y si no hubiere intérprete, calle en la Iglesia, y hable á sí mismo y á Dios. Asimismo, los profetas hablen dos ó tres, y los demás juzguen. Y si á otro que estuviere sentado, fuere revelado, calle el primero. Porque podéis todos profetizar uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los que profetizaren, sujétense á los profetas; Porque Dios no es Dios de disensión, sino de paz; como en todas las Iglesias de los santos. Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley dice. Y si quieren aprender alguna cosa, pregunten en casa á sus maridos; porque deshonesta cosa es hablar una mujer en la congregación. Qué, ¿ha salido de vosotros la palabra de Dios? ¿Ó á vosotros solos ha llegado? Si alguno á su parecer, es profeta, ó espiritual, reconozca lo que os escribo, porque son mandamientos del Señor. Más el que ignora, ignore”

El apóstol Pablo aprovecha en primera de Corintios la ocasión ante las diferentes violaciones de los corintos del orden en la Iglesia, para reafirmar y enseñar estos mandamientos. Por la voluntad de Dios son estas enseñanzas validas para todas las Iglesias (como también todo el nuevo testamento).

Esto también lo reafirma el suplemento al principio de la carta “…y a todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en cualquier lugar, Señor de ellos y nuestro” (1 Corintio 1:2); e igualmente lo vemos en el versículo 37.

También cuenta notoriamente en estas violaciones del orden de Dios, la toma de palabra de las mujeres en las reuniones de la Iglesia. Las hay que hacen preguntas públicamente. Evidentemente preguntaron los Corintios a Pablo de cómo se deberían de comportar, y pablo les respondió con autoridad apostólica. Pablo ya había tocado anteriormente estas preguntas sobre el orden en los encuentros de la Iglesia, como vemos en el Versículo 26. Se trataba de que los hombres que hablaban en las reuniones y que servían con aquello que Dios les había dado, lo hicieran con el mutuo respeto y orden espiritual.

1. El mandamiento de guardar silencio

En el Versículo 34 muestra Pablo claramente lo contrario de lo que se le manda al hombre, ellas deben de guardar silencio en las reuniones de la Iglesia. Entendemos bajo “reuniones de la Iglesia” el lugar donde los creyentes se encuentran para reunirse. Dios ya veía de antemano a los interpretadores venideros que intentarían de retorcer sus ordenes, por ello una vez mas explica El claramente, lo que El quiere decir con “guardar silencio”, que no les es permitido de hablar. Esto significa de participar auditivamente en las reuniones de la Iglesia.

Algún que otro interprete ha intentado de debilitar estas declaraciones, afirmando que la palabra griega “Lalein” significa solamente”parleria” donde la prohibición se relaciona a las interrupciones de las mujeres en la reunión. Sin embargo el uso completo de esta palabra en el nuevo Testamento se opone a este criterio. Se habla muy normal sobre la palabra “hablar”, también se uso a menudo el hablar religioso, y también sobre Dios (Juan 9:29), del Señor Jesús (Mateo 9:18), del Espíritu Santo (Mateo 10:20), de los apóstoles (Hechos 4:31), de Pablo (Hechos 18,9). En 1 de Corintios 14: 1-33 hallamos la palabra „hablar” 20 veces y solamente en su significado normal, por ejemplo en los Versículos 3, 19 y 29. Por otra parte no se halla en ningún otro lugar donde se halla traducido con la palabra “parlería”. En Mateo 6:7 se usa totalmente otra palabra diferente ahí donde se esta hablando de “parlería”.

Así pues solamente hay una interpretación sincera de este mandamiento: las mujeres deben de guardar totalmente silencio y no dar su opinión durante las reuniones de la Iglesia. Esto se confirma en el Versículo 35, donde se prohíbe y se recalca las preguntas abiertas en la reunión. Es deshonroso y vergonzoso cuando una mujer habla en las reuniones de la Iglesia. En el Antiguo Testamento hayamos una argumentación sobre la prohibición de hablar, donde ya se especifico la subordinación de la mujer bajo el hombre. Una alusión evidente es en Génesis 2:18 y 3:16.

2. 1 Corintios 11 y 1. Corintios 14 y su relación entre ellos

Algún que otro interprete disputen la validez absoluta sobre la prohibición del hablar con las enseñanzas en 1 Corintios 11, donde se permite a la mujer el orar y profetizar. Con ello hay que responder que 1 Corintios 11 no se relaciona explícitamente a las reuniones de la Iglesia. Si no que se refiere a las diferentes actividades que tiene una Iglesia en el área de la comunión entre cristianos, por ejemplo en encuentros en los círculos de Casa, encuentros de oración, etc. En 1 Corintios 11 no se prohíbe la oración y profecía en las reuniones fuera de la Iglesia; se menciona también que las mujeres lo ejercen delante de otros cristianos. Es notorio que en 1 Corintios 14 se trata de las reuniones de la Iglesia. Es aquí donde esta prohibido. Una interpretación de la palabra, bajo el temor de Dios, no debe de debilitar una declaración tan clara y seria mal usando otros versículos donde es notorio que se relaciona a otro punto.

Debemos de tener en cuenta en nuestra interpretación, que toda la palabra de Dios fue dada por medio de su Espíritu (2 Timoteo 3:16). El espíritu de Dios no se contradice. Es nuestro deber indagar el sentido de la declaración inspirada y la dirección del Espíritu sin manipular y tergiversarlas, ello traería juicio sobre nosotros (compare Jeremías 23:36)

Si queremos que 1 Corintio 14 y 1.Corintio 11 concuerden doctrinalmente entonces tenemos que decir: que el mandamiento del callar en las reuniones es absoluto y concierne claramente a las reuniones de la Iglesia. Una Iglesia que descuida las enseñanzas claras de la palabra y deja hablar a las mujeres, dará algún día cuenta delante del Señor. Por lo contrario si encajamos la posibilidad de la oración y profecía en los encuentros de los creyentes en la casas para oración y edificación, seremos entonces justos en estos versículos como de igual manera lo es el testimonio de la escritura. Compare también Hechos 21:9, donde las hijas profetizas de Felipe son mencionadas en relación con sus casa.

Queremos motivar a reflexionar a los hermanos y hermanas a la luz de los misterios en Efesios 5, sobre el significado espiritual que tiene el mandamiento del guardar silencio en la Iglesia. Si la mujer es la imagen de la Iglesia en su relación con Cristo, entonces expresa ella, con su silencio en las reuniones de la Iglesia, la actitud correcta de corazón que Dios desea de su Iglesia, pues el motivo por el cual se reúnen es el Señor, para honrarle y para escuchar su palabra. La mujer muestra simbólicamente, que en la Iglesia solo cuenta la palabra de Dios y que la Iglesia le escucha en silencio y atentamente, así como Samuel tuvo que escuchar “Habla, Jehová, que tu siervo oye” 1 Samuel 3:9, y como Maria escuchaba sentada a los pies de su Señor Lucas 10:39.

La mujer que concientemente y voluntariamente renuncia el hablar en las reuniones de la Iglesia, honra y glorifica la autoridad de Cristo en su propia vida y en la Iglesia. Ella honra y respeta también así el orden de Dios en su hogar, que establece que el hombre, como imagen y honra de Dios (1 Corintios 11:7) proclame la palabra de Dios y ore como intercesor de la Iglesia. (1 Timoteo 2:8) en cambio la mujer, que representa la honra del hombre, debe de contenerse y renunciar el hablar en las reuniones de la Iglesia.

3. La oración en las reuniones de la Iglesia

Vamos a tratar ahora la pregunta de la oración en las reuniones de la Iglesia. Según mis convicciones y también la de muchos intérpretes temerosos de Dios, es que el mandamiento de guardar silencio incluye también al tiempo de oración en la Iglesia. 1 Corintios 14, allí no solo se dice que la mujer no debe de hablar sino también que deben de guardar silencio. El espíritu de Dios no hubiera escogido esta palabra si es que hubiera permitido las oraciones en voz alta de la mujer en la Iglesia.

Según 1 Corintios 14:16 debería ser la oración en las reuniones de la Iglesia una oración unánime en nombre de toda la Iglesia, donde los otros deben de decir amen. El que ora en voz alta en esta situación, se convierte en portavoz y dirigente de toda la Iglesia, esto no con cuadraría en todo con las enseñanzas de Dios. Por ello deberían solamente orar los hombres en las reuniones de la Iglesia como portavoces de la Iglesia. Las mujeres participan en silencio en la oración. Este principio lo vemos confirmado en 1 Timoteo 2:8. Donde los hombres oran en todo lugar. Las mujeres pueden orar, si se cubren el cabello, en los encuentros personales de oración o encuentros en el hogar.

A lo que se refiere al canto, no hay en la palabra una enseñanza al respecto; pero la mayoría de los interpretes de la palabra, junto con las Iglesias fieles, están de acuerdo de que aquí no se haya una aplicación sobre el guardar silencio. Lo contrario de “callar” es “hablar”. Las mujeres cuando cantan no expresan algo propio, lo cual rompería con su subordinación; ellas cantan junto con los varones un texto que ya esta fijado.

4. ¿Donde es valido el mandamiento de guardar silencio?

Finalmente también seria de debatir, cual es el motivo de las reuniones de la Iglesia según 1 Corintios 14. Estos motivo deben de ser uno tras otro establecido por los ancianos de la Iglesia local; pero esta claro que se refiere en general a las encuentros previstos de todos los miembros de la Iglesia local para anunciar la palabra, para la santa cena y la oración de la Iglesia, es decir las reuniones de los domingos, los estudios bíblicos y las reuniones de oración. Así se expresa pablo en la 1 carta a los Corintios: en 1 Corintios 11:18 dice: “… cuando os juntáis en la Iglesia…”;”… si toda la Iglesia se juntare en uno” 1 Corintios 14:23;”…Cuando os juntáis, cada uno de vosotros tiene…” 1 Corintio 14:26.

Este mandamiento de guardar silencio no afecta a los encuentros de algunos creyentes que se juntan para estar en oración o para la edificación mutua, los cuales son encuentros que no concierne a toda la Iglesia (círculos de casa y círculos de oración). Sin embargo si que es valido el mandamiento de guardar silencio en los actos especiales de la Iglesia donde se reúnen para anunciar la palabra de Dios o en los encuentros con otras Iglesias, como por ejemplo conferencias Bíblicas, donde la palabra de Dios es anunciado por los hermanos. Las mujeres deben de cuidar en especial el testimonio de guardar silencio, ya que simboliza la postura de la Iglesia frente el “hablar” de Cristo.

Debemos de mencionar que esta orden solo se puede poner en práctica si es que hay suficientes hermanos espirituales en la Iglesia. Sin embargo no podemos considerar como si fueran una Iglesia local a un grupo de creyentes donde solo hay uno o dos hermanos maduros, según como lo vemos en la línea bíblica sobre los ancianos. Sino más bien podemos considerarlo como circulo de casa o el surgimiento de una reunión de casa.

c) El Velo como señal de sumisión

El segundo decreto divino para la mujeres creyentes lo encontramos en 1 Corintios 11:1-16

“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo. Y os alabo, hermanos, que en todo os acordáis de mí, y retenéis las instrucciones mías, de la manera que os enseñé. Mas quiero que sepáis, que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo. Todo varón que ora ó profetiza cubierta la cabeza, afrenta su cabeza. Mas toda mujer que ora ó profetiza no cubierta su cabeza, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se rayese. Porque si la mujer no se cubre, trasquílese también: y si es deshonesto á la mujer trasquilarse ó raerse, cúbrase. Porque el varón no ha de cubrir la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios: mas la mujer es gloria del varón. Porque el varón no es de la mujer, sino la mujer del varón. Porque tampoco el varón fue criado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual, la mujer debe tener señal de potestad sobre su cabeza, por causa de los ángeles. Más ni el varón sin la mujer, ni la mujer sin el varón, en el Señor. Porque como la mujer es del varón, así también el varón es por la mujer: empero todo de Dios. Juzgad vosotros mismos: ¿es honesto orar la mujer á Dios no cubierta? La misma naturaleza ¿no os enseña que al hombre sea deshonesto criar cabello? Por el contrario, á la mujer criar el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello. Con todo eso, si alguno parece ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las Iglesias de Dios”.

En mi interpretación sobre las enseñanzas de la palabra de Dios quiero remarcar, que esta interpretación no quiere imponer un derecho total de la verdad. Solamente es un intento humilde de entender los pensamientos de Dios en relación a la totalidad de la santa escritura, para concluir el uso correcto para nuestras vidas personales y de la vida de la Iglesia. Por ello es importante “Examinadlo todo; retened lo bueno”. Nosotros somos deudores a la obediencia de los mandamientos de Dios en la Biblia. Hay diferentes interpretaciones de maestros fieles a la Biblia de como podemos entender y poner en práctica este mandamiento en 1 Corintio 11. Aquí cada mujer, y también cada Iglesia, deben decidir lo que acepta y lo que realiza en fe. Que cada uno de los lectores examinen si esta interpretación esta de acuerdo o no con el testimonio de la Palabra.

El Apóstol Pablo alaba al principio de estos versículos la disponibilidad de los Corintios, de aferrarse a las enseñanzas apostólicas que el les había dado. Dios espera también esta disponibilidad de nosotros. Las enseñanzas apostólicas recibidas no son vacías tradiciones humanas (como las tradiciones de los ancianos judíos, Mateo 15:2) sino que el apóstol las recibió directamente de Dios, para transmitirlo como fundamento permanente para la Iglesia (compare 1 Corintio 15:1-3; Galatas 1:11; 2 Tesalonicenses 2:15; 3:6; Judas 3) las tradiciones apostólicas las hallamos en las inspirada cartas a los apóstoles, e indudablemente les debemos a ellas obediencia (compare 1 Corintio 14:36-38; 1 Tesalonicense 4:1-2; 2 Tesalonicense 3:6-14 así como el modelo en Hechos 2:42).

1. La Orden de Dios sobre la autoridad (versículo 1-3)

Como primero empieza Pablo con una enseñanza sobre las órdenes espirituales de Dios y la autoridad jerárquica. Dios quiere que sepamos de estas órdenes, para que cuando cumplamos sus mandamientos lo hagamos con total conocimiento espiritual. Cristo es la cabeza de todo varón, el varón es cabeza de la mujer. Aquí vemos un orden básico de la autoridad. Aquí no se trata alrededor del hombre y la mujer en el matrimonio, sino de una clasificación de autoridad espiritual en Cristo prescrita por Dios. Cada hombre creyente tiene a Cristo como cabeza, al cual debe de someterse y obedecer en todo. El varón es la cabeza de la mujer. En la vida de la Iglesia significa, que el varón ejerce su autoridad espiritual en la Iglesia y que la mujer debe de someterse a la Iglesia.

Repetimos: aquí no se esta hablando de los maridos y las esposas, sino del hombre y la mujer como criaturas redimidas, en su relación de autoridad hacia Cristo. Por ello no es correcto limitar el velo solamente para las mujeres casadas, la palabra para „hombre” y „mujer” que la Biblia usa describe sencillamente a los dos sexos, aunque también en algún caso concreto pueda referirse también al „marido” y la „esposa”. En el Versículo 3 vemos claramente que aquí se refiere al “hombre” y la “mujer”.

Pablo nos enseña también aquí, que nuestro señor Jesucristo en su característica como el “Cristo”, el ungido, el glorificado hijo del hombre, esta sujeto a Dios como su cabeza, sometiéndose voluntariamente a El. Por ello es El un ejemplo maravilloso para nosotros, los suyos, los cuales ha guiado El a la sumisión. En su caminar en la tierra se sometió en todo al Padre, haciendo solamente la voluntad del Padre, como ungido se sujeto El al padre (compare 1 Corintio 15:25-28). Si El siendo Dios y Señor se sujeto de esta manera, ¿no deberíamos nosotros, ya que somos criaturas insignificantes, realizarlo voluntariamente y con decisión?

2. Oración y profecía con la cabeza cubierta (versículo 4-6)

En los versículos 4-6 habla pablo sobre unas situaciones concretas, que por lo visto ocurrió en Corintio y que contradecía a los recientes órdenes espirituales revelados. Los hombres habían orado y profetizado con la cabeza cubierta, mientras que las mujeres oraban y profetizaban con la cabeza descubierta. Antes de explicar el principio básico del velo, trata Pablo primero un caso en particular desde un punto practico. Es muy importante de tener esto en cuenta.

Lo primero que hace pablo es dejar claro a los Corintios de que han pecado. El hombre que ore y profetice con la cabeza cubierta deshonra pues a su cabeza, o sea a Cristo. El hombre que lleva una señal de autoridad visible de su sumisión esta deshonrando la autoridad de Cristo, pues El es su cabeza invisible en el cielo. La mujer, que ora y profetiza con la cabeza descubierta deshonra a su cabeza, porque no lleva la señal visible de sumisión a su cabeza, el hombre.

Para entenderlo tenemos que explicar de qué se trata o a que se refiere estas enseñanzas. Orar o profetizar según como lo menciona 1 de corintios 11 es solamente posible cuando se juntan algunos creyentes para tener comunión. Aquí no se refiere al tiempo devocional de la mujer, la cual esta a solas delante de Dios, si no que se refiere a su conducta cuando se halla en comunión con otros creyentes. Y tampoco se refiere al testimonio del evangelio delante de los incrédulos, pues ello no es señalado como „profecía”

La vida de la Iglesia es el marco relacionado a estas enseñanzas. Esto puede crear malos entendidos entre hermanos que están influidos bajo ciertas enseñanzas: cuando menciono “Iglesia” no me estoy refiriendo a las reuniones de la Iglesia, donde la Iglesia se reúne en un lugar, si no que me refiero a cualquier forma posible de encuentros donde algunos de los creyentes de una Iglesia local se reúnen para tener comunión. Según mi entendimiento „vida de Iglesia” es decir “Iglesia” no se limita solamente a los domingos por la mañana o los miércoles por la noche, sino que se refiere también al lugar donde se reúnen algunos miembros del cuerpo de Cristo para orar, para compartir la palabra de Dios, Grupos de niños, etc.

En 1 Corintios 11 se refiere según lo que entendemos a la vida de la Iglesia y no al caminar personal en particular de cada mujer. En el contenido de 1 Corintios 11 vemos ya al principio unas declaraciones que se relacionan a los encuentros de algunos creyentes, donde la mujer puede orar y profetizar y donde debe de hacer uso del velo.
Ya hemos visto en 1 Corintios 14:34-35 de que la Iglesia no es el lugar donde la mujer puede orar o profetizar. En los encuentros en los hogares, en los devocionales familiares, en los círculos de casa y en los círculos de oración si que les es permitido a las mujeres de hablar o orar. El sentido general de la enseñanza en 1 Corintios 11 se aplica en las reuniones de la Iglesia (el culto del domingo, estudios bíblicos).

la mujer toma el lugar del hombre si es que ora o profetiza con la cabeza descubierta en estos encuentros fuera de la Iglesia, deshonrando de esta manera a su cabeza, es decir al hombre (versículo 5). Con ello no se refiere solamente a su marido si no al hombre en general. El cual es portador de la autoridad de Cristo en la Iglesia. La mujer que ora o profetiza delante de otros sin usar el velo (lo cual es una señal de sumisión bajo la autoridad del hombre), se pone así misma en la misma posición de autoridad como el hombre

Ya que con ello incumple las órdenes de Dios, argumenta pablo en el Versículo 6, que se las deberían de tratar como en aquellos tiempos se trataban a las mujeres indisciplinadas que habían quebrado las leyes: donde se las denunciaban públicamente rapándolas las cabezas. Este modelo inspirado por Dios y cumplimiento muy serio, debería hacer reflexionar a todos aquellos que clasifican el velo como una apariencia sin importancia, donde Dios pasa por alto a los que no le obedecen. Si esta pregunta fuera sin importancia, entonces no hubiera dedicado el espíritu de Dios medio capitulo en una de las cartas centrales sobre la doctrina de la Iglesia.

3. El motivo espiritual para el uso del velo (versículo 7-10)

En los versículos 4-6 no ha dado todavía Pablo una enseñanza básica sobre el velo. El comentó dos violaciones contra el orden de Dios. Recién en los Versículos 7-10 trata los motivos espirituales, del porque una mujer creyente debe de usar el velo y el porque el hombre no. Las explicaciones tratadas hasta ahora eran un caso especial. Y ahora llega Pablo al orden básico del velo. Aquí deberíamos de escuchar bien y atender a aquello que Pablo enseña.

El motivo de esta orden, como en todas las otras declaraciones sobre el tema de la mujer, no esta desviada a las costumbre de la época y de la cultura. El motivo del velo se halla en el orden espiritual de la Iglesia y de la creación. En Efesios 5 vemos nuevamente los pensamientos de Dios, que la posición del hombre y la mujer es un testimonio simbólico de la realidad espiritual. Aunque no podamos entender totalmente estos pensamientos. Si amamos y honramos al poderoso y omnisciente Dios, entonces nos atendremos voluntariamente a sus órdenes y anhelaremos reconocer su profundidad. Si a Dios en su sabiduría le agrada manifestar sus pensamientos a través de nuestro comportamiento y demostrar sus órdenes de una forma ejemplar, entonces debemos nosotros de obedecerle, sin tener primero que querer entender todo. Vivir en obediencia, es a menudo, la mejor forma de entender la profundidad de las ordenes de Dios.

El hombre en Cristo es la imagen y honra de Dios (versículo 7) el hombre esta llamado a honrar a Dios a través de su actitud. El debería además representar simbólicamente la autoridad y la gloria de Dios, por ello no debe de cubrir su cabeza cuando se presenta delante de Dios junto con otros creyentes. Dios es la autoridad máxima y nadie esta sobre El. Cuando el hombre creyente representa la honra de Dios, no debe de perjudicar esta autoridad y honra a través de una señal visible de sumisión, como si Dios se hubiera sometido a alguien. La honra y autoridad de Dios debe de ser revelada y no encubierta. No esta planteado al hombre creyente la evaluación personal y voluntaria de si se cubre o no; si lo hace, entonces ofende a Dios.

La mujer es la honra del hombre. Ella esta llamada a honrar al hombre a través de su comportamiento. Por ello cuando ella se halla delante de Dios junto con otros creyentes debe de reconocer la posición del hombre como cabeza sobre ella, llevando una señal de sumisión, o sea el velo. Ella ocupa su lugar conscientemente como mujer, reconociendo el orden de la creación y el orden espiritual de Dios para ella. Los Versículo 8 y 9 nos muestran una vez más, que la posición del hombre como cabeza y la sumisión, así deseada por Dios, de la mujer bajo el hombre, se hizo realidad en la creación del hombre y la mujer. Aquí se trata del orden santo y bueno de la creación y no de costumbres de la época.

Ya que el hombre desempeña la autoridad y postura según la voluntad de Dios, debe la mujer creyente llevar una señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los Ángeles (Versículo 10). La mujer debe de llevar una señal visible de la autoridad del hombre sobre su cabeza cuando se reúna con otros creyentes, ya sea en las reuniones de la Iglesia o en los encuentros con otros creyentes. Con ello manifiesta conscientemente su sumisión al hombre y con ello la sumisión bajo la autoridad de Dios.

Aquí no se trata solamente del propio marido, sino de la posición de autoridad de los hombres en la Iglesia, por ello es valido este mandamiento para todas las mujeres, ya sean casadas o soltera. Es lógico de que éste testimonio se debe de usar cada vez que la Iglesia se reúna. Según 1 Corintios 14 los hombres tienen la palabra y dirección y la mujer guarda silencio. La mujer muestra con ello su reconocimiento personal del orden de la autoridad de Dios en la creación como en la Iglesia.

La mujer debe de llevar esta señal “por causa de los Ángeles”. Hay muchas especulaciones sobre esta frase tan corta. La mejor interpretación es con seguridad la que se muestra con la escritura misma. El velo es una manifestación de la sumisión de la mujer bajo el hombre y se debe de exponer simbólicamente este orden divino. Evidentemente también los Ángeles se dan cuenta de ello. La relación mas cercana a esta declaración es en Efesios 3:8-12 donde Pablo menciona como meta de su enseñanza sobre el misterio de la Iglesia “…Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por la Iglesia a los principados y potestades en los cielos…” lo que se quiere decir aquí es que la decisión final de Dios es que los Ángeles junto a la Iglesia reconozcan la multiforme sabiduría de Dios.

Cuando los Ángeles miran las reuniones de la Iglesia o algún encuentro de creyentes, entonces deberían de reconocer por medio del velo de las mujeres, de que la mujer acepta el orden de la creación de Dios y que no se toma la libertad de ocupar el lugar del hombre, como lo hizo Eva cuando cayó al pecado. Así que vemos: que la cabeza cubierta de la mujer es una señal de reconocimiento de la autoridad ordenada de Dios para el hombre sobre la mujer. Esta señal debería de demostrar por todas partes la aprobación de la mujer redimida hacia el orden de la creación de Dios y hacia la guía del hombre en la Iglesia. Todo ello para la gloria de Dios.

Partiendo de la esencia aquí señalada sobre el velo y el testimonio expresamente mencionado delante de los Ángeles, es lógico que el velo se usara siempre y cuando la Iglesia se reúna en los encuentros en los hogares. Esto debe de suceder en especial allí donde los hombres sirven al Señor en la palabra y dirección, y allí donde sea oportuno el testimonio de la sumisión bajo el hombre. La oración y profecía de la mujer en los encuentros de los hogares es pues un caso especial, donde incluso se difama a la cabeza (al hombre) cuando la mujer no usa el velo

Así pues es lo mejor según la correspondiente enseñanza que, se haga uso del velo en todas las reuniones y también en los encuentros de cualquier tipo entre los creyentes. A esto corresponde a las reuniones de la Iglesia donde las mujeres no participan sino que guardan silencio y honra a Dios poniendo el velo. A ello pertenece también usar el velo en los encuentros de oración, encuentros en el hogar, hora de niños y devocionales familiares, donde la mujer ora o Profetiza. También en las conferencias bíblicas o motivos parecidos, donde los hermanos tienen la dirección y donde se anuncia la palabra de Dios.

4. Argumentos finales sobre el velo (Versículo 11-16)

Para evitar malos entendidos, como si la mujer tuviese menos valor par causa de la sumisión, señala Pablo en los versículos 11-12 que Dios en el orden de su creación ha dispuesto de una dependencia mutua. Al mismo tiempo lo muestra con la indicación “empero todo de Dios”. Aquí no se trata de costumbres humanas, sino de sabias órdenes divinas, las cuales debemos de recibir.

En los Versículos 13-16 refuerza Pablo, todavía con otro argumento, el mandamiento del velo, de lo cual nos ocuparemos brevemente. Les señala que no seria conveniente para una mujer presentarse delante de Dios en oración sin llevar puesto el velo, pues con ello tomaría la mujer el lugar del hombre públicamente poniendo aun lado el mandamiento de Dios sobre la sumisión. Si ella ora cuando esta en comunión con otros, entonces debería de llevar puesto la señal de sumisión bajo el hombre. No seria adecuado, si uniera sus peticiones a Dios con una rotura demostrativa del Orden de Dios. En este margen público se refiera más a la palabra „Conveniente”.

Esto no significa en la interpretación de estos versículos, que la mujer tenga que ponerse el velo en el tiempo de oración personal delante de Dios. El margen de la realización en 1 Corintios 11 es en general en la comunión con otros cristianos, así como lo muestra claramente en relación a la profecía: pues nadie profetiza a solas delante de Dios, ello se realiza en compañía de otros creyentes. La mujer tiene los mismos derechos en Cristo que el hombre cuando se acerca personalmente a Dios. Solamente en el margen de la familia y la Iglesia esta el hombre sobre ella. Se debería dejar a las hermanas que deciden si usar o no el velo en su tiempo devocional delante de Dios.

Estos versículos que a menudo contraen confusión se deberían de comparar entre lo espiritual y lo natural. Dios ha dado a la mujer el cabello largo como si fuera un velo, para cubrirse con pudor y evitar la mirada de los hombres. Aquí se uso la palabra en griego “peribolaion” esta palabra significa la envoltura y la ocultación del cabello y del rostro (peri= alrededor de…).

El cabello largo habla de la discreción y carácter virtuoso, que debería ser propio para la mujer, y por ello es una honra para ella. Por eso es vergonzoso delante de los ojos de Dios si la mujer corta o rapa su cabello, así como leemos en 1 Corintio 11:6. Lamentablemente las mujeres hoy en día no cumplen este mensaje, si no que cortan su pelo corto a la moda, envés de dejarle crecer según la voluntad de Dios. Que triste es cuando para las mujeres creyentes (y los hombres creyentes que a menudo desean estos cortes modernos) les son más importante la ovación del mundo que el hacer la voluntad revelada de Dios y aquello que a Dios le agrada. Quiera Dios que muchas mujeres creyentes dejen crecer su cabello conscientemente para Su gloria. Por lo contrario, es muy importante para los hombres el resistir a la moda del cabello largo y conscientemente llevar su cabello corto.

No es compatible con la moderación y carácter virtuoso, el cual se expresa por medio del cabello largo en la mujer, presentarse delante de Dios y de otros creyentes frescamente y provocativamente con la cabeza descubierta, como si ella fuera un hombre. Este es el argumento que pablo expone, queriendo dejar claro a los Corintios que es contranatural un comportamiento semejante de la mujer.

Es totalmente equivocado e ilógico, cuando algunos intérpretes quieren desviar estos versículos, de que la mujer ya no necesita cubrirse la cabeza; pues en lugar del velo les fue dado el cabello largo. Esto significaría que Pablo hubiera tenido que señalar que los hombres se raparan la cabeza, pues sus cabellos cubren su cabeza. También en el Versículo 6 no tendría en realidad sentido; se debería de leer así: “si la mujer no quiere tener el pelo largo, entonces se le debería de cortar” NO, aquí se trata claramente de un visible cubrimiento sobre la cabeza, sobre el cabello de la cabeza de la mujer, algo que cubra la cabeza desde arriba hacia abajo (la palabra griega de “cubrir”: katakalypto= “cubrir de arriba hacia abajo”).

5. ¿Cuando se debe de llevar el velo?

¿Cómo podemos poner en práctica estas enseñanzas de la palabra de Dios? Seguramente que hay alguna que otra evaluación, donde se deja un margen a la propia decisión personal de la mujer. Otras preguntas debería de ser aclaradas y fijadas por los ancianos de la Iglesia local. Quiero acentuar una vez más, de que debemos obediencia al mandamiento de guardar silencio y poner el velo, pero la realización del mandamiento se puede ver de diferentes maneras en la práctica. No deseo decir que mi interpretación sea la única interpretación valida, sino más bien quiero presentar mi propia opinión lógica de la puesta en práctica de la palabra de Dios.

Ya hemos visto anteriormente que el mandamiento de cubrirse la cabeza para la mujer esta aclarada por medio del espíritu de Dios con dos motivos: 1. la mujer debe de llevar una señal de sumisión bajo la autoridad del varón, porque el varón es la honra de Cristo, y la mujer es la honra del varón. Hemos visto claramente de que la mujer debe de reconocer la autoridad del varón cuando esta sirviendo en la Iglesia. 2. La mujer debe de llevar la señal del velo por causa de los Ángeles. Para que los Ángeles reconozcan la omnisciencia de Dios en las reuniones de la Iglesia. Con ello entendemos, que la mujer, que simboliza a la Iglesia, atestigua visiblemente su sumisión bajo cristo, cuando ella cubre su cabeza y guarda silencio.

Lo que mas resalta a la luz de la enseñanza básica en 1 Corintios 11:7-10 es, que el velo debe de usarse durante todo el tiempo en que los creyentes están reunidos en comunión, como testimonio del orden de Dios. No solamente en las oraciones. Durante la oración debería la mujer de llevar el velo puesto, pues ellas comparten la oración, aunque no participen auditivamente en la oración.

Cuando toda la Iglesia se haya reunida para escuchar la palabra de Dios, se debería de dar testimonio del orden de Dios delante de los Ángeles. Con ello reconoce la mujer y se sujeta a la dirección y servicio espiritual del hombre. De esto habla también el pensamiento que hemos visto ya arriba, de que la mujer testifica simbólicamente, con el cubrimiento del cabello según efesios 5, la postura de la Iglesia frente a Cristo, su “cabeza” superior. Este testimonio, sobre la sumisión de la Iglesia bajo Cristo y la sumisión de la mujer bajo la „cabeza” del varón, se halla en especial en su lugar adecuado cuando la Iglesia se reúne delante de Dios.

Incluso aunque las declaraciones que ya hemos mencionado arriba no convenza a algunos, no es en ningún caso un error de cubrirse consecuentemente durante las reuniones. Pero si estas declaraciones fueran correctas, entonces seria una negligencia no hacerlo. Aquí no se trata de una “Ley” o un mandato arbitrario, si no de que todas las mujeres están llamadas, en oración, de escudriñar en obediencia, en fe y voluntariamente, en como realizar de la manera más satisfactoria las ordenes del Señor.

Hay que respetar, cuando las hermanas a base de sus conocimientos personales interpretan diferentemente las órdenes en la escritura, cubriéndose la cabeza solamente en la oración. Todo esto no debe ser obligado, sino que las mujeres creyentes deben de realizarlo de propia convicción y obedeciendo de todo corazón.

A luz de la palabra de Dios, deseo pedirles calurosamente a todas aquellas mujeres que hasta ahora no cubrieron su cabeza, de que examinen delante de Dios su postura y sus intenciones. ¿No es en lo mas profundo, lo que me impide de seguir la palabra de Dios, un rechazo interno contra las ordenes de Dios? (Romanos 8:7; Galatas 5:16-17) quizás hay falta de claridad, preguntas abiertas, ¿pero tengo como hijo de Dios cada vez que revisar totalmente todo antes de que obedezca? ¿Es el deseo de ser igual que las mujeres cristianas que andan conforme a la época, las cuales rechazarían ofendidamente esta “exigencia exagerada”? ¿Me da igual cuando demuestro desobediencia delante de los Ángeles de Dios y delante de Dios en mi desobediencia a los mandamientos de Dios y mi rechazo frente al orden de Dios, en ves de atestiguar su honra con mi aprobación consciente hacia su orden?

Quiera Dios hacer su obra en nosotros. Aquí incluyo conscientemente a los hombres, pues nosotros necesitamos también en estas preguntas una clara postura bíblica. Quiera el Espíritu de Dios intervenir y obrar en nosotros dándonos una compresión profunda en la sabiduría y perfección del orden de Dios y una clara obediencia de corazón. El Señor Jesucristo nos dijo seriamente: “¡Si me amáis, guardad mis mandamientos!” (Juan 14:15) que importante es esto en nuestro tiempo, donde se esta aumentando en la cristiandad la desobediencia a las leyes y donde el amor de muchos se esta enfriando (Mateo 24:12).

Aquí como en otros mandamientos bíblicos no se trata solamente de un cumplimiento involuntario de costumbres habituales o de imponer algo a alguien. Dios desea obediencia, pero una obediencia consciente, voluntaria, una obediencia que nace de la comprensión espiritual. No se trata de poner una “ley” si no de guardar los mandamientos de Cristo por amor a El (Juan 14:15-26). Las mujeres tienen el privilegio de dar testimonio en la Iglesia, por medio de su silencio y el uso del velo, de la gloria y autoridad de Dios y del Señor Jesucristo. Pueden manifestar con esta señal, que la Iglesia honra a su cabeza, Cristo, y se sujeta en todo a El. ¡Quiera Dios, que para nuestras hermanas sea un privilegio y una alegría dar este testimonio por amor a su Señor!

3. Palabras de aliento a seguir la fidelidad

A todos nos es consciente, de que en estas preguntas se trata también de una lucha espiritual. Satanás y el espíritu de la época dirigido por él, buscan con todas sus fuerzas, hacer vacilar a los hombres y a las mujeres creyentes para desviarlos hacia la desobediencia. El cual intenta desviar Iglesias enteras del orden acerca de la mujer. Prometiendo, como también lo hizo con Eva, a través de maestros falsos una nueva “libertad” y una autorrealización ilimitada, éxito y crecimiento en la Iglesia. Sin embargo el fruto del desvió de la palabra de Dios y el abandono de las leyes divinas es finalmente una decadencia espiritual, discordia y deterioro de la vida espiritual.

En el tema sobre la mujer se ha intentado todo tipo de trucos para retorcer y socavar la verdad sobre la orden divina de la sumisión de la mujer, sobre el guardar silencio y el uso de velo. Un supuesto Teólogo “fiel a la Biblia” se ha pasado de tal manera que asegura que Pablo en 1 Corintios 11:1-5 ¡lucho contra el uso del velo! Aquí se nos exhorta de velar, si es que no queremos ser victimas de la seducción de los tiempos finales. Una canción de los tiempos de la reformación dice “que ellos mantengan la palabra tal como es….”.

Hoy en día necesitamos una nueva sencilla obediencia frente la palabra de Dios, humildad y auto negación. SI, muchas mujeres hoy en día tienen que luchar y esforzarse mucho para mantenerse firme en las órdenes divinas de la Biblia. ¡Nosotros no hemos sido llamados por Cristo hacia un camino de autorrealización, si no que hemos sido llamados a seguir la cruz! Si ya fracasamos en esta ya en si pequeña prueba de fidelidad, ¿que es lo que vamos a hacer entonces cuando vengan tentaciones y pruebas más grandes?

Nosotros todos, hombres y mujeres en Cristo estamos desafiados a aprender en estos tiempos de superficialidad y desobediencia y de una cristiandad de auto desarrollo, lo que significa: “…Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí” (Galatas 2:20)

Quiero por ello seriamente alentar y a animar a las hermanas, de que no vacilen en estas preguntas tan reñidas, si no que se mantengan fieles al Señor y a su palabra, poniéndolo de todo corazón en práctica. Estemos contentos y agradecidos hacia las buenas órdenes de Dios; experimentaremos, que nuestro Dios recompensa con ricas bendiciones a aquellos que le son fieles y que le temen.

También deseo animar a aquellas mujeres que quizás por primera vez escuchan sobre esta consecuente opinión bíblica sobre el tema de la mujer y se plantean la pregunta de si deben dirigir su caminar según la palabra de Dios o si deben de quedarse en sus antiguos caminos. Dios ofrece gracia y fuerza hacia un volver atrás de todo corazón y a un nuevo empiezo. ¡Con seguridad estará acompañada con sus bendiciones! Examine en oración delante de Dios, lo que le dice la palabra, ¡y atrévase a dar un paso hacia el camino a la obediencia!

Cuesta con seguridad sacrificio, un proceso de muerte, heridas dolorosos; mas de alguno de los que viven a su alrededor reaccionaran sin entendimiento, se burlaran o rechazaran el camino bíblico. Pero Usted puede mirar hacia el Señor y contar en fe con nuestro Dios, “…y que es galardonador de los que le buscan”. Usted puede agarrarlo como Moisés, del cual esta escrito:”…Escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar de comodidades temporales de pecado. Teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los Egipcios; porque miraba a la remuneración”. (Hebreos 11:25-26).

Esto es valido en especial a aquellas mujeres, y esas son muchas hoy en día, que asisten a Iglesias donde ya no se tiene una claridad bíblica. En este caso se necesita mucho valor, unido con humildad, tacto, calma y bondad, para poder vivir según la voluntad de Dios. También es valido para aquellas mujeres cuyos maridos no tienen entendimiento hacia el orden de Dios. También aquí solamente puede el Señor ofrecer gracia hacia un caminar espiritual en pos de Cristo. El gozo personal de vivir las enseñanzas de la escritura debería de estar siempre en unión espiritual, no en opiniones dirigidas frente a hermanos que piensan de otra manera.

Una Iglesia, fiel a la palabra, debería de respetar a las mujeres que conscientemente se cubren y guardan silencio. Por el otro lado deberían ver los creyentes que están convencidos de la enseñanza bíblica sobre la mujer, de que estas preguntas no sean motivos de peleas o incluso de divisiones.

Todos nosotros, hombres y mujeres, que vivimos en estos últimos tiempos, deberíamos de velar, de vivir en la fuerza de las enseñanzas de Dios y no desviarse intencionadamente ni un poco de ello, ¡y aun menos en este tema tan reñido de la mujer! Estas enseñanzas son como un dique protector frente a las muchas aguas de la apostasía, debemos de fortalecer nuestra fe y no debemos de permitir que el enemigo nos la derribe. ¡Quiera Dios darnos la gracia y fuerza necesaria!

Tiempo es de hacer, oh Jehová; Disipado han tu ley.
Por eso he amado tus mandamientos Más que el oro,
Y más que oro muy puro. Por eso todos los
Mandamientos de todas las cosas estimé rectos:
Aborrecí todo camino de mentira.
(Salmo 119:126-128)
Sea mi corazón íntegro en tus estatutos;
Porque no sea yo avergonzado.
(Salmo 119:80)
Mucha paz tienen los que aman tu ley;
Y no hay para ellos tropiezo.
(Salmo 119:165
)
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